Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
¡Hola y bienvenidos!!!
Actualizaciones de Lunes-Viernes.
Anna, en casa, en su ducha y desnuda, pensaba en su jefe mientras se tocaba. Sus dedos, ya con suficiente experiencia se deslizaban entre sus curvas, mientras la imagen de la perfección hecha hombre, aparecía frente a sus ojos.
Su jefe era caliente, realmente caliente.
Sus brazos fuertes y musculosos parecían capaces de levantarla en el aire y entrar en ella mientras la arrinconaban contra la pared.
Mientras gemía el nombre de su jefe, este llegó a su casa y siguió el sonido de sus gemidos. Sí, Anna había cometido el error de darle su llave cuando estuvo enferma unas semanas antes para que pudiera entrar a verla.
Y lo había olvidado.
Mientras el orgasmo la sacudía y grataba el nombre de su hombre, este la miraba desde la puerta.
—Anna, de mi corazón, me encanta saber que es en mi en quien piensas cuando te tocas y no en tu prometido.
—¿Luka?
Anna podía morir de la pena, solo quería ahogarse y su jefe lo notó, la curvilínea mujer que acababa de mostrarle cuan caliente era, no debía sentir pena.
—Apuesto, mi pequeño duendecillo sexual, que estás lista para otro orgasmo.
—Luka…
—Quieta ahí mismito, Anna, no te muevas.
Caminó a ella con deliberada lentitud, arremangándose las mangas de su saco y se arrodilló junto a ella. La sujeto del cabello con dureza y la acerco, no había juego, solo un dominio completo.
La lengua de Luka barrio con fuerza el interior de la boca de Anna mientras que con su otra mano, la tocaba con evidente conocimiento sobre como enloquecer a una mujer.
Anna, vente para mí, grita de nuevo mi nombre.
—Luka, Dios…no te detengas.