Login to ManoBook
icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
La distancia que nos separa

La distancia que nos separa

Morgan Miller

5.0
calificaciones
1.5K
Vistas
9
Capítulo

Virginia es una joven hermosa e inteligente, quién no imagina que conocerá al amor de su vida siendo muy joven. Ese amor la llevará a vivir un viaje que lo cambiará todo. ¿Cómo se sigue cuándo se muere el amor de tu vida? esa es la respuesta que deberá encontrar la protagonista de ésta historia. A su vez Virginia descubrirá oscuros secretos familiares que sacudirán su mundo. ¿Podrá volver a amar y cumplir sus propios sueños? Esta historia es un recorrido a través de un amor soñado; una historia de fortaleza, de nuevos sueños, de imperfección y de autodescubrimiento de la protagonista.

Capítulo 1 Recuerdos

Música: Private Emotion, Ricky Martin

Septiembre de 2017

Virginia no podía dormir, los recuerdos se agolpaban en su memoria. Llevaban allí mucho tiempo, escondidos, como adormecidos. Despertar esos recuerdos, implicaba un viaje a lugares muy dolorosos. Lugares a los que no deseaba regresar. No sabía si podría soportar poner en palabras todo lo que necesitaba decir.

Esa mañana su hija de 13 años, le había pedido conocer todos los detalles de su llegada al mundo. La joven había pasado meses recopilando datos a través de su abuela, que se mostraba todo lo esquiva que podía. En unas horas la niña regresaría a su hogar buscando respuestas. Después de todo las necesitaba, eran su historia también. Si bien siempre supo quién era su padre, no lo conocía, para ella era un fantasma de una foto, del cual no se hablaba mucho , salvo en contadas ocasiones y de manera superficial.

Detrás del silencio de su madre, había una historia llena de pasión que había cambiado el curso de la vida de Vir y la había llevado a vivir el amor más grande que había conocido.

Virginia trató de no llorar, aunque tenía atragantada una angustia que hacía mucho tiempo no sentía con esa fuerza. Caminó despacio hacia la planta baja donde estaba su estudio, abrió la caja fuerte , de allí sacó una caja de madera, con dos iniciales grabadas “V & G”, Roma 2004.

Sabía que una vez que la abriese, todos los recuerdos volverían a golpearla con intensidad, pero debía hacerlo. La abrió lentamente; mientras revisaba los papeles, encontró el anillo dorado entrelazado a uno más pequeño, ambos grabados. Faltaba una tercera pieza, que es la que llevaba colgada en una cadena dorada desde hacía años, desde siempre, según recordaba. Abrió su relicario, una hermosa pieza plateada en una larga cadena, lo usó desde los 18 años y durante mucho tiempo. El relicario tenía una foto de ella jovencísima junto a un hermoso joven rubio, muy alto y con ojos de cielo. La foto había sido tomada en una playa preciosa, ambos sonreían felices.

Los recuerdos se presentaban desordenados en su mente mientras tomaba una hoja, era una carta, comenzaba diciendo “mi pequeña, sos todo lo que está bien en mi vida, soy el hombre más feliz del mundo desde el día que te conocí” … no pudo seguir, las lágrimas se apoderaron de ella. Lágrimas amargas, que sabían al dolor de la ausencia más larga, contenidas durante mucho tiempo, tanto que se habían convertido en parte de su alma.

Cerró la cajita y por primera vez en años, la abrazó atesorándola contra su cuerpo y subió a su habitación con ella, mientras pensaba por dónde empezar a contarle a su hija. Si, alguna vez había sido muy feliz, la niña era el resultado de un amor maravilloso, merecía saberlo todo.

La primera luz de la mañana la encontró sin haber pegado un ojo. Su memoria, la había llevado por un recorrido de su vida, que preferiría no haber tomado. El sabor agridulce de los recuerdos, le habían provocado un persistente insomnio. Había intentado escuchar música y prepararse una infusión, pero nada resultaba. La angustia había persistido durante la noche sin darle tregua. Esa vieja enemiga que alguna vez había amenazado con quedarse para siempre. Continuó dando vueltas en la cama mientras las imagénes se apoderaban de su mente. A toda velocidad recordaba los días en los que la felicidad era una constante, donde la vida se presentaba simple ante ella. Los días donde el futuro incierto era una promesa de una vida de a dos.

Mientras la ciudad despertaba a un nuevo día llenándose de vida, la chica no tardó en llegar corriendo, llena de alegría, puso la máquina de café y cuando estuvo listo se lo ofreció a su madre, sabía que siempre cumplía sus promesas. Cuando la vió, se preocupó, enseguida comprendió que su madre había pasado una mala noche por su pedido y le preguntó con dulzura:

Mami, hice café con leche para las dos, ¿tenés ganas de hablar?

Hija, no es que no tenga ganas, son recuerdos muy bonitos, quiero contarte todo, pero no sabría por dónde empezar.

¿Cómo era mi papá? ¿Hay más fotos de él?

Tras un largo suspiró Vir abrió su caja, sacó un álbum, que contenía alrededor de 100 fotos y se lo extendió a su hija diciéndole:

“Esto lo armé hace muchos años y lo guardé para vos, es casi toda nuestra historia. Sabía que este día llegaría”. “No sé si esté lista para hacer esto” dijo, mientras sus ojos amenazaban con comenzar a llorar nuevamente. “Creo que si nunca hablamos, es porque no puedo, todavía me duele su ausencia. Hijita, tu padre era un hombre maravilloso, lo conocí cuando tenía 15, apenas un par de años más que vos. Él tenía 21 años.”

Vir comenzó su relato con dulzura, la chica la miraba atenta, había heredado de su madre esa misma característica que se reflejaba en sus ojos. También su corazón habia esperando mucho tiempo que su madre se abriera y le permitiera navegar en los recuerdos que a veces la hacían sonreír, nunca sin el dejo de nostalgia de sus ojos. Virginia siguió contándole:

Tu tía Cam era mi amiga más querida, pasábamos mucho tiempo juntas, igual que ahora creo. Nos conocimos siendo unas niñas, enseguida congeniamos, su amistad, su cariño y presencia a lo largo de mi vida, han sido un regalo, uno de los más preciados de mi vida. Tu papá era su hermano, como ya sabés. Él era el hermano del medio, estaba entre ella y tu tío Germán. Hizo su escuela en un internado, en el Liceo Militar, resulta que su inicio en la adolescencia no fue de lo más sencillo, se metió en algunos problemas.

Y siguió contándole a la joven:

Cuando lo vi por primera vez, me pareció un idiota arrogante, pero no pude evitar perderme en sus grandes ojos celestes, que son también los tuyos, lo supe la primera vez que te cargué en mis brazos…

Seguir leyendo

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro