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No Juzgues La Portada 3

No Juzgues La Portada 3

Nathaly H Vegas

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Capítulo

Me llamo Amelia Maggio y hace tres años mi vida cambió drásticamente cuando decidí irme de casa, huir de un padrastro que me violó y de una mamá tan loca como él. Me recibió una maravillosa familia, los O’Pherer, y atraje hasta ellos mis problemas, pero me ayudaron a sobrellevar esas cargas y lucharon conmigo. Pero las vicisitudes de la vida no pararon de llegar a mi, aunque quisiera dejar atrás mi pasado. Ahora debo batallar para reunir nuevamente a mi familia, arrancarlos de las garras del rencor y que me ayuden a salvar Hayden antes de que sea demasiado tarde; todo esto mientras debo decidir qué hacer con las dos nuevas vidas que se forman: una en mi interior, fruto de mi amor con Rámses; y otra en el interior de mi madre, fruto de su locura y la de mi padrastro violador. La vida avanza y pasa rápidamente, las decisiones que debo tomar traerán consecuencias para mí y todos los que me rodean. La vida tiene un principio y un fin, y este es el final de mi historia. No se apresuren a juzgar la portada, ni siquiera esta sinopsis, porque nadie sabe lo que mi corazón oculta ni toda la transformación que me espera.

Capítulo 1 ¿Está vivo .

—¡Cállense todos!—grité—. Ulises ¿Qué pasó?.

—Consiguieron a Hayden inconsciente en su habitación. Lo trasladarán a la clínica New Hope.

—¿Qué le pasó?.

—Se tomó unas pastillas, muchas—respondió Ulises.

—¿Está… está vivo?.

—No lo sé.

Su voz se quebró tanto como mi corazón en ese momento.

El teléfono se deslizó entre mis manos, toda mi fuerza desapareció por lo que sostenerlo se había hecho imposible, era inhumanamente pesado para mis ahora flácidas manos, sin embargo, Gabriel logró atajarlo antes de que se estrellara contra el piso, como si en ese momento eso fuese importante. Rámses me atajo a mí, pero tampoco sentía que fuese importante que yo cayese al piso en una dolorosa caída. Quizás así podría concentrarme en ese dolor en vez de el que comenzaba a quemarme desde lo más profundo.

Gabriel comenzó a hablar con Ulises, pero yo no lograba entender lo que él repetía en voz alta para el conocimiento de todos, y tampoco quería entenderlo porque estaba asustada. Enterré mi cara en el pecho de Rámses, queriendo colarme dentro de él, no sentir nada más, no saber nada más.

Quería que mi llanto no me dejara escuchar y sin embargo algunas palabras llegaron hasta mis oídos, empeorando mi angustia: No respira. Pastillas. Suicidio.

Teníamos que salir, acudir al encuentro de Hayden, fue lo logré entenderle a Rámses, quien ya estaba vestido, pues iba a salir a comprarme una prueba de embarazo, pero Gabriel seguía en pijamas, así que corrió a su habitación y regresó en lo que me parecieron fracciones de segundo. Salimos del departamento, Rámses llevándome de la mano, guiándome en el camino, porque mi mirada era borrosa por las lágrimas y al parecer había olvidado, en medio de este dolor, incluso como dar pasos sin tropezar.

—Se cortó la llamada—anunció Fernando, a quien Gabriel le había dado mi teléfono antes de correr a cambiarse de ropa, y me tendió el aparato.

Lo vi como si ni siquiera reconociera ese aparato que tantas malas noticias me trajo. De hecho, no quería agarrarlo, así que Rámses lo hizo por mi.

—Repite lo que te dijo—le pidió Mike a Gabriel cuando estábamos en el ascensor.

—Al parecer Hayden está o estaba en un centro de rehabilitación y esta mañana lo consiguieron sin respirar en el piso de la habitación. Lo trasladaron hasta la clínica New Hope y avisaron a los familiares registrados.

—Pero… ¿él no estaba de viaje?—preguntó Mike y todos me miraron.

Había guardado el secreto muy bien, pero ya había salido a la luz.

—Creo que su teléfono se descargó, la llamada cae directamente al buzón de voz—anunció Gabriel, quien había seguido intentando llamar a Ulises, sin resultados.

Subimos al auto de Mike y mientras Fernando colocaba la dirección en el GPS, Mike manejaba con gran rapidez. Comencé a marearme y luché con las náuseas, estaba segura de que era por los nervios no por el posible embarazo producto de mi descuido.

