Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Mi encuentro con un misterioso magnate
"¡Ah!".
Un grito desgarrador rompió la tranquila atmósfera de la mansión de la familia Kameron.
Hoy era el octogésimo cumpleaños de Rena Kameron, y los invitados se habían reunido en el salón, charlando alegremente. Sin embargo, todos se pusieron alerta al oír el grito.
Al pie de la escalera, Cassidy Bradley estaba hecha un ovillo, retorciéndose de dolor. Tenía los brazos y las piernas llenos de moratones, que resaltaban sobre su impecable piel. Incluso tenía un labio roto y le corría sangre por la barbilla.
Asombrada y conmocionada, la multitud miró hacia la escalera, donde había una mujer con el rostro inexpresivo.
¿Belinda Fletcher?
Enseguida, los invitados intercambiaron miradas de complicidad, pues podían adivinar a grandes rasgos lo sucedido, y empezaron a reñir a Belinda sin descanso. "¡Debió hablar primero con Russell en lugar de amedrentar a esta mujer!".
"¡Claro que sí! Una mujer madura no recurriría a la violencia, ni siquiera cuando se trata de otra mujer. Más bien, ¡debió aprender a domar a su marido!".
Belinda cerró los puños con fuerza. Estaba tan furiosa que no encontró palabras para replicar en ese momento.
Aquellos curiosos no tenían ningún interés en averiguar la verdad. Estaban demasiado ocupados señalando con el dedo a Belinda con desprecio y sorna.
Aunque Belinda y Russell Kameron estaban casados, todos en Eimbury sabían que Belinda prácticamente arrebató a Russell de Cassidy.
Esta última tuvo la gentileza de no vengarse de aquella rompehogares, pero Belinda, por su parte, no dejó de complicarle la vida a la pobre muchacha desde entonces.
En ese momento, Russell salió de entre la multitud en silencio, frunciendo el cejo ante la escena que tenía delante.
Al ver su expresión de disgusto, alguien no pudo evitar deleitarse con el picante incidente. "Russell, por fin llegaste. ¡Tu esposa no ha hecho más que abusar de esta pobre mujer!".
Al oír este comentario fuera de lugar, Russell arrugó el entrecejo.
Se dirigió presuroso al lado de Cassidy, con los ojos llenos de preocupación. "¿Te encuentras bien, Cassidy? ¿Qué sucedió?".
"Estoy bien... No es culpa de Belinda, ella no lo hizo a propósito. En realidad soy yo. Es que fui un poco torpe...", tartamudeó Cassidy con voz débil.
¿No fue culpa suya?
Russell conocía a su esposa demasiado bien, y sabía que haría lo que fuera con tal de conseguir sus objetivos.
Russell montó en cólera y actuó por impulso en cuanto oyó la versión de Cassidy. Subió corriendo las escaleras y siseó a Belinda: "¡Discúlpate con Cassidy ahora mismo!".
Su voz sonó tan fría e indiferente, que casi parecía que estuviera dando órdenes a una humilde esclava en lugar de a su esposa. Belinda sintió que se le revolvía en el estómago.