El Amor Que Destruyó Todo

El Amor Que Destruyó Todo

Gavin

5.0
calificaciones
16
Vistas
11
Capítulo

La ruina llegó con el huracán, barriendo todo lo que conocía. Mi prometido, Ricardo, fue mi refugio en la tormenta que destruyó a mi familia. Me consiguió un puesto en la firma más grande, una segunda oportunidad para reconstruir mi vida. Creía que lo peor había pasado, que nuestro amor era mi salvación. Pero un día, al llevarle café a su oficina, escuché sus voces: la de Ricardo y la de don Emilio, mi nuevo jefe. "Luna no sospecha nada," dijo Ricardo, y su voz ya no era la de mi amor, sino la de un conspirador. "Cree que la estoy ayudando, que este trabajo es su salvación." Y don Emilio añadió, con una risa seca: "Arruinar a los Rojas fue una obra maestra. El viejo Rojas murió pensando que era un fracasado." Cada palabra fue un golpe, una puñalada helada. Mi padre honorable, mi familia destrozada... todo fue una mentira orquestada por el hombre que me consoló y el que me prometió amor eterno. Me desplomé en el pasillo, con la taza de café rota a mis pies, como mi corazón. Y el dolor se transformó en rabia pura, una rabia helada que me aclaró la mente. "Casarte con Luna," escuché que don Emilio decía. "Una vez que firmes el acta de matrimonio y tengas acceso legal a lo que queda del patrimonio intelectual de los Rojas, nos desharemos de ella." No solo querían mis diseños, querían borrar hasta el último vestigio de mi familia. Yo era la llave. La confianza y el amor se pudrieron en mi interior, dejando solo una ardiente sed de venganza. No iba a ser su víctima. El arquitecto que destruyeron iba a usar su última herramienta, no para construir, sino para demoler. Ellos creyeron que me habían matado. Pero de las cenizas de la vieja Luna, nacería algo mucho más peligroso. Soy Luna Rojas, la que creyeron muerta. ¡Prepárense, cabrones! Porque esta no es una historia de amor, es una de venganza.

Introducción

La ruina llegó con el huracán, barriendo todo lo que conocía.

Mi prometido, Ricardo, fue mi refugio en la tormenta que destruyó a mi familia.

Me consiguió un puesto en la firma más grande, una segunda oportunidad para reconstruir mi vida.

Creía que lo peor había pasado, que nuestro amor era mi salvación.

Pero un día, al llevarle café a su oficina, escuché sus voces: la de Ricardo y la de don Emilio, mi nuevo jefe.

"Luna no sospecha nada," dijo Ricardo, y su voz ya no era la de mi amor, sino la de un conspirador. "Cree que la estoy ayudando, que este trabajo es su salvación."

Y don Emilio añadió, con una risa seca: "Arruinar a los Rojas fue una obra maestra. El viejo Rojas murió pensando que era un fracasado."

Cada palabra fue un golpe, una puñalada helada.

Mi padre honorable, mi familia destrozada... todo fue una mentira orquestada por el hombre que me consoló y el que me prometió amor eterno.

Me desplomé en el pasillo, con la taza de café rota a mis pies, como mi corazón.

Y el dolor se transformó en rabia pura, una rabia helada que me aclaró la mente.

"Casarte con Luna," escuché que don Emilio decía. "Una vez que firmes el acta de matrimonio y tengas acceso legal a lo que queda del patrimonio intelectual de los Rojas, nos desharemos de ella."

No solo querían mis diseños, querían borrar hasta el último vestigio de mi familia. Yo era la llave.

La confianza y el amor se pudrieron en mi interior, dejando solo una ardiente sed de venganza.

No iba a ser su víctima. El arquitecto que destruyeron iba a usar su última herramienta, no para construir, sino para demoler.

Ellos creyeron que me habían matado. Pero de las cenizas de la vieja Luna, nacería algo mucho más peligroso.

Soy Luna Rojas, la que creyeron muerta. ¡Prepárense, cabrones! Porque esta no es una historia de amor, es una de venganza.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Urban romance

5.0

La tarde en que Ricardo regresó, el sol implacable bañaba los impecables jardines de la mansión Vargas, casi tan cegador como el traje de lino blanco que él vestía. Un deportivo, escandaloso y ostentoso como su dueño, derrapó sobre la grava, soltando a una mujer pálida y frágil, aferrada a él como si su vida dependiera de ello: Camila Soto, la influencer desaparecida. Los vi entrar por el ventanal, sin invitación, como si la casa aún les perteneciera, ignorando a una Lupe que intentaba detenerlos. "Vengo a verla a ella," dijo él, su sonrisa torcida, esa misma sonrisa de hace tres años cuando me dejó plantada en el altar, diciendo que buscaba su «espíritu» en un rancho. "Sofía," espetó, su voz cargada de una autoridad inexistente, "veo que sigues aquí, como una buena perra fiel esperando a su amo." Luego, Ricardo se desplomó en el sofá de cuero de Alejandro, su padre, y dijo: "Hemos vuelto para quedarnos." Mi corazón no tembló, solo una fría calma, la calma de quien espera una tormenta anunciada, porque sabía que él no era el rey, y yo ya no era la ingenua que él había abandonado. Él no sabía que, con Alejandro, había encontrado dignidad, un hogar y un amor profundo que sanó las heridas de su traición. Me di la vuelta para ir a la cocina, con sus miradas clavadas en mi espalda, pensando que yo seguía siendo la misma Sofía. Pero justo en ese momento, una pequeña figura se lanzó hacia mí, riendo a carcajadas. "¡Mami, te encontré!" Un niño de dos años, con el cabello oscuro y los ojos brillantes de Alejandro, se abrazó a mi pierna, ajeno a la gélida tensión que se cernió sobre el salón. "Mami," preguntó con su vocecita clara, "¿Quiénes son?"

Cariño, Te di 7 Oportunidades

Cariño, Te di 7 Oportunidades

Romance

5.0

Mi esposo, Mateo Vargas, me ha pedido el divorcio siete veces. Cada vez, la misma excusa: "Valentina ha regresado a México y la necesito" . Y cada vez, yo, Sofía Romero, su "esposa" que él desechaba como un pañuelo usado, firmaba los papeles. Siete humillaciones públicas, siete rondas de susurros a mis espaldas, siete colecciones de actas de divorcio que ya parecían cromos. Sacrifiqué mi carrera como diseñadora, mis sueños, mi dignidad, todo por ser la esposa perfecta que él nunca valoró. Pero esta octava vez, mientras él me sonreía perezosamente y prometía regresar en tres meses para volver a casarse, algo cambió dentro de mí. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Tan desesperada por una migaja de su amor que no veía la toxicidad? La risa que solté fue amarga, sin alegría, como la historia de mi vida con él. "No te preocupes", le dije, mi voz con un filo helado que nunca antes había usado. "Esta vez, haré las cosas diferente yo también." No hubo lágrimas, no hubo gritos, solo una calma aterradora que lo descolocó por completo. "Cuando vuelvas, ya no estaré." Se que se siente aliviado, pensando que no habrá drama esta vez. Pero lo que no sabe es que esta vez, el juego ha cambiado. Porque en mi mente, un plan completamente diferente ya estaba en marcha, uno que no incluía ninguna boda, ninguna reconciliación. Uno que no lo incluía a él. Y esta vez, Sofía Romero no solo se irá, se levantará, se transformará. La venganza es un plato que se sirve frío, y yo sé esperar.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro