Login to ManoBook
icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
PLUMA Y PASIÓN

PLUMA Y PASIÓN

Day M

5.0
calificaciones
Vistas
6
Capítulo

Clara Romero, una exitosa escritora de romance en Madrid, se enfrenta a una frustrante sequía creativa. Su última novela carece de la pasión que la define, una chispa que, comprende, solo hallará si la vive. Convencida por su agente, Sofía García, de buscar inspiración fuera de su burbuja, Clara acepta un puesto temporal como asistente personal. Su nuevo y "perfecto" material de estudio es Marcos Soler, el enigmático y temido director de una prestigiosa editorial madrileña. Marcos, con su carácter gélido y su reputación de "jefe odioso", es la antítesis de todo lo que Clara representa. Lo que comienza como una meticulosa "investigación literaria" para su novela se transforma en un vibrante choque de personalidades, lleno de humor y sarcasmo. Entre tareas exigentes y roces constantes, Clara empieza a vislumbrar las grietas en la armadura de Marcos: una profunda soledad y la huella de un doloroso pasado. La tensión entre ellos se intensifica, revelando una innegable química y momentos inesperados de drama y pasión que superan la ficción. ¿Podrá Marcos, confiar en el amor de la impredecible escritora?

Capítulo 1 1

El cursor parpadeaba. Siempre parpadeaba. Una pequeña daga luminosa que se clavaba una y otra vez en la vastedad blanquecina de la pantalla. Para Clara Romero, aquel diminuto guion vertical se había convertido en un torturador implacable, un recordatorio constante de su fracaso más reciente.

Llevaba horas, incontables horas, días, sumergida en aquella parálisis creativa, con la mente tan seca como la llanura castellana en pleno agosto. Las tazas de café, ya frías, con un cerco oscuro y pegajoso en el fondo, formaban una muralla alrededor de su laptop sobre el escritorio de su apartamento, en la vibrante calle de Fuencarral, con vistas a un Madrid que no dormía. Aquel santuario, su refugio, se sentía ahora como la antesala de un juicio final.

El título provisional de su nueva novela -un encargo audaz, un romance que prometía quemar las páginas, por el que la editorial había desembolsado un adelanto generoso - flotaba en el aire de la habitación como un fantasma burlón.

Se suponía que sería su obra maestra, el pináculo de su carrera en el género. Pero lo que tenía ante sus ojos no era más que una colección de frases huecas, descripciones correctas, sí, pero sin alma, personajes que se movían por inercia en una trama sin pulso. La pasión. Esa era la palabra que la perseguía, la acusación silenciosa en cada línea que intentaba forzar, la falta abismal que convertía sus frases en papel mojado. Su novela, se dijo con una punzada de amargura, carecía de ella. Y lo que era peor, ella misma, Clara Romero, la célebre escritora de romances que hacían suspirar a miles de lectoras, sentía que su propia vida carecía de esa misma fuerza.

Fuera, más allá del balcón que se asomaba a la bulliciosa arteria de Malasaña, los sonidos de Madrid se filtraban por la ventana abierta como una orquesta caótica pero vibrante. Era una sinfonía de vida, un contraste brutal con el desierto que sentía en su interior. Se levantó de golpe, la silla de madera chirrió sobre el parqué antiguo, y cruzó la pequeña sala con las manos en las caderas, observando su propio caos creativo: cuadernos abiertos al azar, con garabatos ilegibles, hojas arrugadas que habían terminado su corta vida como proyectos fallidos, bolígrafos desparramados como restos de una batalla perdida.

Su vida, la de Clara, la mujer real más allá de la pluma, era cómoda, sí. Agradable. Incluso, a su modo, feliz.

Pero la pasión que escribía, la que devoraba a sus personajes, los amores arrebatadores, los conflictos que los consumían y los elevaban... eso no lo había vivido. Sus relaciones habían sido serenas, racionales, cómodas. Nada de vértigo. Nada de locura. Nada que la lanzara a un precipicio emocional desde el que pudiera, luego, describir el infierno o el cielo con la autoridad de la experiencia. Era una ironía cruel. Era una impostora de la emoción.

