Corran por sus vidas
medio de sus dos cejas. Piel pálida y necrosada, ojos sobresalientes con sus características
me causaban repugnancia como la primera v
der sacar mi cuchillo de su podrido cráneo. De un solo tirón logré sacarlo, aunque todo lleno de sangre
ades en mi contra. Era demasiado realista en cuanto de mí se trataba, mi cuerpo no era el de una atleta, m
o podría soportar un día junto a mí, el único capaz de soportarme todavía se encontraba conmigo, mi
más sociable que conocía, su largo cabello rubio oscuro le hici
gados y estaba muy orgullosa de que todavía, con tantos c
nos reencontramos segu
s del sótano de mi casa, mis brazos rodeaban
erradores gritos de la gente, estaba en absoluto shock. Entre mis manos sostenía el arma con la que tuve que mat
me iba a patear el trasero...Cam... "Simba"... ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? Automáticamente me levanté, mi culo estaba amortiguado y frío, me sacudí, limp
ve éxito. Busqué en la segunda y nada. En la tercera cajonera por fin la encontré, la to
aos en el que se convirtió todo en solo 24 horas. Barricadas prendidas fuegos atravesa
los cubrían los laterales de mi cara, me
lágrimas, saque la pistola de mi cintura y sin ni siquiera pensarlo dos veces, disparé. Al notar que el "zombie" se detenía de su labor y caía al suelo, me acerque rápidamente hacia aquella hermosa niña de nueve año
staba siendo, me encontraba en pleno apocalipsis y era la única en golpear antes de pasar. Arrebatadamente gire el picaporte varia
el suelo, encogido, parecía proteger a algo, no me había dado
s puro dolor. Sin dudarlo me tendí en el piso bruscamente,