Arquitecto en sombra

Arquitecto en sombra

Gavin

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Era el arquitecto estrella de "Estudio Cénit", una empresa que levanté de la nada con mi prometida, Isabela. Nuestras vidas parecían un sueño, hasta que hallé un error fatal en el diseño de Leo, el protegido inepto de Isabela. Al revelar que su negligencia causaría el colapso de un rascacielos, Isabela me humilló públicamente, exigiendo que me convirtiera en la sombra de Leo. Me negué. Le devolví el anillo y renuncié a nuestra firma. El golpe más duro llegó después: ¡Isabela había vaciado mis cuentas bancarias durante ocho años enteros! Estaba en la miseria. Leo y ella se burlaron de mi desgracia, me acusaron falsamente de espionaje y difamaron mi nombre, destruyendo mi reputación y mi futuro. ¿Mi prometida, la mujer que amaba, me había apuñalado así? Mi esfuerzo, mis sueños, mi vida entera, reducidos a cenizas por su traición y ambición. La incredulidad se tornó en una rabia helada. ¿Cómo pudo ser tan cruel? En mi hora más oscura, recordé la propuesta de Ricardo Vega, el poderoso CEO de "Vértice Global", la firma de arquitectura líder mundial. Le hice una llamada. "Estoy listo", le dije, sellando mi resurgimiento y el inicio de mi venganza.

Introducción

Era el arquitecto estrella de "Estudio Cénit", una empresa que levanté de la nada con mi prometida, Isabela. Nuestras vidas parecían un sueño, hasta que hallé un error fatal en el diseño de Leo, el protegido inepto de Isabela.

Al revelar que su negligencia causaría el colapso de un rascacielos, Isabela me humilló públicamente, exigiendo que me convirtiera en la sombra de Leo.

Me negué.

Le devolví el anillo y renuncié a nuestra firma.

El golpe más duro llegó después: ¡Isabela había vaciado mis cuentas bancarias durante ocho años enteros! Estaba en la miseria.

Leo y ella se burlaron de mi desgracia, me acusaron falsamente de espionaje y difamaron mi nombre, destruyendo mi reputación y mi futuro.

¿Mi prometida, la mujer que amaba, me había apuñalado así?

Mi esfuerzo, mis sueños, mi vida entera, reducidos a cenizas por su traición y ambición.

La incredulidad se tornó en una rabia helada.

¿Cómo pudo ser tan cruel?

En mi hora más oscura, recordé la propuesta de Ricardo Vega, el poderoso CEO de "Vértice Global", la firma de arquitectura líder mundial.

Le hice una llamada.

"Estoy listo", le dije, sellando mi resurgimiento y el inicio de mi venganza.

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Mi esposa me dijo: "Si pudiera volver atrás... lo esperaría a él." Esas palabras me las susurró la Isabella del futuro, mientras yo agonizaba y ella me creía moribundo, justo después de descubrir que mi mujer, supuestamente fallecida en un accidente aéreo, estaba viva y en brazos de otro hombre. Desperté en el primer año de nuestro matrimonio, veinte años más joven, con esa premonición cruel grabada en mi alma. La amada Isabella de mi presente, con su sonrisa perfecta, comenzó a tejer una red de mentiras. La seguí a escondidas y la vi con Ricardo, el músico, confirmando mi peor pesadilla. Luego vinieron las grabaciones de sus gemidos, las burlas de él, y la verdad: ella planeaba su propia "muerte" para huir conmigo. Me humilló públicamente, me culpó de sus problemas y, cuando me negué a ceder a sus manipulaciones, me difamó sin piedad. El dolor era insoportable, una traición que me desgarraba el alma. ¿Cómo la mujer que juró amarme incondicionalmente podía ser tan calculadora y cruel? Consumido por la farsa, decidí que no podía seguir así. Si ella tramó una falsa muerte para escapar, yo haría lo mismo. Orquesté mi propia desaparición en la Patagonia, un plan limpio y definitivo. Con la ayuda incondicional de mi madre y el apoyo inesperado de Sofía, una mujer noble y sincera, forjé un nuevo destino. Juntos, no solo reconstruiré mi vida, sino que desmantelaré el imperio de corrupción de su familia, mientras Isabella aprende el verdadero significado de la pérdida.

