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Capítulo

Sinopsis Karen no sabía que existían seres de otros planetas hasta que fue secuestrada por una extraña raza de hombres-lagartos y llevada a lo que parecía ser una nave, lejos de su planeta. Pero una serie de acontecimientos la lleva hasta las manos de un sexy y caliente alienígena que está dispuesto a conservarla. Drak es un guerrero del planeta Dargox. Tiene una sola cosa en mente la liberación de su galaxia de la esclavitud de los Lars. Es decir, hasta que ve a la pequeña mujer humana y él estará más que dispuesto a luchar para tenerla. No solo quiere su cuerpo sino también su corazón para siempre. En las manos de ese ser de otro planeta, Karen está a punto de descubrir lo que siempre ha estado buscando. El amor.

Capítulo 1 Capitulo 1

Capítulo 1

KAREN

Encontrar un nuevo empleo. Fue su primer pensamiento cuando monto sus pequeñas maletas en su auto antes de salir a toda prisa de la casa de ese bastardo.

Sin tener un lugar a donde ir, Karen conduce al sur de Australia huyendo de su abusivo exmarido después de haberla golpeado por octava vez, preguntándose cómo es que fue tan ciega de no verlo que el hombre era en realidad. Con él en prisión era el momento de irse lejos después de haber sido dada de alta del hospital donde estuvo tres semanas recuperándose de una brutal paliza que el hijo de puta le dio que casi la mataba.

Karen lamento no haber salido más temprano de casa esa mañana y poder aprovechar el sol en lugar de conducir cientos de kilómetros de noche cuando aquella brillante y cegadora luz descendió sobre ella. De esa manera no estuviera en estos momentos dónde se encontraba, en el frío suelo de una jaula con gruesos barrotes de metal, una especie de taza en una esquina donde se suponía que debía de realizar sus necesidades, una manta sucia y mal oliente era lo único que cubría su curvilíneo cuerpo semidesnudo, ya que sólo llevaba puesta su ropa interior.

Levantó la mirada y observo a la única mujer que estaba aparte de ella, que habían recogido en los últimos días, ¿Que como sabía que llevaba días en esa mierda de nave espacial? Fácil, por qué los horribles hombres-lagartos de piel morada y escamosa apagaban las luces después de llevarle su tercera y última comida por ese día. Tenía que darle algo de crédito a las malditas cosas por suponer o investigar de que debían alimentarlas tres veces al día eso o que pretendían engordarlas para que fueran su próxima comida. Al principio entro en pánico y gritó hasta más no poder, pero luego de recibir un disparo de una especie de pistola eléctrica en la pierna que la dejó inconsciente en el acto por el dolor causado, dejó de gritar odiando el hecho de no poder hacer nada y mucho menos entender lo que ellos le decían.

Luego de haber estado sola alrededor de una semana, más o menos, trajeron a dos mujeres una de ellas no paraba de gritar histérica por más que ella trató de calmarla y hacer que la escuchará pese a no hablar su idioma, el cual estaba segura era español, no lo hizo. Hasta que uno de los lagartos entro en la bodega de carga y se acercó a la mujer que no dejaba de llorar y gritar, abrió su jaula la sacó y sin más le disparo con una pistola láser. Karen gritó horrorizada cuando la sangre de la mujer salpicó su cara. Ahora sólo el silencio reinaba ya que ninguna hablaba. Quedaban ella y la mujer al lado de su jaula.

—Oye —escucho una áspera voz a su lado. Karen la miró—. ¿Tienes alguna idea de a dónde nos llevan? —observó a la mujer morena de cabellos negros que le hablaba.

—Lo siento. No tengo idea.

—Pero llevas tiempo aquí, ¿Correcto? Quiero decir, ya estabas cuando he llegado.

—Si. Cuando llegue estaba sola. Pase un tiempo así, asumo que alrededor de una semana o dos, no estoy muy segura. Luego llegaron la otra mujer y tú. —la mujer la miró con lágrimas no derramadas en sus bonitos ojos chocolate.

—Tengo mucho miedo. —le confesó mientras temblaba.

—Lo sé. Yo también estoy aterrada. Siempre pensé que no estábamos solos en el mundo, que había algo más ahí fuera. Pero nunca creí que esto me pasaría... —hizo una pausa—. Ha cualquiera de nosotras.

—Yo me escape de casa de mis padres para verme con mi novio en el rancho de su padre a unas cuantas millas de distancia, cuando una diminuta luz roja parpadeó cerca de mis pies, comencé a seguirla segura de que era él jugando conmigo, luego una luz blanca me cegó y ya no supe nada más.

—A mí me pasó algo igual, pero yo iba conduciendo. ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? tienes un acento al hablar.

