Divorciamos En La Novena Vez

Divorciamos En La Novena Vez

Gavin

5.0
calificaciones
120
Vistas
26
Capítulo

Ricardo regresó a casa, el olor a hospital pegado a su piel y su pierna enyesada, un recordatorio del accidente que lo sacó de las pistas de carreras. Me recibió con un beso frío, y sus palabras, "Ximena, tenemos que hablar," cayeron como una sentencia. Sentí un escalofrío al oír el nombre de Mariana, su ex, el fantasma de nuestra relación. "Si te abandono por ella nueve veces," dijo, "entonces me dejas, pero si no llego a las nueve, me casaré contigo." ¿Un desafío? Era una locura, pero en mi desesperación, acepté. Las siguientes ocho veces fueron un tormento, excusas tontas que siempre involucraban a Mariana. La novena vez llegó en una noche de tormenta, mi cólico menstrual y su voz fría: "Mariana tuvo un accidente." Me dejó sola con el corazón hecho pedazos, mientras él se iba por ella. Lo vi con Mariana, radiante, sin un rasguño, riéndose con mi Ricardo. Caí de rodillas, el dolor me consumía al ver el acuerdo de ruptura que había firmado sin leer. En el hospital, después de que me atropellara un coche por proteger a Mariana, Ricardo solo se preocupó por ella. Cuando regresó, actuó como si nada, el mismo gesto vacío, la misma arrogancia de siempre. Supe entonces la abismal diferencia entre ser amada y ser simplemente tolerada. El doctor dijo la palabra: "Exesposa", y su rostro se descompuso. Firmó los papeles que yo le di, sin saber que se firmaba su propia sentencia. Mi salvación. Una última vez tuve que ir tras él, a una carrera clandestina, a ver cómo se arriesgaba por la misma mujer que lo había quebrado. ¿Por qué siempre ella? ¿Por qué siempre perdía yo? Gané. Encontré mi libertad, mi verdadero amor en Alejandro, y mi propia felicidad.

Introducción

Ricardo regresó a casa, el olor a hospital pegado a su piel y su pierna enyesada, un recordatorio del accidente que lo sacó de las pistas de carreras.

Me recibió con un beso frío, y sus palabras, "Ximena, tenemos que hablar," cayeron como una sentencia.

Sentí un escalofrío al oír el nombre de Mariana, su ex, el fantasma de nuestra relación.

"Si te abandono por ella nueve veces," dijo, "entonces me dejas, pero si no llego a las nueve, me casaré contigo."

¿Un desafío? Era una locura, pero en mi desesperación, acepté.

Las siguientes ocho veces fueron un tormento, excusas tontas que siempre involucraban a Mariana.

La novena vez llegó en una noche de tormenta, mi cólico menstrual y su voz fría: "Mariana tuvo un accidente."

Me dejó sola con el corazón hecho pedazos, mientras él se iba por ella.

Lo vi con Mariana, radiante, sin un rasguño, riéndose con mi Ricardo.

Caí de rodillas, el dolor me consumía al ver el acuerdo de ruptura que había firmado sin leer.

En el hospital, después de que me atropellara un coche por proteger a Mariana, Ricardo solo se preocupó por ella.

Cuando regresó, actuó como si nada, el mismo gesto vacío, la misma arrogancia de siempre.

Supe entonces la abismal diferencia entre ser amada y ser simplemente tolerada.

El doctor dijo la palabra: "Exesposa", y su rostro se descompuso.

Firmó los papeles que yo le di, sin saber que se firmaba su propia sentencia.

Mi salvación.

Una última vez tuve que ir tras él, a una carrera clandestina, a ver cómo se arriesgaba por la misma mujer que lo había quebrado.

¿Por qué siempre ella? ¿Por qué siempre perdía yo?

Gané.

Encontré mi libertad, mi verdadero amor en Alejandro, y mi propia felicidad.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Cinco años de amor perdido

Cinco años de amor perdido

Romance

5.0

Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro