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El hombre del espejo

El hombre del espejo

Isari AS

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1
Capítulo

Muchos no saben lo que pasa al irnos de este mundo, pero hagas lo que hagas, no intentes regresar, no vaya a ser que lo que sucedió a este hombre te pueda pasar.

Capítulo 1 El hombre del espejo

Querido desconocido:

Algo que muchos no saben, y lo que muchos no sabrán, es lo que sucede cuando nos vamos de este mundo.

Te diré algo muy importante, mi querido lector. No busques volver, pues las consecuencias pueden ser muy graves.

¿Por qué es esto? Verás, los guardianes que se encargan de dirigirnos a nuestro destino, solo conocen los asuntos del mundo de los no vivos, no del mundo de los no muertos, por lo que, si los convences de ir al mundo que ya no te corresponde, te atienes a grandes riesgos.

Si no crees en mis palabras, o si no puedes imaginar lo que puede pasar, te invito a que sigas leyendo, pues te contaré la historia de un hombre que quiso regresar.

Antes de comenzar, quiero que sepas que nadie puede ser una persona viva nuevamente. Si vuelves al mundo de los no muertos, solo es tu alma la que está consciente, y nadie puede verte. Pueden sentir tu presencia, pero nunca podrán tocarla ni escucharla.

Dejando esto aclarado, comenzaré el relato.

El hombre del que hablo, murió en un accidente de tráfico, como muchos hacen, y fue su turno de ir al mundo de los no vivos. Sin embargo, pidió a guardián que lo dejará regresar «sea como sea», para poder ver a su hija crecer, hasta que ella por sí misma pudiera valerse.

El guardián, que solamente sabía guiar entre mundos, le concedió su ambiguo deseo.

Un alma en el mundo de los no muertos tiene muchas limitantes. Sin un cuerpo que la mantenga, no tiene más remedio que hallar un recipiente. En el caso de este hombre, su alma llegó al lugar que nunca imaginó.

En la habitación de su pequeña niña, había un gran espejo, donde era visible casi todo el lugar donde ella dormía. Su alma, entonces, se guardaría ahí, hasta el día en que ella fuera una adulta.

Él la vio durante muchos años. De ser una infante que apenas había dejado los pañales, pasó a ser una niña que iba todos los días a la escuela. Vio sus días felices, como cuando tuvo ella su primer recital de danza, y vio también sus días más desdichados, como cuando llegaba a casa llorando por culpa de sus compañeros maleducados.

La vio reír, la vio enojarse, la vio sollozar. Logró observarla hasta que ella fue una adolescente, y creyó que podría presenciar su vida durante mucho tiempo más.

Sin embargo, estaba muy equivocado.

La vio sentirse débil, la vio desmayarse, vio a su esposa gritar al hallarla tirada, y la vio cargar a su hija para llevarla a urgencias.

Hubo un tiempo en el que por días se quedaba solo, pues su hija pasaba sus días en el hospital, y llegó un momento en el que solamente la miraba acostada en su cama, demasiado débil como para hacer algo más.

Llegó un día en el que no la vio despertar nuevamente.

Él gritó, el lloró, el golpeó el espejo con todas sus fuerzas, pero nadie lo escuchó. Se quedó en el espejo, ahogándose en su sufrimiento por la muerte de su hija, que no llegó a ser adulta.

Y he aquí el problema que surgió.

Su estancia en el espejo acababa hasta que su niña pudiera valerse por sí misma, pero eso nunca sucedió. Su alma no podía dejar el espejo hasta que se cumpliera una meta imposible de realizar.

Su agonía y desespero llenó el lugar que la madre de su hija ya no se atrevía a visitar, esto gracias a los recuerdos que aquella habitación guardaba, y a la presencia que la aterraba.

La mujer se marchó, y una familia años después llegó.

El espejo se vendió, varias veces, con el hombre aun sufriendo, a veces a gritos y a veces en silencio.

En una ocasión, el espejo se quebró, y el alma que en este habitaba se dividió.

Hicieron nuevos espejos con los restos del antiguo, y en cada uno habita una parte de aquel hombre infeliz. Lamento mucho si alguna vez al mirarte al espejo sentiste un escalofrío o un extraño cosquilleo, él no puede volver a ser como era, y su ánimo tiene un efecto en el lugar donde se encuentra.

Ahora, querido extraño, dejo esto en tus manos. Al morir, un guardián me contó lo pasado, y me di la libertad de dejar esta advertencia para ti. Si por alguna razón, aun así, eliges regresar, no seas como mi padre y se específico al hablar.

Espero que sigas mi consejo.

Atentamente, una hija amada hasta después de la muerte.

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