"Señora Gibson, ¿tiene algo que decir sobre la aparición de su esposo en el cumpleaños de Marilee Jenkins y el anuncio de que se divorciará de usted?".
"Se dice que Marilee es el primer amor del señor Gibson y la verdadera hija de los Jenkins, mientras que usted es solo una impostora. Le acusan de haberle robado el amor de sus padres adoptivos y de haberse casado con el hombre que le pertenecía. ¿Qué opina?".
"Los Jenkins acaban de declarar que usted no es su hija y han congelado sus cuentas. Después de dos años dedicándose al hogar, ¿cómo piensa mantenerse? ¿Algún comentario?".
La fiesta de cumpleaños estaba llena de gente, y Alexia Gibson estaba atrapada.
Los reporteros se le acercaban rápidamente, empujando cámaras y micrófonos a su cara, mientras los flashes estallaban por todos lados, sin darle espacio para respirar.
Ella simplemente se quedó allí, inmóvil. Su mente aún era un caos después de todo lo que acababa de escuchar.
'Así que Marilee Jenkins es la verdadera hija de mi familia y la mujer que ama mi esposo. ¿Y yo? Solo llevo el título de señora Gibson, pero claramente soy el hazmerreír de todos', reflexionó.
Años atrás, la familia Jenkins la había sacado de algún barrio pobre en el extranjero, asegurando que ella era su hija perdida. Pero, ¿no se habían molestado en hacerle una simple prueba de ADN antes de acogerla? ¿Por qué recién ahora descubrieron su error?
Alexia se tensó y miró al hombre que tenía al lado. Roger ni siquiera le prestaba atención, pues estaba mirado a Marilee como si ella fuera la única persona en el mundo.
"¿Por qué? Ni siquiera me lo dijiste", le preguntó Alexia, con la voz tensa.
"Ahora ya lo sabes, y eso es todo lo que importa. Lo nuestro se acabó. Nunca fuiste lo suficientemente buena para mí, y nuestro matrimonio fue solo un acuerdo. La única mujer a la que siempre he amado es Marilee. ¿Y sabes por qué nunca te toqué después de la boda? Porque me repugnas. Eres como un platillo en mal estado, asqueroso", respondió él, con una expresión tan fría como el hielo.
Luego, recorrió a su esposa de arriba abajo con la mirada, sin disimular el desprecio. Ella vestía ropa sencilla y unos lentes pasados de moda, su apariencia no encajaba en el mundo elegante y sofisticado en el que él se movía.
Las duras palabras de Roger aún flotaban en el aire cuando Alexia levantó su copa y le echó el champán directamente a la cara. El líquido chapoteó en su rostro, salpicando de paso su costoso traje. Él se quedó ahí, atónito, mientras el líquido goteaba de su cabello y bajaba por sus facciones.
"¿Un platillo en mal estado? Tú me dijiste que querías un ama de casa ordinaria como esposa. Y papá y mamá me dijeron que querían una hija obediente, que nunca sobresaliera".
Luego, sin dudarlo, estrelló su copa contra el suelo. El fuerte estruendo hizo que el lugar quedara en un silencio sepulcral.