—Jessica Williams, pero todos me dicen Jess. Soy de Texas.

—Soy Karen Hass. De Australia. Todo estará bien, Jess. Solo mantén la calma. —O eso esperaba.

Karen se había arrimado a los barrotes para estar más cerca de la joven mujer que lloraba en silencio.

—¿Qué edad tienes, Jess? —le preguntó. Ha este punto no sabía a cuál de las dos trataba de distraer más; si a Jess o a ella misma.

La joven mujer vaciló.

—Veinte —Karen la escudriñó buscando algún indicio de mentira. Pero la verdad es que ella se veía muy joven—. Vivo con mis padres y soy estudiante de medicina, quiero ser cirujano.

—Eso es genial, Jess.

—¿Y tú?.

—Veintiocho años. licenciada en relaciones públicas y comunicaciones. Vivía...

De repente la nave se estremeció sacudiéndola a las dos. Jess agarro las manos de Karen, ambas se miraron con horror. Otro estremecimiento le hizo saber a Karen que la nave estaba siendo golpeada por algo. Luces rojas parpadeaban con un fuerte sonido de alarma que les hizo saber que algo realmente malo pasaba.

¡¿Estaban siendo atacados?!

Un lagarto entro corriendo apuntando en todas direcciones mientras hablaba con alguien al otro lado del dispositivo que tenía en su oreja inexistente. La nave seguía moviéndose, él corrió a la puerta de carga y trato de bloquearla, pero fue demasiado tarde, un fuerte estallido resonó en el lugar. Karen abrazó lo más que pudo a Jess. El lagarto salió volando hacia atrás cuando la puerta se abrió con una explosión. Diez sujetos completamente cubiertos con trajes similares al cuero, entraron muy bien armados. Algunos de ellos se adentraron en el barco y más disparos se escucharon, los otros las observaron. Uno de ellos dio un paso al frente de la jaula de Karen, ella no podía verlo porque estaba cubierto por un casco y el vidrio polarizado le impedía ver su rostro.

Él le gruño algo que ella no pudo saber que era, su cuerpo se estremeció. Jess gimió a su lado.

—¡Shhh! —le recordó Karen.

Los sujetos se posicionaron frente a las jaulas y apuntaron sus armas a ellas, Karen pensó que había llegado su momento así que cerró con fuerza sus ojos. Disparos se escucharon y luego más hasta que se detuvo y sólo los pasos acercándose le hizo abrir sus ojos y darse cuenta de que estaba viva y que sólo habían abierto las puertas de las jaulas. Ella y Jess se mantenían juntas, uno de ellos se metió dentro guardando su arma en su funda y levantando las palmas de sus manos hacía arriba en señal de rendición. Volvió a gruñir algo, pero Karen sacudió su cabeza para hacerle saber que no entendía ya que comprendió que trataba de comunicarse con ella. Él miro a los demás y les gruño, todos asintieron y entraron en la nave con los demás y sólo uno se quedó con el que estaba con ella, haciendo los mismos movimientos que él.

Karen se dio cuenta de dos cosas: Una, Que eran enemigos de los lagartos.

Dos, Que si éstos sujetos no les habían matado aún sólo podía significar una cosa... las estaban rescatando. ¿Qué otra cosa podría salir mal?

Soltó a Jess y se aferró a los barrotes para poder levantarse, sus piernas temblorosas la hacían muy Inestables. Se balanceó ligeramente, unas fuertes manos la agarraron de su antebrazo para sostenerla, miro al sujeto que le volvió a gruñir teniendo un mejor vistazo de él, realmente era alto como de dos metros y algo, no estaba segura. Puros músculos grandes y fuertes se podían notar bajo su traje.

Él se acercó más y sin previo aviso la tomó en sus brazos cargando su pesado cuerpo talla dieciséis como si no pesará nada.

—¡Suéltala! —gritó Jess.

—Estoy bien. —debía tranquilizarla de alguna manera, aunque ella estuviera temblando del miedo, la miró.

—¿Piensas dejar que te lleven?.

—Si tienes una mejor idea que esta dila. Pero déjame recordarte que nada podría ser peor que ser secuestradas de vuestros hogares en la tierra, porque es obvio que ya no estamos en ella. —se quedó en silencio.

—¿Crees que estaremos bien? —volvió a preguntar.

—No puedo asegurarte eso. Pero tengamos en cuenta que estos sujetos han matado a esos lagartos. No quiero que nos hagan daño a ninguna. Así que por favor mantengamos la calma. —buscó a Jess con la mirada, ya que esta sólo podía ver al sujeto frente a ella—. Vamos, Jess, ven conmigo. —ella le recordaba a su hermana pequeña que murió hacía tres años en un accidente.

—No. Tengo miedo.

—Yo también. Pero pediré que nos mantengan juntas.

—¿Cómo harás eso sí no nos entienden.

—Un paso a la vez. —era obvio que estos sujetos no querían hacerles daños, de lo contrario ya las abrían sacado a la fuerza. Pasos corriendo del interior del barco alertaron a Karen, el que la sostenía giró para ver a los que habían entrado.

Comenzaron a gruñirse unos a otros, hablando obviamente. Jess la miró y ella asintió para que no pusiera resistencia. El que estaba cerca de Jess la cargó y ella automáticamente envolvió sus brazos en su cuello.

Salieron por la puerta destrozada, pasando por una corta plataforma hasta llegar a otra puerta de carga que se abrió en seguida mostrando a lo que parecían ser cuatro hombre, altos y bien fornidos de grandes músculos, armados apuntando hacia ellas.

Karen estaba en shock al ver que podrían pasar por humanos si no fuera por su piel blanca-grisácea y esos extraños ojos con las pupilas ovaladas que le hacía recordar a los de un gato. Sus cabellos largos y sedosos le caían a la cintura, sus tonos variaban del blanco al negro y marrón. Las facciones duras y estructuradas de sus rostros, con pómulos firmes y mandíbulas cuadradas, orejas puntiagudas, la hicieron jadear por el gran parecido con los hombres de la tierra.

Volvió su cabeza para mirar al que la llevaba en brazos, aunque no podía verlo, trato de imaginar cómo sería él. Si sería tan hermoso como los otros.

El que llevaba a Jess se detuvo a su lado mientras hablaban. Luego caminaron adentrándose más en su nave, caminando por largos pasillos y deteniéndose de vez en cuando ante puertas que se abrían a su paso. Entraron a un elevador que descendió causándole una sensación aterradora en su cuerpo, se aferró con fuerza a él. Sintió su pecho vibrar, ¿Acaso se estaba riendo de ella? No era como si le importará mucho en ese momento. El elevador se detuvo y las puertas se abrieron.

Caminaron unos pocos pasos más hasta que se detuvieron ante una puerta abierta donde un sujeto alto, no tanto como el que la llevaba, pero igualmente musculoso, de cabello negro y ojos ámbar, los esperaba. vestía una bata blanca obviamente tenía que ser el doctor.

Miro a alrededor y su mente quedó en blanco al ver tanta tecnología y máquinas.

El que la sostenía en brazos paso a la gran habitación y la acostó en una extraña cama que le hacía recordar más a una canoa solo que el triple de grande seguramente para poder albergar sus enormes cuerpos. Dio un paso atrás, le dijo algo al de la bata blanca entregándole algo en sus manos y salió llevándose al que aún sostenía a Jess.

—Espera, no puedes llevártela. ¡Oye, te estoy hablando! ¡De vuélvemela! —trató de incorporarse hasta que logro quedar sentada, fue entonces que se dio cuenta que el verdadero reto sería bajarse de la cama sin romper su cuello—. ¡Tú! —señalo al sujeto que estaba con ella—. Tienes que traerla conmigo, ¿me entiendes?.

Él le dio la espalda y comenzó a accionar un montón de botones y cable en su increíble computadora, Karen entro en pánico, iban hacer experimentos con ellas.

«¡Santa mierda! ¿En qué me he metido?»

Ahora pensaba que morir era mucho mejor que esto.

Cabellos-negros se acercó a ella y le enseño algo que tenía en su mano. Karen lo observó, era un pequeño dispositivo del tamaño de un auricular, pero blanco y parecía hecho de una especie de gel blando.

—¿Qué es? —susurró.

Él la miró apartándose su cabello aún lado y mostrándole su oreja, llevo el dispositivo hasta el mismo luego y la señalo a ella.

—¿Tratas de decirme que eso va en mi oído? —le pregunto haciendo las mismas señas que él.

Cabellos-negros asintió, y le hizo saber que tenía que acostarse y cerrar sus ojos.

«Joder, quiere que duerma. ¡Experimento!» fue su primer pensamiento.

Aun así, ella le hizo caso y se acostó en la cama-canoa que en seguida comenzó a cerrarse como una cápsula. luces azules la recorrieron completamente.

Karen miraba todo con los ojos muy abiertos, su corazón martillaba en su pecho con tanta fuerza que pensó que se le saldría. Cabellos-negro se puso en su campo de visión hablándole en ese extraño idioma de él. Sus párpados comenzaron a pesarle mientras un profundo cansancio la embargaba. Él le sonrió y ella pensó que era la sonrisa más linda que alguna vez haya visto. Con colmillos.

La oscuridad llegó a ella.

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