La polilla luna, tiene una de las metamorfosis más maravillosas de la naturaleza, un tiempo en que, en varias fases, tienen que sufrir distintos cambios, todo para convertirse en una obra de arte alada, que vive una sola semana y poco más, codiciada y admirada por muchos por su belleza.
Así pasa en la existencia del ser humano, tiene etapas en las que cambiar en necesario, la transformación tanto física, como espiritual, como aquella polilla que deja un legado con su simple existencia tan efímera, así es nuestra vida.
... — ¡Amiga! Ya me estaba preocupando de que no llegaras — dijo Jane al verle en el corredor.
— No me perdería el último día, ¡jamás! — respondió.
La despedida era breve, la última clase, un momento emotivo entre ellos y cada uno a su nueva vida, se verían en la ceremonia y ahí acabaría todo.
Después de eso, debía llegar a su trabajo, le estaban esperando para firmar el nuevo contrato, donde estaría a sus servicios por aproximadamente dos años, estaba demasiado feliz, sentía que su vida estaba despegando en el momento preciso, al llegar saludo a todos, hoy tenía tanta felicidad que no había ganas de ser ruda con sus pacientes.
Miro a Anthony que llevaba más de un año recuperándose de una luxación Acromio clavicular.
Este Había tenido una respuesta positiva cuando ella había llegado, su evolución era buena y volverá a la cancha en unos pocos meses.
Verlo avanzar era demasiado gratificante y esperaba que con los demás fuese igual, quería ganarse una reputación.
— ¿Esta lista para esto? — dijo su jefe Joshep Zlader, este sentía cierto cariño por la joven, se veía demasiado tierna y le recordaba a su sobrina.
— Nací lista — dijo haciendo que riera, era una mujer un poco egocéntrica, pero con un talento innato.
— Este año ampliaremos nuestro catálogo, se suman deportistas como pilotos de carrera — dijo mientras caminaban hacia el despacho.— ¡Jamás he visto una carrera en mi vida!— le dijo y este sonrió.
— Deberías de comenzar a verlas, te lo digo de corazón, ya sabes cómo pueden llegar a ser los directivos con estos temas.
— Esta bien, lo tendré en cuenta — respondió, mientras miraba su celular, quería mirar de que hablaba exactamente su jefe. La firma llegó y la felicidad de ser parte como miembro de los fisioterapeutas en el centro era realmente gratificante, tendría su oficina y su lista de clientes, era algo que la ponía a dar pequeños saltos de felicidad.
Tania siguió su día tal cual como venía haciéndolo, aquella noche tomaría unas copas con su amiga, debían celebrar por lo alto, así que pasaría a casa de Jane y se arreglarían juntas, a su bar preferido, donde los mojitos sabían mejor.
Se despidió de todos y fue diré a su carro, estaba un poco cogida de la tarde, salió y llegó rápido, no se quería perder aquello, le parecía necesario salir.
— ¿Que te pondrás? — preguntó su amiga una hora más tarde.
— No lo sé, creo que me pondré alguna blusa y un vaquero, no creo tener ganas de salir — le respondió y esta se quedó mirándola con cara de no creer lo que estaba escuchando.
— ¡De mi casa, jamás saldrás así! — le respondió haciendo que la otra soltara una carcajada, cuando lo hacía, un sonido extraño la acompañaba, era uno de sus miedos, reírse demasiado duro, era algo que procuraba no hacer.
— Te pondrás este — Le paso un vestido color blanco, odiaba ponerse ese color cuando salía de fiesta, con tan solo mirarlo, así que le pidió que buscará otro, no en su tono preferido.
— Este — dijo y le mostró uno en tono azul rey, era un vestido a los tobillos, escote en v, ajustado al cuerpo y tiras delgadas, marcaba su linda figura haciéndola ver realmente sexy, se miró al espejo, organizó su maquillaje y una pasada con la plancha en su cabello, ojos delineados con un tono plata y negro en la punta, quería verse como una femme fatale y parece ser que lo estaba logrando, pues al salir, los hombres no dejaban de mirarlas, Jane era muy bella, cabello rubio y largo en ondas, ojos azules, estatura promedio y un diseño de sonrisa que la hacía ver bastante bien, era amable y siempre tenía buena conversación.
Era el alma de la fiesta a diferencia de ella, aunque Tania no podía quedarse atrás, cuando se tomaba algunas copas, podía bailar toda la noche sin parar.
Miro a su amiga que parecía hipnotizada en cuando vio que Alex estaba ahí, estaba enamorada de aquel castaño de ojos claros, así que la dejó ir, está se quedó bailando un poco, mirando a su alrededor.
— Bailas bien — dijo un chico que la estaba mirando desde hace algún rato.
— Eso dicen — respondió ella sin dejar de bailar al ritmo de la música.
— Me gusta, una mujer que se mueve como tú, no decepciona — dijo haciendo referencia a otras cosas.