—Bombón, tienes que calmarte—me susurró mi francés, y solo entonces me di cuenta de que no había parado de llorar en todo ese momento.

—Por lo que sabemos, aunque no respiraba cuando lo consiguieron, no dijeron que no tenía signos vitales—agregó Fernando girándose en el asiento del copiloto.

Y eso fue lo que me hizo reaccionar. Fernando tenía razón, lo debieron conseguir personal del centro de rehabilitación, no enfermeros, no personas capacitadas para dar realmente una declaración médica. Quizás dijeron que no estaba respirando, pero probablemente si lo hacía aunque muy poco. Mi mente comenzó a aclararse del miedo, y comencé a pensar con mediana claridad.

Tomé mi teléfono de las manos de Rámses y llamé a Ameth, navegué con gran dificultad por el teléfono, gracias a mis manos temblorosas.

—Papá…—y mi voz sonó entrecortada, aunque había querido disimularla.

—Mia, ¿Qué pasó?—su voz era soñolienta, quizás lo acababa de despertar.

—Es Hayden, lo encontraron inconsciente en el centro médico, lo llevaron a la clínica New Hope. Fue… fue un suicidio. Intento de suicidio—me corregí.

Mi papá, Jeremy, Ulises y yo, éramos los contactos de emergencia de Hayden, pero en lo que notificaron al primero, Ulises, no tenían que avisar a los demás. Me tocó a mi darle la mala noticia.

—¿Dónde estás?—preguntó con una voz mucho más activa mientras lo escuchaba desplazarse con rapidez entre las distintas voces que escuché de fondo.

—Mike, Fernando, Gabriel, Rámses y yo vamos rumbo a la clínica. Ulises igual, aunque salió antes que nosotros. No hemos podido volver a comunicarnos con él. Papá…—fue un pequeño ruego con tantas palabras que no podía decir, que no salían de mi boca, pero que a pesar de mi silencio él entendió a la perfección.

—Yo me encargo, no te preocupes. Esto ya lo habíamos previsto, recuerda. Nos vemos allá.

Y él tenía razón, él se encargaba. Mi papá fue quien buscó el centro de rehabilitación y quien se había hecho cargo de todos los preparativos para que la identidad de Hayden permaneciera oculta, y esa clínica a la que estaba siendo trasladado también protegería su identidad, por lo que me dijo en su oportunidad.

Colgué el teléfono bajo la mirada expectante de todos pero no quería decirles nada. Esto… esto era culpa de ellos, ellos fueron lo que hicieron que Hayden se sumergiera en ese agujero negro de depresión y tristeza. ¿Y ahora si están preocupados?.

La rabia comenzó a reemplazar una parte de mis angustias y temores, y eso en estos momentos, eran buenas noticias.

—Muñeca…—comenzó a decir Mike, pero lo interrumpí con tan sola una mirada, mi rabia se escapaba por cada uno de mis poros.

Tomé el teléfono y esta vez llamé a Jeremy para avisarle y de inmediato comenzó a alistarse para encontrarse con nosotros en la clínica. Colgó no sin antes asegurarme de que todo estaría bien y que Hayden lograría salir adelante. Él me daba ánimos a mi, cuando él también perdería y mucho, si Hayden fallecía.

Lo habíamos hablado un día donde lo vi muy agobiado, no hace mucho, donde no lográbamos ver mejorías reales en la reclusión de Hayden. Me costó sacarle su mayor temor, porque también él sentía que era su mayor vergüenza. La vida de Hayden le preocupaba, porque lo quería, pero si Hayden fallecía, siendo la única familia que ahora tenía, siendo su padre adoptivo, habría quedado una vez más huerfano, otra vez a la deriva. Le aseguré que no se quedaría sin familia, que nos tendría a todos pero su respuesta fue tan sincera como contundente “¿los tendré a todos como los tiene Hayden en este momento?”. Ese fue el día que entendí con gran dolor que desde el momento en que todos decidieron darle la espalda a Hayden, en su momento de más necesidad, habian dejado de ser su familia. “Pues contarás conmigo” le aseguré.

“Por eso quiero conseguir a mi papá, no importa si no nos llevamos, si resulta ser el patán que abandonó a una mujer que embarazó, porque sabré que no estoy solo en este mundo, que sigo perteneciendo a alguien, aunque no lo quiera”.

Le respondí a Jeremy que él tambien me pertenecía a mi, porque era parte de mi familia, porque era mi hermano tanto como yo consideraba a Hayden un padre, y aunque logré quitarle un poco de su angustia tal como me dijo, siguió buscando a su papá biológico con mas impetú que antes.

