Corre sin mirar atrás, las ramas de los árboles destrozan su ropa, su piel se llena de heridas. Pero su mente le dice, que no debe parar. Tiene que escapar, no puede dejar que la vuelvan a atrapar. Sigue corriendo por medio del bosque, sus pies descalzos le duelen, sangran de tantas heridas, sin embargo, no se detiene, algo en su interior la impulsa a hacerlo y no detenerse.
¡Tiene que escapar, su vida depende de ello!
Después de correr por en medio de la espesa vegetación. Llega a un claro donde hay un gran río, se lanza al agua sin pensarlo dos veces, es la única escapatoria. No sabe nadar, se agarra fuertemente de un tronco que aparece de la nada. Puede escuchar a lo lejos, las voces de quienes la persiguen, se impulsa con sus pies, la corriente la arrastra a gran velocidad, ha estado a punto de soltar el tronco varias veces. Traga agua en repetidas ocasiones, siente que no va poder resistir pero una voz en su cabeza la insta a no detenerse a resistir.
Su cuerpo está congelado y comienza a entumecerse cuando una extraña corriente recorre su piel llenándola por momentos de calor. La corriente es violenta y la lleva lejos de sus perseguidores a los cuales de una manera puede escuchar a la perfección a pesar de que los ha dejado muy atrás. Luego de una brusca caída por una enorme cascada, al salir a la superficie de nuevo, siente cómo se detiene, todo está muy oscuro. Como puede logra patalear para dirigir el enorme madero que la ha mantenido flotando hasta ver como se acerca a la orilla.
Sale, está lloviendo torrencialmente, no se distingue ni siquiera sus manos. Todo su cuerpo no lo siente, está entumecido por el frío, trata son todas sus fuerzas de ponerse de pie, pero sus piernas entumecidas y doloridas no la sostienen. Se cae de nuevo después de hacer varios intentos ante la insistencia de la voz en su cabeza que le dice que no pueden detenerse, tienen que esconderse en el bosque. Sin embargo, el frío es tanto, que ya la corriente que la recorrió varias veces llenándola de calor no ha vuelto, por lo que se deja caer y se hace un ovillo en el suelo llorando desconsoladamente.
Está muy asustada, cree que va a morir congelada, la lluvia ligada con nieve no cesa, y ella está sin fuerzas para continuar. Tampoco sabe hacía dónde debe ir, la oscura noche lo rodea todo, solo el ruido de la cascada al caer y el viento al soplar llegan ahora a sus nublados sentidos. Está por quedarse dormida cuando comienza a percibir unos pasos que le parecen de lobo que se acercan veloces, trata de ponerse de pie, de moverse. ¡Tenemos que escapar, tenemos que escapar! Escucha la insistencia de la voz en su cabeza, pero vuelve a caer en el piso sin fuerzas y recobra su forma enroscada abrazada de sus rodillas en espera de ver lo que pasará.
Escucha con su ahora afinado oído como se acerca corriendo a gran velocidad, se concentra, es solo uno. Vuelve a intentar levantarse para hacerle frente sin lograrlo. Unos pasos se detienen junto a ella, levanta la cabeza aterrada. Cuatro enormes peludas patas negras están a su lado. Alza su mirada, no puede creer lo que ven sus ojos. Un enorme lobo jadeante con su roja lengua fuera babeando, los enormes colmillos listos para enterrarse en ella, la mira detenidamente con sus ojos rojos fulgurantes como si la inspeccionaran. Gil al verlo tiembla de terror, piensa que va a morir y se encoge más sobre sí misma pensando en sus queridos padres una última vez, lista para sentir el peor de los dolores.
No obstante se asombra, cuando el lobo, lejos de atacar, le pasa la lengua por el rostro limpiando las lágrimas y sin más se echa a su lado, la envuelve con su cola, despidiendo un increíble calor. No se mueve, el terror que la embarga no deja que lo haga. Pero el calor del lobo, hace que vaya recobrando su propio calor. Al ver que él sigue allí tranquilo, sin hacer nada, solo calentándola, se mete entre sus patas, y lo abraza emocionada y feliz. No sabe por qué el lobo hace eso, ni quién puede ser, pero está muy claro que no la atacará y la defenderá de los que las persiguen. Su cuerpo se impregna de su calor tan reconfortante. Hunde su cabeza en el pecho del lobo, que ronronea feliz. Le parece conocido y haber estado entre sus patas antes, pero eso es imposible piensa, no puede ser, y con este pensamiento envuelta en el calor que emite el gigante lobo negro, se duerme.
La claridad y el frío hace que abra los ojos. Sigue desnuda, en medio de la nada, rodeada de nieve y vegetación. Todo a su alrededor se ha vestido de blanco, parece que nevó muy fuerte en la noche, si no llega a ser por el lobo de seguro estuviera congelada, ¿dónde está? ¿Sería cierto o no? Observa a su alrededor, y no ve ninguna señal de que haya estado un lobo allí, no existe una sola huella. Durmió al lado de un montículo de tierra que impidió que el aire, la lluvia y la nieve la dañaran más.