—Tengo un amante —soltó de pronto Nuria,como si estuviera recitantando un salmo de iglesia. Como si fuera un comentario sin importancia o fuese lo más normal del mundo...¡Viva la infidelidad!
Mi vista viajó automáticamente hasta Sergio,su novio. El mejor amigo de mi marido. Ellos aún no se casaban porque él siempre había sido un tarambana y hasta que se decidió a intentarlo con ella, hacía unos cortos dos años atrás, pensaba que seguiría soltero toda la vida. Yo lo adoraba. Era el mejor amigo de Oliver, y se había convertido en un gran apoyo para mí cada vez que lo había necesitado y sinceramente, a pesar del cariño que le tenía a mi amiga, su comentario me hirió.
—¿!Perdona¡? —pregunté llevando una mano a mi pecho, de manera ofendida y ella rodó los ojos como siempre hacía por mis actitudes leales ante todo en la vida. Podía reconocer que a veces me ponía profunda, pero la deslealtad me hacía hervir la sangre.
—No empieces que nos conocemos —me reclamó alzando un dedo hacia mí y bebiendo otro sorbo de su maritini mientras cruzaba las piernas —ese hombre tan maravilloso que te crees que es tu amigo, pasa de mi culo en los últimos tiempos y estoy hasta el moño de ser ignorada. Quiero diversión en mi vida, pasión, desenfreno,sentirme viva otra vez y no una anciana tejedora de zapatitos de bebé. Él se ha apagado y yo estoy cada vez más encendida Rynha y sí, me estoy follando a otro.Tengo todo el derecho —a pesar de toda la gestualidad que empleaba para hablar, susurraba sus palabras para no ser descubierta.
—Por supuesto que lo tienes—rebatí cruzando una pierna e inclinándome hacia adelante para hablarle en susurros también, casi que imitando su actitud, y señalando por encima de la mesa de cristal que nos separaba —pero sería más correcto,leal y elegante por tu parte,si le dijeras que la magia, el romance, el fuego y tal...se han ido al traste y que lo dejas, que hay otro que te da lo que estás buscando y que evidentemente no lo tiene él... eso, sería lo ideal porque así como tú tienes todo el derecho a tirarte a otro —puntualicé furiosa y gruñendo las muy escogidas palabras que le estaba diciendo —él tiene el derecho a saber que su historia contigo ha terminado. Cosa que aún no sabe, porque es más fácil para tí... simplemente ser egoísta y callarte.
Ninguna de las dos dijo nada y me recosté en mi sofá mirando a lo lejos, como mi marido, Sergio y Conrad hablaban tan ajenos al asunto que trataban sus mujeres.
—A ver chicas —intervino Natalie —todos sabemos que la infidelidad es un punto con su respectiva coma en muchos matrimonios y la mayoría salen adelante. Lo importante aquí —se giró para mí cuando vió que me había dejado boquiabierta con su comentario que jamás esperé oír de sus labios y levantó una mano para que la dejara explicarse hasta el final —es saber, qué tan importante o decisivo es ese hombre en tu vida. Tampoco es que Sergio sea un santo —enmarcó la frase más cliché del planeta —los hombre son todos iguales...lo más probable es que también tenga algún tanto anotado.
—Yo es que estoy flipando con ustedes —acoté anonadada.
—Solo han sido dos polvos épicos y él dice que no volverá a pasar, que quiere a su mujer y bla bla bla —ella trataba de restarle importancia a algo tan grande como lo que estaba haciendo. Y supuesta y evidentemente a la vez, lo dejaba todo en manos del hombre al que estaba viendo. O follando, según sus propias palabras
—¡Ah!,¿Por qué encima es casado? —mi asombro iba en aumento y me empezaba a replantear la valía de mi amiga.
Ya no solo era ella la infiel, es que él también lo era.
¡Menudos cabrones!
—Sí, lo es Rynha. Es la cosa más normal del mundo. Deja ya de ir de mosquita muerta que estoy segura que si un tío te tira los tejos te lo llevas por delante como hacemos tantas, por dios que no es un asesinato.
Siempre había notado cierta rivalidad de Nuria hacia mi manera de ser, lo más correcta posible. No es que fuera una santa virgen pero intentaba al menos ser congruente con mis ideales. Si bien nadie es perfecto, al menos respetuosa intentaba ser.