Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
El regreso de la heredera adorada
Vuelve conmigo, amor mío
La segunda oportunidad en el amor
Enamorarme de ella después del divorcio
Tener hijo con mi mejor amigo
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Atraído por mi mujer de mil caras
Celia Kane despertó en trance, encontrándose débil y mareada. Lo más extraño era que llevaba puesto un vestido de novia.
Varios guardaespaldas la sujetaban y estaban a punto de obligarla a entrar en un auto nupcial.
"¡Esperen! ¿Qué hacen? ¡Suéltenme!". Ella entró en pánico, pues no podía creer lo que sucedía.
Solo había vuelto a por las pertenencias de su madre y se quedó a comer a petición de su padre, era todo lo que recordaba. Entonces… ¿qué estaba pasando?
Los fuertes guardaespaldas le sujetaron con más fuerza y la metieron brutalmente en el auto.
"Es una orden del señor Kane. ¡Sube al auto ahora!", gritó uno de los tipos con una voz fuerte y aterradora.
Celia se sorprendió, sin poder creer que esto fuese idea de su padre.
Estaba sorprendida y confundida al mismo tiempo, tratando de recordar lo que había sucedido.
Dos horas atrás, su padre, Adrien Kane, le dijo que había encontrado por accidente las pertenencias de su madre en el ático, y le preguntó si quería ir a casa para llevárselas.
Ella se había mudado a los dieciséis y, desde entonces, jamás volvió a pisar esa casa. Si no fuera por las pertenencias de su madre, nunca habría regresado, la verdad.
Cuando llegó, Adrien le pidió que se quedara a comer. En realidad, ella desconfiaba un poco, porque no era normal que él hiciera esos ofrecimientos, por lo que solo tomó un poco de jugo. Lo que no esperaba fue que solo eso bastara para hacerla desmayarse. Cuando se despertó, lo que ocurrió fue algo que superó sus más descabellados pensamientos.
Se sentía débil debido a la droga, pero había practicado kárate durante años para mantenerse en forma. Supo que tenía que hacer algo ahora para salvarse.
"No, no voy a entrar al auto", espetó, y apretó los hombros contra la puerta del carro para resistirse, "¿Qué diablos está pasando? Si esta es de verdad la orden de Adrien, quiero escucharla directamente de él", espetó con firmeza.
Justo después de decir eso, una voz con aires ligeros de disculpa resonó tras ella. Era Adrien.
"Celia, no haría esto si tuviera otra opción… Haz lo que te digo, entra al auto y ve a casarte".
La muchacha levantó la cabeza y vio a su padre. Junto a él estaban su madrastra, Mabel, y su media hermana, Cerissa.
Él siempre fue distante e impersonal con ella, pero ahora, parecía tan avergonzado que no se atrevía a mirarla a los ojos.
"¡Déjate de tonterías! La hemos criado durante años y nos lo debe. Ahora que nuestra empresa está en problemas, es hora de que nos lo pague".
Mabel dio un paso adelante y miró a Celia con arrogancia. "No digas que soy una madrastra malvada… De hecho, deberías agradecerme, es bueno que te cases con alguien de la familia Shaw. Vivirás una vida lujosa con la que la mayoría de la gente sueña, y todos te envidiarán. Tu madre te está mirando desde el cielo, ella debe estar feliz de ver esto".
Celia miró a Mabel con maldad cuando la oyó mencionar a su difunta madre.