CAPÍTULO 01
Luana Davis
¡Mi vida es un caos! Trabajo tanto, y casi no tengo tiempo "ocio", estoy a punto de perder al hombre que amo, por las prisas, ¡y esto tiene que cambiar!
¡Siempre he sido de las tranquilas, de las que piensan que tienen que complacer a todo el mundo, y hacen lo que pueden para que al mundo le vaya bien! Pero últimamente todo es muy complicado.
Acabo de graduarme, y conseguí un trabajo como secretaria judicial, tengo un escritorio pequeño, pero mucho trabajo, a veces tengo dificultades con algunos empleados allí, pero siempre elijo hacer mi parte.
Veo que mi gato está solo, ¡y he decidido darle la noticia de una vez!
- ¡Todo va a ir bien, amor! ¡Te prometo que iremos al crucero que te prometí! - le dije a él, que estaba sentado en mi sofá, con la misma cara cerrada de siempre.
- ¿Recibiste algo de dinero? - preguntó, volviéndose para mirarme.
- Sí, nos vamos el viernes. ¡Nos quedaremos allí dos días! - dije emocionada, abrazándolo por el costado, y hasta lo apreté.
- ¡Uf, qué bien! Como usé el dinero de débito que me dejaste, y la tarjeta morada, ¡todavía no he encontrado trabajo! Pero si me estás pagando un crucero, entonces la cosa va bien, ¿no? - comentó un poco frío, sé que está molesto por algunas cosas...
- ¡Está bien, cariño! No pasa nada. Encontré otra forma de pagar este crucero, ¡sólo quiero que estemos bien! - dije besándolo, y él suavizó un poco su expresión.
- ¿Te vas a quedar en la misma habitación que yo? - me preguntó un poco enfadado, y yo supe a qué se refería.
- Sí, es un crucero de lujo. ¡Ya verás cómo te gusta! La piscina es increíble, vi las fotos de todo, ¡incluida la habitación! - Lo disimulé, porque, de hecho, él es muy guapo, y bien arreglado, y yo soy tan simple, y a veces hasta torpe.
- Hum, ¡qué bien! - se limitó a responder-, ¡pero seguro que todo irá bien!
Los días pasaban, y yo tenía que organizarme, y arreglarlo todo, y sólo tenía tiempo después del trabajo, porque esa oficina me tiene allí mucho tiempo, así que nos vimos muy poco estos días.
En la oficina...
- ¡Luana! ¡Tienes que organizar estos documentos! ¡No voy a tener tiempo! - dice mi compañera de trabajo, pero yo no entendí muy bien.
- ¿Pero ese no es tu trabajo? Creía que eras tú la encargada de este tipo de procesos, y también de las visitas, ¡y de los embargos! - le contesté.
- Es que no voy a tener tiempo, las visitas me cansan bastante, ya te las apañarás, ¿no? Me voy, ¡tengo prisa!
Ni siquiera espera a que le conteste, ¡y me deja con todo! Estoy acostumbrada, los trabajos aburridos y burocráticos siempre me los deja a mí, y acabo haciéndolos yo, porque alguien tiene que hacerlos, ¿no?
No soy una mujer ambiciosa, tengo veinticinco años, soy recién licenciada y estoy satisfecha con mi trabajo. Claro que tengo el sueño de algún día conocer a mi príncipe azul y vivir uno de esos romances de libros y novelas, ¡sólo espero estar caminando por la senda correcta!
El día del crucero...
Mi novio vino a mi casa, pero empezó a arreglarse en mi baño, decía que aquí tengo de todo, y que el pelo requiere unos cuidados absurdos, según él, ¡así que no pasa nada! El problema es que se estaba tardando mucho, y yo ya estaba preocupada, así que lo llamé:
- ¡Amor! ¡No tardes, que ya queda poco para nuestra partida! - Le dije a él, que todavía se estaba preparando.
- Ya estoy lista, ¡eres tú la que va tan rápido! - Vi que me miraba atentamente. - ¿Por qué no te quitas esas gafas hoy, Luana? ¡Qué cosa más fea!