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Capítulo 1 Un encuentro casual

Mi nombre es Tito, nací en la ciudad de São Paulo, y ayer cumplí 60 años, comencé a trabajar a los 11 como repartidor de medicamentos en una farmacia, curiosamente encontré el trabajo yo mismo, antes de eso a los 6/7 años. años vivía en la calle en que las placas de los vehículos eran "selladas" anualmente con un trozo de plomo, las cuales eran desechadas las recogía y vendía en el "chatarraje", los sábados y domingos lustraba zapatos. Llevo 5 años jubilado, y con buenos ingresos, lo que me permitió hacer una gran fiesta, y celebrar mi entrada a la 3ra edad.

La fiesta estuvo muy concurrida, estuvieron presentes familiares, amigos y vecinos, y cuando se apagaron las velas (y en realidad eran 60 velas) uno de mis nietos dijo: _ Abuelo, dicen que en la vida hay que plantar un árbol, ver dar a luz y escribir un libro, yo sé que ya cumpliste los dos primeros, y te pregunto, ¿cuándo vas a escribir un libro? En ese momento solo sonreí, pero hoy al levantarme me vino a la mente esa pregunta y concluí: ¿Por qué no? Pero ¿sobre qué escribirías? Después del café de la mañana, como suelo hacer, salí a caminar, y en medio de eso, por pura casualidad, surgió la respuesta, ¡era así!

Para descansar me senté en una banca,

pues ya había caminado dos kilómetros y en ese momento se me acercó una señora que debía tener como máximo 50 años, pobremente vestida, pero limpia y de buenos modales, quien me pidió ayuda, diciendo que estaba con hambre, y no sé por qué, siempre solía llevar agua de coco y un buen sándwich conmigo en los paseos, y le pregunté si prefería el dinero o el sándwich que tenía con a mí. Para mi sorpresa, ella aceptó la merienda, manifestando que tenía mucha hambre, le pedí que se sentara a mi lado y comiera su comida, estaba un poco avergonzada, pero aceptó la propuesta. Soy el tipo de persona que disfruta de una buena conversación, y para empezar le pregunté cómo se ganaba la vida y escuché: Hoy colecciono latas de cerveza y refrescos, papel y cartón y los vendo en un almacén en el barrio vecino. ¿Y qué hacías antes? Dejó de comer, bajó la cabeza y respondió hablando muy bajo: _ hasta hace dos meses era prostituta. Confieso que por primera vez en mi vida me quedé sin palabras, su respuesta sería lo último que hubiera imaginado, realmente era una mujer que, fácilmente demostró en el pasado que había sido muy hermosa, así que me tomó un un minuto para recuperarme, pero no detuve la conversación y luego terminé:

_Sigues siendo muy linda, ¿por qué o qué te hizo cambiar de vida? Y entonces me arrepentí de haberle hecho esa pregunta, la respuesta fue algo bastante chocante, me dijo: _Yo ya pasé del más alto nivel de prostituta al infierno, lo que me motivó a parar fue eso: el último día que ejercí mi vieja profesión, y por horas en la calle tratando de encontrar un "cliente" solo encontré a un chico que tendría como máximo 18 años y cuando le propuse un programa, me dijo: _Mira, no tengo dinero, si acepta, le daré un vale de comida por valor de Rs $ 12,00. Cuando escuché esta propuesta contuve las lágrimas, yo que ya había asistido a las mejores casas de prostitución, estaba en un dilema que era fácil de resolver, o aceptaba la oferta propuesta del bono o me quedaba hambre, así que Yo acepté. En la cama no mostré mi amargura y tristeza, el cliente había pagado un programa y merecía lo mejor que pudiera hacer de mi parte, pero, en ese momento, noté una falta de acción del joven, totalmente inhibido., y entonces descubrí que esa sería la primera relación sexual de su vida, nunca había besado siquiera a una mujer. Con esas revelaciones me renové, hasta parecía que había ganado un gran premio y pensé: Qué suerte tengo, podré enseñarle, cómo debe comportarse y actuar un hombre, en busca del placer carnal en arriba de una cama. En ese momento Rosa interrumpe su discurso y dice: _mira, se me puso la piel de gallina solo de recordar ese día, nunca volví a ver a mi último cliente, y al despedirme vi su felicidad. Me dediqué tanto a mis enseñanzas, pero él no se dio cuenta de que yo también disfrutaba de su juventud, llegué a dos deliciosos orgasmos, pero al día siguiente conocí a un recolector de latas que me enseñó a ganar dinero, mucho más difícil, pero, constante, así, dejé ir la vida anterior que había llevado hasta ese día. Cuando terminó de comer, al despedirse, noté, aunque trató de ocultarlo, algunas lágrimas en sus ojos, y pensé: _ La vida de esta mujer sería una buena historia, necesito encontrarla de nuevo. Durante una semana seguida, todos los días, a la misma hora, traté de salir a caminar, el objetivo sería ver al ahora recolector de latas, pero no pude hacer nada, cuando pensé que no vería ella más, he aquí que la encontré tirada encima de una manta vieja, debajo de una marquesina, harapienta y sucia. Me acerqué con mucha cautela, ya que no quería asustarla, pero ella estaba despierta, así que le pregunté. _ Amigo, ¿qué pasó? No sabía que dormías en la calle. 01

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