Julia e Irene son mejores amigas. Desde que Julia rompió su relación hace dos años por una infidelidad, no ha querido saber nada de los hombres. Irene, para remediar ese problema a tenido una gran idea. Un crucero para solteros. ¿Conseguirá Julia volver a confiar en el género masculino o volverá a llevarse algún chasco?
-¿Qué es esto?- Le pregunté. -Crucero para solteros- Leí en el panfleto.
-¿No te parece buena idea?- Preguntó sonriente. Irene esperaba que mi respuesta fuera un si.
-Claro que no- Respondí. -¿Tan desesperada me ves?- Le pregunté.
Había pasado dos años desde mi última relación. Desde entonces, Irene ideó un plan; Conseguir a cualquier precio un hombre para mi.
Sin embargo, yo no necesitaba un hombre. Estaba muy bien sola.
-Julia, se te nota en la cara– Respondió obvia.
-¿El que?
-Que no follas.
Y era cierto, no lo hacía. -Estoy muy contenta con mi vibrador.
No dan tantos problemas como los hombres, el no me engaña con nadie.
-Lia- Así me llamaba Irene. -Tu vida sentimental no se puede resumir en un pene de plástico.
Reí. ¿Y por que no?- Volví a preguntarle.
-Necesitas que te toquen.
-No lo necesito.
-Claro que si- Afirmó ella.
-¿Y en ese crucero me van a tocar?
-Puede ser- Respondió sonriendo. -El primer día habrá citas rápidas- Leyó en el panfleto. -El segundo día habrá subasta de chicas.
-¿Subasta de chicas?- Le pregunté.
Ella asintió. -Los hombres pagarán por estar un rato con las chicas que estén en el crucero.
-No haré eso- Respondí.
-¿Por qué?
-¿Y si algún salido paga por mi?- Le pregunté.
-Hay que conocer a las personas.
-No voy a conocer a un salido.
Irene suspiró. -Pon de tu parte, Julia- Me pidió. -El tercer día subasta de chicos- Irene sonrió pícara cuando leyó lo que habría el tercer día.
-¿Por que sonríes?- Le pregunté.
-Compraré al que se le marquen más los abdominales- Afirmó.
Reí. -Sigue leyendo- Le pedí.
-Cuarto día, fiesta en la piscina- Leyó. -Quinto día, noche de casino- Hizo una pausa. -Sexto día, noche de talentos. El que gane podrá dormir en una suite llena de lujos.
-¿Talentos?- Le pregunté.
-Bailar, cantar... Cualquier cosa vale- Respondió. -Podrías cantar- Propuso.
-No se hacerlo- Respondí.
-Claro que sabes, te he oído en la ducha.
-No- Respondí. -No estaré cómoda para hacerlo- Me gustaba cantar pero, pensar que las personas se podrían burlar de mi era uno de mis mayores miedos. -Sigue leyendo- Le pedí.
Y el último día, baile de máscaras - Siguió leyendo.
-Necesitaremos vestidos- Le avisé. -Y bikinis.
-¿Eso quiere decir que vienes?- Me preguntó, realmente emocionada.
Asentí. -Me has convencido.
-De todas maneras ya te había inscrito- Confesó Irene. -Llevamos una semana en la lista.
Suspiré sonriendo. -Eres idiota.
-Una idiota que se preocupa por la salud de tu vagina- Irene se encogió de hombros. -Podrías encontrar a alguien interesante.
Negué. -No creo qué alguien sea compatible conmigo.
-Hay muchas personas compatibles contigo pero, no quieres conocerlas.
-Estoy bien sola.
-Puedes estar bien sola, claro que si- Respondió. -Pero de vez en cuando está bien tener una conversación con alguien, un beso o un abrazo.
Irene estaba en modo psicóloga. Odiaba eso.
Asentí dándole la razón.
Irene se sentó junto a mí en el sofá sonriendo.
-Alégrate, o tendré que regalarte un gato para que te haga compañía.
-Prefiero un perro.
-Pues a mi me gustan más los gatos, son independientes.
-Ya veremos- Respondí sonriéndole. -Si algún salido me compra en esa subasta, voy a tirarte por la borda.