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Capítulo

Hay muchas cosas que las personas prefieren omitir por miedo, pero el mundo tiene un lado oscuro y sobrenatural que solo pocos pueden percibir. El mundo de lo paranormal tiene sus riesgos y peligros que llevan a perder la cordura, pero no todo está perdido. Se dice que en Oso se encuentra una iglesia la cual lleva años sin llevar una misa a cabo, pero justo en aquella cruz donde descansa el hijo de Dios te puede traer una fortuna diciendo unas cuantas plegarias, pero será mejor que lo pienses dos veces antes de querer contar con él.

Capítulo 1 LIBRO DE SAN ARTHUR VERSÍCULO 1.

CONTROL PARENTAL.

El siguiente libro contendrá descripciones gráficas, si eres religioso, o si te da miedo lo oculto será mejor que evites leer esto, porque estoy segura de que te causará pesadillas antes de dormir. Menores de edad absténganse a leer algo que no es de su edad, no me hago responsable de riesgo de traumas. Yo solo les muestro la realidad de la vida

Arthur Vincent siempre ocultó su desprecio antes de asesinar a uno de sus adversarios, los dejaba marinando en sus propios nervios y ansiedad, pero eso sí, jamás perdía su elegancia y modales.

Antes de su golpe final, le gustaba invitar a su oponente a tomar un poco vino con unos mariscos en frente en su restaurante favorito, el cual se encontraba a unos escasos metros de un acantilado. Arthur solamente tenía cinco años cuando su padre le dio una tunda fuerte, sus nalgas habían quedado rojas gracias a los correazos, y todo eso ocurrió simplemente porque el pequeño Arthur no quería comer sus verduras. Los años pasaron y el rencor del hombre hacia su padre aumentó, y por supuesto exigía una venganza, ahora mismo tiene a Boris Vincent en frente de él comiendo lo que menos le gusta a su padre, el marisco. Saboreo cada bocado que le daba a los camarones mientras que su padre lo veía con asco.

— No voy a aceptar el trato ¿ok? — dijo al fin, con un tono indiferente. — No estoy para nada interesado en tu maldito dinero.

Claro, había olvidado un pequeño detalle, el restaurante donde estaban comiendo era de Arthur, él se había convertido en un regente magnate del pueblo con su cadena de restaurante y por supuesto fue un éxito llevándola a otras partes del mundo.

— Siempre has sido un hijo de per… — Boris logró guardar su compostura y no terminó la frase, los comensales de otras mesas voltearon a verlo con reproche, por el elevado tono de su voz.

— Sabes Boris, a tu edad deberías saber guardar la compostura. — hizo saber Arthur en un tono cómico. — El restaurante está repleto y no creo que quieras armar un teatrito en frente de todos.

Pero en realidad a Arthur no le interesaba la cantidad de personas que había allí adentro.

— ¿Desde cuándo no te interesa el dinero? — a Boris le costaba creer que su hijo había rechazado su propuesta, pero Arthur tenía sus razones. — Te conozco y sé que no quieres otra cosa, eres inmoral e indecente, sabes perfectamente conocido como el destructor, porque todo lo que tocas lo destruyes. Has jugado bien y eso lo debo admitir, pero te vuelvo a repetir, vengo por la mitad de mis acciones y te estoy ofreciendo el triple es justo y te harás más rico de lo que ya eres.

—Ya te dije Boris, no voy a firmar ese documento. — El dueño del restaurante toma un poco de vino, mientras ve fijamente a los ojos de su padre.

—Maldita sea. — murmura por lo bajo Boris. — ¿Qué quieres Arthur? ¿Mi empresa? Ese cuentico no me lo trago. Sabes perfectamente que mi empresa no es rentable, si quieres levantarla de los escombros te llevará por lo menos tres años.

Arthur no iba a refutar lo irrefutable, esa empresa ya se encontraba en quiebra y sería completamente un fracaso invertir en ella, pero lo que hizo fue en venganza y no se dará por vencido hasta ver a su padre de rodillas y rogándole como un perro. Arthur tiene treinta y dos años, mientras que Boris sesenta y cinco, los dos con los años de experiencia encima, sabían del mundo de los negocios desde perspectivas diferentes y por lo general el otro sabía saber qué pensaba el otro con tan solo una mirada.

Arthur Vincent sabía que la mejor forma de derrotar a tu enemigo es mediante el silencio, eso mantenía la tensión de la mesa a flote y era más emocionante y excitante.

— ¿Ahora te comió la lengua el gato? — Boris bufa claramente molesto por la actitud de su hijo. — definitivamente estas disfrutando mucho de este momento y abusas de tu posición, regodeándote en la victoria, ya me imagino como debes estar por dentro, si no quieres vender tus acciones es porque ya tienes un plan en marcha ¿no es cierto? Vas a despedazar todo como lo sueles hacer.

El hijo del hombre comenzó a sonreír maquiavélicamente, su padre había dado justo en el clavo.

— ¡Por fin! — Exclamó, mientras aplaudía. Algunos comensales lo vieron como si tuviera un tercer ojo. — Eso es lo que precisamente voy a hacer papito.

Boris estaba rojo de rabia.

— Vas a perder todo por una simple venganza.

— No me interesa, soy muy rico. Puedo hacer lo que se me venga en gana.

— Arthur he levantado esa empresa con mis propias manos, no tenia ni un centavo cuando coloque el primer bloque de ladrillo, en ese edificio hay treinta años de mi vida, no puedes hacerme esto.

— Sí puedo hacerlo, lo voy hacer

— Está bien, tú ganas. — dijo Boris claramente derrotado. — Dime que quieres ¿Quieres que me arrodille? ¿Qué te suplique? Lo hare. Pero déjame decirte algo Arthur, jamás llegue a creer que tu fueras así, pero no puedo permitir que destruyas lo que tanto me costó levantar y…

Arthur le levanta la mano para que se callara, su teléfono estaba sonando.

— Espero que sea algo importante. — mira a Boris y le da una falsa sonrisa y señala el teléfono. — es mi abogada. Boris estaba a unos cuantos minutos de estallar como una bomba, pero si quería recuperar lo que era suyo debía aguantarse y tragarse todo lo que su hijo diga. — estoy en una cena de negocios, date prisa… ya sabes quien es el dueño de mi futura empres… claro que lo conoces, es mi padre. — Arthur tapa la bocina del teléfono. — te manda saludos. — Boris bufa.

— Lo dudo mucho. — responde cruzándose de brazos.

—¿la policía? — Pregunta Arthur con el ceño fruncido. — ¿Estas seguro de eso…? ¿Qué…? Eso no tiene sentido, mis perros están bien educado, ¿pero está bien mi hija? … claro que no esos comportamientos no son normales, yo los conozco, contrate a los mejores para que los domesticaran… no me hagas esas preguntas estúpidas, Teres ahora mismo debe estar en el maldito Spa como todos los días, mal gastándose mi dinero… ¡Maldición, como siempre yo debo encargarme de todo!

— ¿Qué pasa? ¿Qué sucedió con mi nieta?

— Debo irme, mis malditos perros se han escapado de casa.

Boris lo agarró del brazo.

— Arthur en estos momentos me da igual la diferencia que los dos tengamos, pero quiero saber que le sucedió a mi nieta.

Arthur se deshizo de su agarre.

— La niña está bien, pero Boris, yo nunca olvido nada, así que vete olvidando de esa empresa y si quieres hacer algo por tu nieta será mejor que pagues la cuenta.

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