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El zumbido del aire acondicionado en el aeropuerto apenas disimulaba el silencio entre Ricardo y yo; nuestro viaje a Oaxaca, planeado por meses como una pre-luna de miel, de repente se sintió como un último aliento. Justo cuando Ricardo me preguntaba si estaba emocionada, con esa sonrisa perfecta suya, vi a Elena. Venía hacia nosotros con su hija Isabella, esa influencer de viajes, la ex de Ricardo, la madre de su única conexión con un pasado que yo intentaba ignorar. La voz de Elena, demasiado alta, anunció que ellas también iban a Oaxaca, y la sonrisa de Ricardo se congeló, aunque rápidamente la transformó en una máscara de sorpresa forzada. Luego, la pequeña Isabella, con los ojos de su madre, se escondió detrás de Elena, mirándome con una evaluación inquietante, no la inocencia de una niña. Elena, con una falsa dulzura, comentó sobre mi atuendo: "Qué bonito tu conjunto. ¿Lo diseñaste tú?". Sabía que lo decía para recalcar que mi profesión era un "pasatiempo caro", algo que mi familia, y a veces Ricardo, creían. Y entonces, sin que yo pudiera procesar la humillación, Elena pidió sentarse con nosotros en el avión, alegando que Isabella "se sentía mal". Ricardo, en lugar de poner límites, solo miró a la niña que convenientemente empezó a toser de forma exagerada, y cedió. Nuestro espacio para dos se hizo añicos, y me encontré sentada al otro lado, una extraña en lo que debería haber sido nuestro viaje de prometidos, mientras Ricardo les ponía caricaturas a Isabella y Elena le acariciaba el brazo. Cuando en el avión me pidieron cambiar mi asiento de primera clase por uno en turista para que Elena y su hija pudieran estar junto a Ricardo, vi la súplica en sus ojos: "No armes un escándalo, Sofía". No dije nada, solo tomé mi bolso y me fui a la fila de atrás, sentándome junto a un extraño, mientras los veía desde la distancia. Vi cómo la mano de Elena descansaba sobre la de Ricardo, cómo él le abrochaba el cinturón a Isabella, cómo reían y murmuraban, creando una burbuja a la que yo no pertenecía. El avión despegó y Ricardo, reclinado con Elena en su hombro, ni siquiera me buscó con la mirada. En ese momento, supe que no era solo el viaje lo que no había terminado antes de empezar, sino mi relación. La humillación continuó en Oaxaca, donde Elena monopolizó a Ricardo, quien ignoró mis diseños para escucharla. Al día siguiente, me desperté sola con una nota de Ricardo: "Fui con Elena a llevar a Isa a un tour... Te amo". "Te amo", la palabra se sentía tan vacía. Entonces lo vi en Instagram: Elena había subido una foto de Ricardo con el pie de foto: "Mío". Y el comentario de mi propio hermano, Diego: "¡Cuñado! ¡Se te ve increíble! Disfruten. Elena, cuídalo bien". Mi propio hermano estaba del lado de ella. El último clavo fue el comentario de Elena, respondiéndole a alguien: "Ricardo dice que Sofía es un poco aburrida para estos viajes, que no le gusta la aventura, jeje". Sentí el aire faltarme, la humillación pública era total. No era solo Ricardo, era mi familia, era el mundo que me había traicionado. Con las manos temblorosas, abrí mi celular y busqué el nombre de Ricardo. Presioné "Bloquear contacto". Y luego, con una sonrisa amarga, cancelé su boleto de avión de primera clase, el que yo le había regalado por su cumpleaños, dejándolo varado. Mi guerra había terminado.

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