Desde muy temprano Blanca se despierta con el sonido de los gallos de su padre, pues es inevitable quedarse con las sábanas pegadas con semejante alboroto ¿no?; así que, no tarda en ponerse de pié, lavar su rostro y vestirse, pues la vaca la espera, si no la ordeña pronto los ladrones de leche la dejarán sin una gota.
Al salir de casa, Blanca nota algo extraño y es que sus vecinas están reunidas murmurando entre sí; así que, la curiosa Blanca no tarda en acercarse para ver de que trata la conversación, pero al acercarse todos hicieron silencio.
—¿Qué les sucede chicas? ¿a qué se debe esta reunión?— Preguntó Blanca con mucha curiosidad.
—Es que al parecer pronto vendrá la familia Monterreal para el pueblo.— dijo una de las chicas llamada Paty.
—¿Ah sí? ¿y quienes son esos?— Dijo Blanca mientras sacudía su vestido.
—Pues quienes más van a hacer, los familiares lejanos de Don Cheto (el quesero). Tú, por andar todo el día pendiente de tus vacas no conoces a medio pueblo Blanca, ni siquiera novio tienes.— Dijo otra de las chicas llamada Josefa en tono de burla y todas las demás chicas rieron.
Blanca un poco molesta la miró sonriendo para ocultar su desagrado.
—Pues sí, tienes razón, como yo me la paso trabajando no tengo tiempo de andar metida en el chisme al 100% como otras, con permiso.— Les dió la espalda y continuó su camino hacia la vaca de su padre.
—Yo no sé que se cree la tonta de Josefa, no todas somos como ella, chismosa y sin oficio, debería ponerse a trabajar.— murmuraba Blanca mientras ordeñaba la vaca.
Y de repente, sonó un extraño ruido entre los matorrales que estaban cerca del lugar.
—¿Y ahora qué sucede?— Dijo Blanca, mientras se ponía de pié para averiguar.
Apenas abrió el monte, salió un cerdo pequeño a toda velocidad y se avalanzó sobre ella llenándola de lodo por todas partes y no solo eso, sino que derramó toda la leche que había ordeñado.
—¿Qué? Esto no me puede estar pasando a mí. ¿Ahora que desayunaremos hoy? Debería hacer picadillo a ese cerdo de una vez, pues ya dejé la vaca seca — Dijo Blanca muy molesta agitando su mano con el puño cerrado.
No tardó en regresar a casa con las manos vacías y su padre por supuesto le preguntó por la leche para el desayuno y contándole todo lo ocurrido, le dijo a Blanca que no se preocupara, y metiendo su mano en el bolsillo sacó unas monedas y le pidió a su hija que fuera a comprar un poco de queso a que Don Cheto.