Justo entonces, como si la hubiera invocado con la intensidad de sus pensamientos, la pantalla del móvil, que descansaba en el borde del escritorio, se iluminó, el nombre de Sofía parpadeando con urgencia. Clara dudó un instante, el corazón dándole un vuelco. Sabía lo que venía. Aquel correo electrónico con las diez páginas del manuscrito que había enviado la noche anterior. Un preámbulo. Presionó el botón verde, el aliento contenido, preparándose para el impacto.

-¿Sí? -dijo, intentando que su voz sonara más ligera de lo que se sentía.

-¿Clara? ¿Ya despertaste o sigues en la nebulosa literaria de los sueños imposibles? -La voz de Sofía, siempre efervescente, sonó un poco más contenida de lo habitual.

-Despertando a la cruda realidad de una página en blanco que me odia. ¿Supongo que ya viste lo que te mandé anoche? -La pregunta le salió con un deje de resignación.

-Sí, lo vi. Lo leí. Tres veces, para ser justa. Y...

-Sofía hizo una pausa dramática, tan larga que Clara apretó los puños, la tensión física le subía por los brazos -... es perfecto. Tu prosa, tu estilo, la elegancia narrativa, la construcción de las frases... todo eso sigue impecable.

Clara sintió un rayo de esperanza que se abrió paso entre las nubes de su frustración.

-Entonces... ¿qué pasó? ¿Dónde está el pero? Escúpelo ya, Sofía, por el amor de Dios.

-El "qué pasó" es que no pasa nada. -Es bonito. Es correcto. Es impecable. Pero no me hace llorar, no me hace reír a carcajadas, no me hace querer arrancar la página y tirarla por la ventana con rabia. No me provoca taquicardia. ¿Dónde está la pasión que nos prometiste? ¿Dónde está el fuego, mi niña?

Clara cerró los ojos, la crítica le resonaba en los oídos como un eco doloroso.

-Estoy bloqueada, Sofía. No encuentro la forma de... de meterle fuego. No sé cómo darle esa intensidad, esa vida, que pides.

-No estás bloqueada para escribir, Clara. Estás bloqueada para sentir. Para vivir.

La voz de Sofía se suavizó, pero la firmeza se mantuvo, inquebrantable -Llevo años diciéndote esto. Te encanta tu rutina, tu café perfecto, tus libros, tus cenas tranquilas, tu zona de confort. Pero para esta novela, para esta pasión, necesitas salir de tu burbuja. Necesitas vivir. Experimentar. No leer sobre ello.

-¿Y cómo se "vive la pasión" por encargo, Sofía?

-Clara soltó una risa amarga, que sonó hueca en la soledad de su apartamento-. ¿Me apunto a un curso de flamenco clandestino? ¿Me lanzo a los brazos del primer desconocido guapo que vea bajo el Templo de Debod al anochecer? ¿Me visto de rojo y me lanzo a una aventura peligrosa en el Rastro?

Sofía soltó una carcajada ruidosa .

-¡No seas dramática! Aunque lo del flamenco... no es mala idea. No me refiero a que te busques un romance de culebrón mañana mismo. Me refiero a que te expongas a la vida de otra manera. Sal de tu zona de confort, Clara. Mira el mundo desde otra perspectiva. Quizás así, la chispa llegue sola. La verdadera, la que quema hasta los huesos y deja cicatrices.

-Mira -continuó Sofía, su voz ahora más seria

- Estoy pensando en una inmersión. Algo radical. Un trabajo temporal. Algo que no tenga nada que ver con tus libros, con tu burbuja de escritora. Algo que te obligue a lidiar con gente real, problemas reales. Un baño de realidad que te sacuda hasta los huesos. ¿Qué dices? ¿Te atreves?

