Cuando el Recuerdo Regresa: Mi Guerra por el Divorcio

Cuando el Recuerdo Regresa: Mi Guerra por el Divorcio

Gavin

5.0
calificaciones
70
Vistas
5
Capítulo

Desperté en un hospital, el olor a antiséptico y el pitido constante de las máquinas. No recordaba nada. La enfermera me dijo que había intentado suicidarme y que estaba casado. ¿Casado? Lo último que recordaba era tener veinte años, ser un genio culinario con el mundo por delante. Ahora, siete años de mi vida se habían desvanecido. Mi esposa, Luciana Salazar, ni siquiera se molestó en visitarme. Envió a su asistente, quien me despreció y me dijo que no avergonzara de nuevo a Luciana, como lo hice "suplicándole" por un tal Kieran. Ese no era yo. Me había convertido en un "marido trofeo", el hazmerreír de todos. Sentía una rabia helada por el hombre que Luciana había transformado. La humillación era insoportable. Entonces, su socio, Kieran, me provocó en público, retándome, y me empujó al agua helada. Mientras me ahogaba, vi a Luciana lanzarse al agua sin dudar. Pero no vino por mí. Nadaba hacia Kieran, ignorándome por completo. Allí, en esa agua gélida, la última pizca del hombre que una vez la amó, murió. Con mis fuerzas agotadas, me rescató una extraña. En ese muelle, empapado y temblando de rabia, la miré directamente a los ojos. "Quiero el divorcio", dije, fuerte y claro, ante todos los presentes. Su cara se transformó de incredulidad a furia. Ya no era su juguete. Ahora, la guerra apenas comenzaba.

Introducción

Desperté en un hospital, el olor a antiséptico y el pitido constante de las máquinas.

No recordaba nada.

La enfermera me dijo que había intentado suicidarme y que estaba casado.

¿Casado?

Lo último que recordaba era tener veinte años, ser un genio culinario con el mundo por delante.

Ahora, siete años de mi vida se habían desvanecido.

Mi esposa, Luciana Salazar, ni siquiera se molestó en visitarme.

Envió a su asistente, quien me despreció y me dijo que no avergonzara de nuevo a Luciana, como lo hice "suplicándole" por un tal Kieran.

Ese no era yo.

Me había convertido en un "marido trofeo", el hazmerreír de todos.

Sentía una rabia helada por el hombre que Luciana había transformado.

La humillación era insoportable.

Entonces, su socio, Kieran, me provocó en público, retándome, y me empujó al agua helada.

Mientras me ahogaba, vi a Luciana lanzarse al agua sin dudar.

Pero no vino por mí.

Nadaba hacia Kieran, ignorándome por completo.

Allí, en esa agua gélida, la última pizca del hombre que una vez la amó, murió.

Con mis fuerzas agotadas, me rescató una extraña.

En ese muelle, empapado y temblando de rabia, la miré directamente a los ojos.

"Quiero el divorcio", dije, fuerte y claro, ante todos los presentes.

Su cara se transformó de incredulidad a furia.

Ya no era su juguete.

Ahora, la guerra apenas comenzaba.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Urban romance

5.0

La tarde en que Ricardo regresó, el sol implacable bañaba los impecables jardines de la mansión Vargas, casi tan cegador como el traje de lino blanco que él vestía. Un deportivo, escandaloso y ostentoso como su dueño, derrapó sobre la grava, soltando a una mujer pálida y frágil, aferrada a él como si su vida dependiera de ello: Camila Soto, la influencer desaparecida. Los vi entrar por el ventanal, sin invitación, como si la casa aún les perteneciera, ignorando a una Lupe que intentaba detenerlos. "Vengo a verla a ella," dijo él, su sonrisa torcida, esa misma sonrisa de hace tres años cuando me dejó plantada en el altar, diciendo que buscaba su «espíritu» en un rancho. "Sofía," espetó, su voz cargada de una autoridad inexistente, "veo que sigues aquí, como una buena perra fiel esperando a su amo." Luego, Ricardo se desplomó en el sofá de cuero de Alejandro, su padre, y dijo: "Hemos vuelto para quedarnos." Mi corazón no tembló, solo una fría calma, la calma de quien espera una tormenta anunciada, porque sabía que él no era el rey, y yo ya no era la ingenua que él había abandonado. Él no sabía que, con Alejandro, había encontrado dignidad, un hogar y un amor profundo que sanó las heridas de su traición. Me di la vuelta para ir a la cocina, con sus miradas clavadas en mi espalda, pensando que yo seguía siendo la misma Sofía. Pero justo en ese momento, una pequeña figura se lanzó hacia mí, riendo a carcajadas. "¡Mami, te encontré!" Un niño de dos años, con el cabello oscuro y los ojos brillantes de Alejandro, se abrazó a mi pierna, ajeno a la gélida tensión que se cernió sobre el salón. "Mami," preguntó con su vocecita clara, "¿Quiénes son?"

Cariño, Te di 7 Oportunidades

Cariño, Te di 7 Oportunidades

Romance

5.0

Mi esposo, Mateo Vargas, me ha pedido el divorcio siete veces. Cada vez, la misma excusa: "Valentina ha regresado a México y la necesito" . Y cada vez, yo, Sofía Romero, su "esposa" que él desechaba como un pañuelo usado, firmaba los papeles. Siete humillaciones públicas, siete rondas de susurros a mis espaldas, siete colecciones de actas de divorcio que ya parecían cromos. Sacrifiqué mi carrera como diseñadora, mis sueños, mi dignidad, todo por ser la esposa perfecta que él nunca valoró. Pero esta octava vez, mientras él me sonreía perezosamente y prometía regresar en tres meses para volver a casarse, algo cambió dentro de mí. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Tan desesperada por una migaja de su amor que no veía la toxicidad? La risa que solté fue amarga, sin alegría, como la historia de mi vida con él. "No te preocupes", le dije, mi voz con un filo helado que nunca antes había usado. "Esta vez, haré las cosas diferente yo también." No hubo lágrimas, no hubo gritos, solo una calma aterradora que lo descolocó por completo. "Cuando vuelvas, ya no estaré." Se que se siente aliviado, pensando que no habrá drama esta vez. Pero lo que no sabe es que esta vez, el juego ha cambiado. Porque en mi mente, un plan completamente diferente ya estaba en marcha, uno que no incluía ninguna boda, ninguna reconciliación. Uno que no lo incluía a él. Y esta vez, Sofía Romero no solo se irá, se levantará, se transformará. La venganza es un plato que se sirve frío, y yo sé esperar.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro