—¡Wow! Lía te ves muy hermosa con ese vestido, te queda como una princesa. —exclamo Maya muy sonriente.
—Lo se jajá, estoy consciente que me veo espectacular –afirmo Lía mirándose al espejo y sosteniendo un ramo de flores entre rosadas y blancas.
—Bueno creo que este es el vestido perfecto para el gran día, iré a donde está la señorita que nos atendió para avisarle.
—¡Está bien! —asentí con la cabeza y sonreí, Maya salió enseguida de la habitación.
—¿Valla realmente usare este vestido tan hermoso? Parece que estuviese soñando.— mientras mi cerebro aun procesaba todo esto lo que estaba aún ocurriendo en este preciso momento, automáticamente admiraba a la persona que estaba parada al frente de aquel espejo, traía puesto un vestido blanco modelo princesa con escote de corazón sin mangas y una cola enorme
—JA y eso que aún no llevo el velo y ya deslumbro.
Mientras me observaba en completo silencio mi cabeza comenzó a recorrer largos recuerdos tormentos y al mismo tiempo infernales asiendo que mi sonrisa dibujada dejara de tener sentido
<< Maya… ¡por favor no me dejes!>> gritó la niña en mi mente que se encontraba en plena desesperación sentada en plena calle sosteniendo a la persona más importante en su regazo llena de sangre y moretones.
<< ¡Maya despierta por favor!>> la voz de aquella niña sonó más fuerte con la esperanza de que alguien pasara y las encontrara, fuerzas para llamar y pedir auxilio ya no le quedaban de tanto usar sus músculos para gritar y llorar.
Me atormentaba el hecho de que aquel recuerdo no dejaba de recorrer en mi cabeza, aquellas imágenes de ver a mi hermana un segundo a mi lado y al otro dejándome su última sonrisa con una lágrima cayendo sobre su mejilla rosada y cerrando sus enormes ojos cafés para nunca más volverlos abrir me dolía tanto como aquella mañana.
—¿Pero qué diablos estoy pensando? ¡En una semana me voy a casar, se supone que debo estar feliz! —sacudí mi cabeza borrando aquellas escenas horribles que desde mucho tiempo trato de olvidar y acomode mi postura recta, volví a sostener mi ramo de flores mirando fijamente mi vestido con una sonrisa de orgullo y placer; pero…Esas imágenes no dejaban de aparecer como relámpagos, una tras otra.
De pronto mi tormentoso silencio fue interrumpido por la llegada de la señorita que me ayudaba a encontrar un vestido perfecto de novia. —Muy bien señorita, ¿este es el vestido que le gusta? ¿Si usted desea podemos seguir con otros modelos?
—No gracias, estoy segura que a mi prometido le encantara este.
—Y si no le gusta lo mato. —respondió Maya con un tono sarcástico mientras miraba su celular sentada en el sofá de la habitación detrás de nosotras.
—¡Oye! No puedes estar matando a todo el mundo así por así es ilegal. Además, harás que me quede sin esposo. —replique mientras sonreía y alzaba una ceja.
—Bueno con su permiso iré a preparar la caja para el vestido—hablo la muchacha de la tienda y luego se dispuso a salir.
—Si está bien. —acepte sin quitar mi vista del espejo.