Un trabajo. ¿Ella? ¿Clara Romero, la escritora? ¿En qué? ¿Una panadería en La Latina? ¿Una tienda de ropa en Fuencarral? La idea era ridícula. Absurda.

-No es una broma, Clara. Tómatelo como una expedición etnográfica para tu novela. Una investigación de campo en toda regla. Observa. Escucha. Y, quién sabe, quizás encuentres tu "pasión". O al menos el material para ella. El material que te queme. Que te cambie.

Seguir leyendo

Otros libros de Day M

Ver más
¿Esto es Amor? Un Amor Falso y Verdadero

¿Esto es Amor? Un Amor Falso y Verdadero

Romance

5.0

Marianne Cooper es una joven hermosa y de buena familia que se enamora del militar Christopher Blackburn que no tiene fortuna, su familia la obliga a casarse con el Conde Edgard quien se enamora de ella al instante. En el siglo XIX, Marianne Marie Cooper, contraviniendo las reglas de la aristocracia a la que pertenecía, se enamoró de Christopher Blackburn -un militar sin fortuna-, confiando en que su hermano Emmanuell y su mejor amiga Amanda la ayudarían a que la dejaran casarse, pero Julianne tenía que casar a su hija con un hombre rico para salvar a la familia de la ruina económica. El Conde de York: Edgard William Barrington era el candidato perfecto ya que era joven, guapo, de buenos sentimientos y acababa de heredar una gran fortuna. Para lograr sus planes, Julianne y su esposo Charles lograron que Christopher fuera a prisión e hicieron creer a Marianne que su amado era casado y tenía hijos. Marianne, despechada, presionada por su madre acepta casarse. Al escapar Christopher de prisión, lo primero que hace es buscar a su adorada Marianne, y se encuentra con que ella se acaba de casar con Edgard. Justo después de la boda en la recepción Marianne se entera que Edgard cubrió las deudas de la familia y siente que él la ha comprado. Desesperado, Christopher logra hablar a escondidas con Marianne y aclarar los malos entendidos. Jurándose amor eterno, deciden huir juntos, pero Edgard los descubre y, herido en lo más hondo, arremete contra Marianne, aun cuando no está dispuesto a renunciar a ella. La lleva a su hacienda. Es amarga la estancia de Marianne en la hacienda porque no ama a su marido y además tiene que soportar los atrevimientos y las intrigas de Hanna, hija del antiguo administrador, que está enamorada de Edgard. Por su parte, luego de una intensa búsqueda, Christopher averigua el paradero de Marianne y suplanta al nuevo administrador de la hacienda para llevársela de allí. Edgard, sin saber quién es en realidad el nuevo administrador, simpatiza con él, dándole un trato amistoso. Christopher, a pesar de los celos, tiene que admitir que Edgard es un hombre honrado y cabal. Es durante este tiempo que Edgard e Marianne descubren haber sido víctimas de la codicia y las intrigas de Julianne y Charles. Al mismo tiempo, las sutiles atenciones, las miradas llenas de pasión y el deseo siempre latente de Edgard, terminan para hacer mella en el corazón de Marianne, que un día, de repente, se da cuenta de que al amor que sentía por Christopher ha desaparecido y que en su lugar existe un nuevo sentimiento, más intenso y más real hacia su marido. Marianne enfrenta con dolor decirle la verdad a Christopher, al que ya no ama, pero que no quiere lastimar. Él acepta haber perdido y, con el corazón roto, abandona la hacienda. Pero la felicidad de la pareja dura poco. Edgard descubre que el ex administrador era el antiguo enamorado de su mujer. De nada sirven las explicaciones y las súplicas de Marianne, pues Edgard no le perdona que nuevamente lo engañara. Furioso corre a Marianne de la hacienda. Poco después intenta olvidarla con Hanna, iniciando una relación que lo compromete y le dificultará volver con Marianne. La pareja sigue amándose con locura a pesar de la separación pero ambos tendrán que enfrentar muchos conflictos e intrigas hasta lograr un amor real.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro