Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
Shane Hayes y yo llevábamos casi dos años de casados, aunque él nunca me demostró tener demasiado apetito sexual.
Por si fuera poco, a principios de este año me enteré de que estaba embarazada, así que mi marido se mudó al estudio y no volvió a ponerme un dedo encima con el pretexto de que tenía miedo de lastimar al bebé.
Tenía veintiséis años, estaba casada, esperando a mi primer hijo, y todas las noches tenía que dormir sola... ¡me sentía tan miserable!
Un día, aburrida de conversar conmigo misma, tomé mi teléfono y me metí a un foro en Internet, donde un comentario en particular llamó mi atención: alguien decía que tal vez la falta de interés de mi esposo se debía a que ya había visto muchos cuerpos femeninos.
Esto tenía sentido ya que Shane era obstetra de profesión, no obstante, había un pequeño detalle que no podía dejar de atormentarme.
Todas las noches, al entrar en su estudio, él se aseguraba de cerrar perfectamente la puerta. Éramos las únicas personas en esta casa, ¿por qué diablos tendría que encerrarse con llave? ¿Me estaba ocultando algo?
Desde esa vez, no podía dejar de pensar en eso, e incluso se convirtió en algo tan molesto que comenzó a torturar mi vida diaria.
Finalmente, en nuestro aniversario de bodas, no pude soportarlo más y decidí colarme a su estudio cuando él se fue a trabajar.
Eché un vistazo a mi alrededor y noté que el cuarto era sencillo y estaba decorado en tonos claros. Todo parecía ser muy normal a excepción del gran cajón en su escritorio, el cual estaba cerrado con llave.
Por suerte y sin que Shane lo supiera, yo tenía una copia de repuesto.
No era que quisiera invadir su privacidad, sino que había sacado una llave de repuesto por si él llegaba a extraviarla.
Decidida, respiré hondo y abrí el cajón rápidamente, aunque solo encontré algunos artículos de oficina y objetos que cualquier persona tendría. Sintiéndome aliviada, lo cerré de nuevo y mis labios se curvaron en una leve sonrisa.
Pero cuando pasé junto a su cama de camino a la puerta, mis ojos recorrieron inconscientemente la almohada. Fue entonces que me topé con algo que me hizo detenerme en seco.
¡Eran dos hebras de cabello rojo y rizado!
Yo era castaña y rara vez entraba en su estudio, ¡así que era imposible que fueran mías!
Pronto, mis ojos se clavaron en el bote de basura; un inconfundible olor a sexo emanaba de él y miré hacia abajo para ver que contenía varios pañuelos de papel arrugados.
¿Shane estaba escondiendo a otra mujer en casa?
Una vez que esta idea apareció en mi cabeza, sentí claramente que mi cuerpo comenzó a sudar frío.
Examiné cada rincón del estudio pero no había espacio para que ninguna adulta se escondiera aquí.
¡Tal vez estaba pensando demasiado en las cosas!
Además, lo más lógico era que si Shane me estuviera engañando, ciertamente lo haría en otro lado, ¿no? ¡Nadie podía ser tan estúpido como para llevar a su amante a su propia casa!
Quizás esos pelos eran de alguna colega o una paciente y eso era todo. En cuanto a lo que había en el bote de basura... definitivamente se había masturbado. Al final de cuentas, Shane era un hombre y tenía necesidades como cualquier otro.
Lo triste de este asunto era que prefiriera acariciarse a sí mismo en lugar de simplemente tener sexo conmigo...
Por la tarde, tomé mi bolso y me dirigí al supermercado como de costumbre, y aunque yo no podía beber, hoy era una ocasión especial, así que compré una botella de vino tinto.
Caminé feliz de regreso a casa y preparé todo para sorprender a Shane. Sin embargo, a medida que pasaban las horas, se hizo dolorosamente claro que él había olvidado qué día era, pues llegó más tarde de lo normal.