Isabella Acosta tuvo una vida muy trágica perdió a su madre muy joven, y su padre. Y ahora que estaba apunto de casarse, su futuro esposo tiene una aventura con su madrastra. ¿Cuanto podrá soportar Isabella? Cuando se entera de que su esposo solo quiere un heredero y esta dispuesto a pagar por ello.
Entonces, ¿vas a seguir adelante con todo esto? ¿Te vas a casar con Dexter aunque sepas que él no te quiere?
Isabella se estremeció al oÃr las palabras envenenadas que acababa de pronunciar su madrastra. Estaban las dos en el dormitorio de Isabella, bueno, el que lo habÃa sido hasta poco después de la muerte de su padre. Tras aquello Elena habÃa anunciado su decisión de vender la preciosa casa con jardÃn en la que Isabella habÃa crecido para poder comprarse un apartamento en la pequeña ciudad en la que vivÃan.
-Dexter me ha pedido que reciba a sus clientes -habÃa explicado su madrastra el dÃa que le habÃa comunicado sus planes de vender la casa, cosa que habÃa dejado perpleja a Isabella -. Dice que cuando yo me hice cargo de tratar con los clientes, la empresa de tu padre empezó a ir mucho mejor. Desgraciadamente tu madre nunca entendió lo importante que era ser amable con los clientes.
En aquella ocasión Isabella habÃa intentado que no la afectaran las palabras de su madrastra; simplemente habÃa respondido encogiéndose de hombros en un gesto que ya era caracterÃstico en ella cada vez que Elena mencionaba a su difunta madre. Siempre sentÃa el impulso de defender su memoria, pero ya tenÃa experiencia suficiente para saber que era mejor no hacerlo. Sin embargo no habÃa podido evitar hacer un breve comentario:
-Mamá estaba muy enferma. Si no hubiera sido asÃ, estoy completamente segura de que habrÃa tratado a los clientes de papá con toda amabilidad, y habrÃa estado encantada de hacerlo.
-SÃ, todos sabemos que piensas que tu madre era una santa -sus ojos se habÃan llenado de furia y hostilidad -. Y Dexter está de acuerdo conmigo en que, durante todos estos años, le has puesto las cosas muy difÃciles a tu padre con esa manÃa tuya de intentar hacerlo sentir culpable por haberse enamorado de mÃ.
La manera en la que Elena se vanagloriaba de aquello habÃa hecho que a Isabella se le revolviera el estómago, y el resto de la conversación no habÃa logrado precisamente que se encontrara mejor.
-Dexter opina que tu padre fue muy afortunado al casarse conmigo. De hecho... -habÃa dejado de hablar para hacerle un gesto de complicidad, una complicidad que desde luego no existÃa entre ellas dos. Isabella solo tenÃa ganas de dejar de escuchar a Elena hablar de Dexter como si tuviera una relación muy estrecha con él; le dolÃa aún más porque estaba profundamente enamorada de él.
Isabella nunca habÃa conseguido entender por qué su querido padre se habÃa enamorado de una mujer frÃa y manipuladora como Elena. TenÃa que admitir que también era muy bella: alta, rubia y con muy buena figura. Todo lo contrario que Isabella, que siempre habÃa sido la viva imagen de su madre: bajita, con el pelo negro lleno de rizos indomables y los ojos violeta oscuros que, en el caso de su madre estaban permanentemente llenos de amor y ternura, mientras que los ojos azules de Elena no transmitÃan nada más que frialdad.
Sin embargo querÃa demasiado a su padre como para decirle lo que opinaba realmente. Su madre habÃa muerto cuando ella tenÃa siete años y, cuando a los catorce su padre habÃa decidido volver a casarse, Isabella se habÃa convencido a sà misma para aceptar a aquella mujer que se iba a convertir en su madrastra por el bien de su padre. De hecho, tenÃa la firme convicción de aceptar a cualquier persona que pudiera hacerlo feliz.
Pero Elena pronto habÃa dejado muy claro que ella no era tan generosa; tenÃa treinta y dos años cuando se casó con su padre y nunca demostró el más mÃnimo interés por los niños, y mucho menos por Isabella, a la que siempre habÃa tratado como una adversaria, una rival con la que tenÃa que competir por el amor y la atención de su marido. La más obvia muestra de lo que sentÃa por su hijastra habÃa tenido lugar a los tres meses de llegar a la casa, cuando habÃa anunciado que creÃa que lo mejor era mandar a Isabella a un internado, en lugar de seguir viviendo allà con ellos y estudiando en el colegio privado que habÃa elegido su madre antes de sucumbir a la terrible enfermedad degenerativa que habÃa acabado por matarla. Entonces habÃa sido Sophia que habÃa intervenido para recordarle a su padre las molestias que se habÃa tomado su primera mujer para encontrar una escuela adecuada para su hija. También habÃa sido Sophia el que habÃa aparecido un dÃa en aquel mismo colegio con la terrible noticia del accidente de su padre; y habÃa consolado a Isabella mientras ella no habÃa podido controlar un llanto desesperado y lleno de impotencia.
Eso habÃa ocurrido casi doce meses antes, cuando ella tenÃa diecisiete años; ahora tenÃa dieciocho y en menos de una hora se casarÃa con Dexter.
SentÃa que todo estaba pasando demasiado rápido.
El coche que tenÃa que llevarla a la misma iglesia en la que se habÃan casado sus padres y en la que estaba enterrada su madre estaba esperándola fuera. En la habitación contigua se encontraba el viejo abogado de su padre que iba a acompañarla hasta el altar. Iba a ser una boda tranquila, como le habÃa pedido a Dexter encarecidamente.
«¿Vas a seguir adelante con todo esto? ¿Te vas a casar con Dexter aunque sepas que él no te quiere?» Su mente volvió a repasar las palabras que su madrastra habÃa pronunciado consciente del dolor que iban a causarle.
-Dexter dice que es por mi propio bien -respondió con voz entrecortado -... y que eso es lo que mi padre habrÃa querido.
-Dexter dice -Elena repitió sus palabras burlándose de ella abiertamente -. Eres tonta, Isabella. Solo hay una razón por la que Dexter quiere casarse contigo y es porque quiere hacerse con el control de la empresa.
-¡Eso no es cierto! -la joven protestó con fuerza -. Él ya dirige el negocio -le recordó a su madrastra -. Y sabe perfectamente que yo jamás querrÃa que fuera de otra forma.
-Puede que tú no pero, ¿qué me dices del hombre con el que te casarÃas algún dÃa si Dexter no se convirtiera en tu marido? -le preguntó con más suavidad -. Vamos, Isabella, ¿no creerás de verdad que Dexter está enamorado de ti? -su tono volvió a rozar la burla -. Es un hombre, para él solo eres una niña... Escucha, él mismo me ha dicho que si no fuese por la empresa jamás, se casarÃa contigo.
Aunque trató de contenerlo, se le escapó un grito ahogado de dolor que contrastaba con la sonrisa triunfante de Elena. Se odió a sà misma por permitir que aquella mujer traspasara todas sus defensas.
-Dexter nunca... -empezó a decir intentando recuperar el control que ya habÃa perdido.
CapÃtulo 1 Prólogo
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CapÃtulo 2 : Boda ¿No
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CapÃtulo 3 : Acepto.
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CapÃtulo 4 : A tu regreso.
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CapÃtulo 5 : Invitada.
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CapÃtulo 6 : Propuesta
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CapÃtulo 7 : Tratos
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CapÃtulo 8 : A casa
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CapÃtulo 9 : Discusión
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CapÃtulo 10 : El inicio
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