Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
Punto de vista de Scarlett:
Revisé la hora nuevamente y suspiré. Había pasado una hora y media desde que mi vuelo aterrizó, por lo que había perdido la cuenta de todas las veces que había mirado mi reloj. Mi esposo, Charles Moore, no estaba por ningún lado. Se suponía que me recogería en el aeropuerto, pero seguramente en estos momentos estaba con su novia. No tuve más opción que negar con la cabeza y sonreír amargamente ante la idea. Luego me puse de pie y me arrastré a mí misma y a mi equipaje fuera del aeropuerto.
Me casé con Charles tres años atrás, pero poco tiempo después de nuestra boda, recibí buenas noticias de la universidad de mis sueños en el extranjero. Me aceptaron en uno de sus programas, así que me fui a estudiar allá. Por ese motivo Charles y yo no nos habíamos visto en tres años. Mientras estuve fuera del país, él pasaba todo su tiempo con la mujer que realmente amaba.
Ahora que finalmente terminé mis estudios, regresé a casa. Quería poner fin a nuestro matrimonio nominal porque decidí que era hora de dejar de esperar cosas que nunca sucederían.
De camino a casa, a bordo de un taxi, le envié a Charles un mensaje de texto que decía: "Tenemos que hablar".
Poco tiempo después llegué a nuestra casa deshabitada. Una vez que dejé mi equipaje a un lado, me dirigí a la sala de estar, donde me senté en el sofá a esperarlo. La casa se veía y olía como si nadie hubiese vivido en ella durante años. La foto de nuestra boda seguía colgada en la pared, lo cual me ofendió y me entristeció al mismo tiempo.
Entonces miré mi celular. Charles aún no había respondido, por lo que supuse que tal vez no llegaría a casa esta noche.
No obstante, me quedé sentada en la sala de estar durante un largo rato, absorta en mis pensamientos. De pronto escuché un auto detenerse afuera, así que me levanté del sofá, sintiendo que mi corazón se partía al galope. ¿Todavía esperaba algo de mi marido con corazón de piedra? Quizás... O tal vez no. Sin embargo, en el último momento rechiné los dientes y junté mis manos temblorosas mientras me recordaba a mí misma: 'Estoy aquí para ponerle fin a esto'.
Entonces el picaporte giró y la puerta se abrió. A continuación Charles encendió las luces, las cuales proyectaron una sombra alta de él a lo largo del pasillo, y entró. Estaba vestido con un traje negro carbón y una camisa blanca inmaculada. Su expresión mostraba agotamiento, sin embargo, no eclipsaba en lo absoluto su rostro anguloso ni sus pómulos prominentes. Todo seguía siendo igual; aún exudaba esa aura helada que podía percibir a unos pocos metros de distancia.
A medida que se me acercaba, el corazón me latía más y más rápido y mi respiración comenzó a salir a ráfagas cortas. No podía creer que hubiera olvidado lo apuesto que era. Era como un dios que no pertenecía al mundo de los mortales. Tenía el tipo de encanto que hacía que la gente se rindiera a sus pies.
El tiempo lo había convertido en un hombre de aspecto más maduro y llamativo. Aparté la mirada cuando sentí que las mejillas se me sonrojaban.
Entonces caminó hasta el sofá y se sentó. Acto seguido, tomé asiento frente a él.
De pronto me miró fijamente con sus ojos fríos y agudos. Mi primer pensamiento fue bajar la cabeza y evitar mirarlo directamente, pero me obligué a levantar la barbilla, por lo que pude ver mi reflejo en sus ojos oscuros.
"Has regresado", pronunció en su tono monótono habitual, el cual me habría hecho enfadar si no lo hubiese conocido tan bien.
"Sí", respondí, manteniendo mi voz tan indiferente como la de él.
"Mi abogado acaba de enviarte un correo electrónico", dijo mientras se aflojaba la corbata. Su pecho musculoso se traslucía a través de su camisa.
"De acuerdo. Lo revisaré". Dicho lo anterior, tragué saliva y me aseguré de que mis rasgos faciales expresaran neutralidad.
Luego saqué mi celular y abrí mi correo electrónico; el asunto del último correo que había en mi bandeja de entrada saltó directamente a mí: Acuerdo de divorcio. A pesar de que me lo esperaba, sentí como si alguien me hubiese clavado un cuchillo en el pecho. El dolor fue rápido e inesperado. La única razón por la que me sentí agradecida de sentirlo fue porque por un segundo me cegó del encanto de Charles.
"Está bien. Lo firmaré". Dicho lo anterior, guardé mi celular y volví a mirar a mi futuro exmarido. En breve Charles ya no me pertenecería. Tuve una buena carrera fingiendo ser la señora Moore. Pero ahora esa carrera tenía que llegar a su fin y yo tenía que sacar al señor Moore de mi mundo.
"¿No quieres leer el acuerdo primero?".
"No es necesario. Estoy segura de que el señor Moore tratará bien a su exesposa", repliqué forzando una sonrisa. ¿Exesposa? A pesar de que muy pronto iba a ser la exesposa de Charles, no estaba segura de poder aceptar un término tan contundente.
"Te quedarás la casa en la Calle Gardner y el departamento del centro...".
"¿Cuándo?", pregunté, interrumpiéndolo.
"¿Qué?", preguntó, frunciendo el ceño y mirándome con ojos inquisitivos.
"¿Cuándo vamos a firmar los papeles?", pregunté con voz suave.
"Haré una cita con mi abogado", respondió, bajando ligeramente la barbilla.
"Muy bien. Esperaré tu llamada".
Después de un momento de silencio me miró nuevamente y dijo:
"Rita no está bien de salud. Solo quiero cumplir su último deseo".
Apreté los puños mientras me tragaba el nudo que se me hizo en la garganta. ¿Cumplir su último deseo? ¡Qué hombre tan espléndido! Pero, ¿por qué tenía que hacerlo a expensas mías? Supuse que no tenía derecho a sentirme agraviada, ya que después de todo yo solo era la falsa señora Moore. Una sustituta.
"Entiendo", respondí escuetamente con un asentimiento, a pesar de que en el fondo estaba rebosante de tantas cosas que quería decirle a la cara.
"Si necesitas algo más, le pediré a mi abogado que lo incluya en el acuerdo de divorcio".
"No, está bien. Lo que sea que haya ahí, es suficiente", dicho lo anterior, nuevamente curvé mis labios en una débil sonrisa.
"Ven a ver a Rita mañana", dijo Charles mientras se ponía de pie y pasaba frente a mí.
Pronunció su última frase con firmeza. No me pidió que fuera a ver a su novia, me lo ordenó. ¿Qué pensaba de mí? ¿Por qué debería ir a ver a esa mujer? ¿Acaso quería echarle sal a mi herida?
"¿Y por qué haría eso?", pregunté con una expresión seria.
"No quiero que se sienta culpable por nuestro divorcio. Dile que estás enamorada de alguien más. Asegúrale que nuestra decisión de ponerle fin a nuestro matrimonio no tiene nada que ver con ella". Entonces Charles se detuvo frente a mí y una vez más me miró a los ojos.