Él es fuerte, fue lo que me dijo Jeremy, y lo único que yo me repetí mientras ignoraba las preguntas que me hacían todos en el auto.

—Amelia, ¿nos estás escuchando?—la voz autoritaria de Fernando me hizo enojar.

¿Acaso creía que podía ahora usar su autoridad para obtener información? Cuando yo se la quise dar no le interesaba. ¿Ahora sí, porque ahora si estaba preocupado? Pues no quiero, no puedo. No se lo merecen, todo esto….

—Todo esto es culpa de ustedes—dije en voz alta y sin la más mínima culpa—. De cada una de ustedes. Hayden cayó en una depresión por culpa de ustedes, no veía luz, comenzó a medicarse por culpa de ustedes. No salió de esto por culpa de ustedes, y en cambio se sumergió más. Tuvimos que internarlo en un centro de rehabilitación por culpa de ustedes y gracias a mi papá, un extraño si al caso vamos, porque ustedes, que son su supuesta familia, no le dieron ningún apoyo, lo hicieron a un lado como un leproso, sin que les importara ni tan siquiera escucharme, ni cuando les rogué por ayuda acudieron a su lado.

>>Estoy decepcionada de todos, dolida y furiosa. No merecen saber nada de Hayden, porque ustedes con su egoísmo y siendo unos completos inhumanos, lo llevaron a donde está ahorita, quizás debatiéndose entre la vida y la muerte. ¡Y rezo a Dios que esa lucha no la gane Hayden, porque está más que claro que él quiere morir! Rezo a Dios porque la voluntad de Hayden no se cumpla y que viva. Porque si Hayden muere…. Si Hayden muere perderán más que a un amigo, un hermano, un padrino, un familiar… y también me perderán a mi para siempre. Todos y cada uno de ustedes.

>>No han sido la familia que me han pintado por todo este tiempo, no son la familia que me tendió la mano y me enamoró. ¡No son ni siquiera una familia! Porque la familia se queda a tu lado sin importar qué, la familia no te da la espalda, no te deja ahogarte. He tenido paciencia con ustedes, he esperado y esperado sin que hicieran nada. Viendo de lejos como destruyen todo lo que han creado en tantos años, por puro egoísmo y homofobia. Son unos inmaduros y estoy decepcionada de todos. Karen también estaría decepcionada, lo sé y sé que ustedes lo saben.

>>¿Si Hayden muere, habrá importado? ¿Se arrepentirán de lo mierda que han sido todos estos meses sobre su tumba? No aprendieron nada con las perdidas que han sufrido, nada. Y cuando estén arrepentidos de no haberlo ayudado, no habrá valido la pena su arrepentimiento y tendrán que vivir el resto de lo que les quedé de vida, sabiendo que de una forma u otra, tienen las manos manchadas. Porque es tan culpable el que lanza el golpe, como el que lo ve y no hace nada. Deberían estar avergonzados de ustedes mismos y recen, recen también porque se recupere.

>>Entonces, dejen de preguntarme, porque yo, Amelia Maggio Gatica no les pienso decir como su hermano, tío, padrino—espeté con énfasis a cada uno—, terminó en una clínica por intentar suicidarse, porque ustedes bien que saben por qué llegó allí. Y en este momento yo solo puedo ver que la causa de que él esté en esa clínica son ustedes.

>>Cuando Hayden se recupere, si ustedes no arreglan esta estupidez que han creado, me iré con él. Y no volverán a saber de ninguno de nosotros. Pueden estar seguros de eso.

Apreté mis labios con fuerza, y miré por la ventanilla, sabiendo que los ojos de todos estaban sobre mí, pero que cada una de mis palabras se la habían ganado y que había tardado muchísimo en decírselas. Me quité un peso de encima, que aplastaba mi pecho día a día, que me comenzó a carcomerme y que me fue decepcionando poco a poco de mi familia que tanto amor incondicional me había dado.

.

.

No se escuchó nada más en ese auto que las respiraciones de todos, el ruido del aire acondicionado y las teclas de mi teléfono con las que le escribía a Ameth por noticias y le respondía los mensajes a Jeremy.

Y entonces caí en cuenta que no había llamado a Alexa y que quizás ella pudiera saber un poco más, después de todo, era también su terapeuta principal y personal médico de contacto.

—Alexa—dije apenas me atendió la llamada.

—Amelia, voy camino a la clínica. Me avisaron del centro de rehabilitación…

—Lo sé, lo sé—la interrumpí—, a mi me avisó Ulises pero creo que se quedó sin batería. Dime lo que sabes por favor.

