Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Novia del Señor Millonario
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
El réquiem de un corazón roto
El dulce premio del caudillo
Los Mellizos del CEO
Yo soy tuya y tú eres mío
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Estoy en Nueva York, vestida de novia en un ayuntamiento a punto de casarme.
Todo a mi alrededor me produce náuseas y vértigo.
—Señora LaBeouf —repite el alcalde con inquietud —, acepta usted al señor Jackson como su legítimo esposo.
Es la segunda vez que me lo pregunta y los dos testigos que están aquí como únicos invitados, suspiran a la par creando un ambiente de sosobra en el reducido espacio en que nos encontramos.
A mi derecha mi padre me mira por encima del hombro de mi futuro marido y asevera su expresión para presionarme a responder al mismo tiempo que Daniel me toma de una mano y aprieta mis dedos al punto casi de fracturarlos.
En ese mismo momento, sin que yo puedo evitarlo me sube la bilis por la garganta y le suelto el vómito encima lo que lo obliga a soltarme.
—¡Joder!¿Acaso eres estúpida? —brama quitándose el saco de su traje intentando en vano no embarrarse y yo echo a correr fingiendo más arcadas.
Salgo corriendo al pasillo sabedora de que tengo que esconderme bajo alguna piedra si quiero librarme del castigo por lo que acabo de hacer, pero no voy a empeñar mi vida de esta manera.
Doblo en la primera esquina que me encuentro y tropiezo contra un tórax muy bien elaborado porque duele como el demonio. Me frenan sus manos en mis brazos y los dos soltamos un jadeo espontáneo.
—¡Dios...!
El hombre con el que he topado parece de dos metros de altura. Alzo la vista y me encuentro con unos ojos azules que casi se transparentan y me dejan ver su alma. Va vestido de traje, con el pelo negro sudado y espeso sobre su frente y la flor en su solapa me dice que está en este ayuntamiento por los mismos motivos que yo.
—Perdone, tengo prisa —me disculpo e intento salir de allí antes de que me encuentre mi padre y me obligue a arruinar mi vida pero me detiene diciendo...
—¿Te casarías conmigo?
Me freno en el acto y le sostengo la mirada unos segundos. Es evidente que me está proponiendo un negocio porque nadie se casa porque sí con un desconocido y si lo pienso dos veces tampoco hago lo que voy a hacer.
—Si me das cincuenta mil dólares en efectivo.
Cuando salí huyendo no pensé en nada más que en mí y en lo que significaría casarme con ese abusador.
Pero, ¿Y mi madre?¿Y mi carrera?