—Me dijeron que lo consiguieron inconsciente en el piso de su habitación. Se saltó los llamados al desayuno y tienen un protocolo para eso. Estaba en el piso, con las pastillas aun en su mano. No saben como consiguió las pastillas, pero iniciaran una investigación.

—Eso no me importa en estos momentos. ¿Está vivo?.

—Creo que en este momento puedo saber lo mismo que tú. Le dieron RCP hasta que llegó la ambulancia y lo sacaron con signos vitales muy débiles e inestables. No saben la gravedad de la situación. La doctora de guardia estaba atendiendo a un paciente que acababa de llegar aun drogado, así que se lo llevaron antes de que ella pudiera ir con él. La subdirectora del centro se fue directo a la clínica, porque por la hora no había llegado a las instalaciones, pero tampoco se ha contactado.

—¡No fue tan temprano!—alcé la voz molesta— eran pasadas las 10 cuando me llamó Ulises. Si ella iba tarde a su trabajo, no le servirá de coartada.

—Toda la razón. Estaré llegando calculo que en unas horas. Estuve fuera el fin de semana con Keithan y apenas regresamos a la ciudad. Vamos todo lo rápido que podemos ir. En cuanto sepa algo te aviso, pero por favor haz lo mismo tu.

—Si. Lo haré. Tenemos que avisarle a Susana—le recordé.

—Yo me encargaré de eso. Te dejo Mía, quiero rendir la batería del teléfono lo más que pueda. Has lo mismo tu por favor. Ya ha salido de esto antes, también lo hará ahora.

Coloqué mis manos sobre mis ojos, cubriéndolo por completo. Esto parecía una pesadilla y quería intentar despertarme, sin embargo por mas que apreté mis uñas en mi cuero cabelludo y hundí las palmas en la cuenca de mis ojos, no lograba despertar.

No estaba soñando.

Suspiré tratando de calmarme, necesitaba llegar a la clínica calmada. El GPS marcaba aun una diferencia de 10 minutos para llegar.

El centro de rehabilitación era apartado de la ciudad y la clínica igualmente, era la única forma de proteger su identidad y aunque parecía una locura no estar mas cerca, la verdad era que no quería darle a Hayden ningún dolor de cabeza adicional, y preocuparlo por las repercusiones en su carrera, era definitivamente una angustia más para él.

Un mensaje de Alexa sonó en mi teléfono: “Susana ya se enteró. Comenzará a buscar pasajes para venir”.

Avisamos a Susana en cuanto vi que la depresión no era pasajera. Bueno, Alexa le avisó a su ahijada, era lo propio. Resulta ser que Susana no se sorprendió de que su papá fuese gay, pero si la sorprendió que no pudiera salir de la tristeza que lo consumía. No se lo imaginó de él nunca, creo que ninguno lo hizo. Desde entonces llamaba diariamente a Hayden, dos o tres veces al día. Mantenían comunicación constante y si no acudió para estar a su lado fue porque Hayden insistía en que no era necesario.

Hayden se estaba aislando, por eso no la quería cerca, pero de Ulises, Jeremy, Alexa y de mí no había podido librarse. Una nueva ola de rabia me invadió porque sé que Hayden hubiese dado lo que fuese para que su familia: Rámses, Gabriel, Mike y Fernando, estuviesen a su lado; Y estaba dando su vida porque no podía estar con ellos.

.

.

.

Cuando finalmente llegamos apenas pude esperar que el auto se detuviera. Iba sentada en el medio de Rámses y Gabriel, y empujé tanto al portugués para que se bajara, que hasta lo escuché quejarse de dolor.

Corrí hasta la recepción de la urgencia, buscando entre todas las caras a Ulises, quien debió haber llegado primero. La urgencia estaba plagada de personas, algunas lucían considerablemente enfermas, otras estaban sentadas con la misma cara de angustia que quizás tenía yo.

La urgencia no era tan grande, pero no encontraba a Ulises por ningún sitio.

Detrás de mi Fernando, Rámses y Gabriel miraban igualmente a todos lados. Y entonces lo localicé.

Ulises estaba sentado detrás de una columna, con su cabeza siendo sujetada entre sus manos, sus codos sobre las rodillas. Lo llamé con mas fuerza de lo que pretendía y él alzó la vista.

Llevaba la cara contraída de dolor, su nariz roja, sus ojos hinchados y aun con rastro de las ultimas lágrimas. Mi corazón se achicó considerablemente, mi piel se erizó y mi aliento me falló.

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