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La salvación del millonario (CEO)

La salvación del millonario (CEO)

Elkiem

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Capítulo

Fox Wang es un estadounidense con raíces asiáticas además de millonario, pero ya no consigue una motivación, no encuentra una razón para ese vacío que se amontona en su estómago, la prostitución, las drogas, las peleas en el bar, ya no son su interés principal. Sin embargo, un día, mientras duerme, sueña con una muchacha que le pide auxilio dándole su dirección, su nombre, para que él pueda ir a buscarla, así que Wendy Shoppes se convierte en la nueva consigna, se convierte en su nueva razón. No todas las cosas en la vida salen como esperas, bienvenido a la pesadilla.

Capítulo 1 Villain

Fox Wang es un estadounidense con raíces asiáticas, es un millonario, y puede tener en su vida todo lo que desea, sin embargo, eso es lo que menos le agrada. Tener todo a su merced aburre, tener a amigos idiotas iguales que él también lo aburre, frecuentar en los mismos prostíbulos todas las noches también lo aburre, y allí fue donde todo el problema comenzó.

— ¿Qué pasa Fox? ¿Qué hay en tu mente? —preguntó uno de sus amigos sentado sobre el sillón afelpado de las primeras filas, lo observó durante unos segundos, pero después volvió su vista hacia el escenario donde las mujeres hermosas caminaban como si fuera una pasarela, y ellos, los lobos hambrientos, les colocaban los billetes en sus sostenes—.

— Esto pasa, infeliz. Estamos aquí nuevamente, ¿haciendo específicamente qué? Nada, mirando a estas mujeres como si nos fueran a dar algo y encima ya te acostaste con la mayoría. —respondió encendiéndose un cigarrillo y una bocanada de humo formó círculos arriba de su cabeza. Se mordió las uñas y también miró hacia al escenario, no le interesaba nada de lo que veía, o sea, sí, las mujeres eran hermosas e increíbles, pero su intención de esa noche no era tener sexo con alguna de ellas, su intención era hacer algo mejor, escapar de esa rutina insoportable—.

— Tranquilízate, Fox. Siempre sos así, siempre sos insoportable y no te termina gustando nada, qué calvario para tu madre. —comentó y rodó los ojos hacia atrás. Conocía a su amigo muy bien—.

— Sí, no me soporto esto, así que me voy. Por otra parte, mi mamá está muy bien, debe estar acostándose con alguien en este momento. A ella le gusta esta vida como a vos, a mí no me disgusta, pero, paso. —expresó levantándose de su asiento, su amigo lo observó durante unos segundos y negó con la cabeza—.

Estiró su cuerpo y miró a su alrededor. Estaba jodidamente lleno el lugar, un montón de hombres con traje que seguro engañaban a sus esposas, ¡los conocía tan bien! Conocía tan bien a los de su calaña, esa vida llevaban por siempre. Caminó lentamente hacia la barra donde pidió unos tragos, primero bebería, luego se iría, inclinó su cuerpo sobre esta aguardando el alcohol y cuando lo tuvo entre sus manos, los bebió tan rápido que ni siquiera pudo degustarlos. La amabilidad no era una característica propia, pero le llevaría algo de beber a su amigo quien no se había levantado de la silla y parecía disfrutar el show que veía todos los putos fines de semana, pero sonreía, una sonrisa de oreja a oreja como si fuera algo nuevo u original. De vuelta se dirigió a él, y alguien pasó muy rápido frente suyo lo cual hizo que efectivamente derramara un poco la bebida sobre la camisa ajena. El tipo lo miró bucólico, tenía los ojos rojos como una persona que se había drogado y unas grandes ojeras debajo de ellos. Cocaína, seguro. Las fosas nasales de su nariz no eran muy normales.

— ¿Qué te pasa, idiota? ¿No ves por dónde caminas? —acotó el tipo empujándolo.

— Sí veo por dónde camino, pero vos fijate que te quedó un poco de droga acá. Tenés que limpiarte bien para la próxima. —alzó una de sus cejas y el dedo índice rozó la nariz ajena dándole a entender de forma irónica y molestándolo también.

— Parece que te gusta reírte de los demás, ¿no? ¡Idiota!

El hombre que era un poco más bajo que él le propinó un golpe directo a la nariz y esta comenzó a sangrar, unas gotitas de líquido rojo cayeron al suelo y Fox obviamente no se quedó de brazos cruzados. Le rompió el vaso de vidrio sobre la cabeza, y lo arrojó al suelo donde la ira se hizo parte y la camisa le quedó empapada de sangre contraria; los labios contrarios estaban rotos. Odiaba las peleas, pero nunca dejaba que alguien lo trate de manera superior, siempre le gustaba molestar, y devolverles una respuesta irónica. De repente, alguien los levantó del suelo, eran los guardias del lugar que los echaron. Y así se halló fuera, sentado en la vereda con su amigo al lado alcanzándole el hielo.

— Me quedó clarísimo que no te gusta para nada esta vida. Vamos, amas pelearte. ¿En qué burlesque te hace falta pelearte? Creo que no quedó ninguno del centro.

— No me molestes, imbécil. Él comenzó todo, me empujó, además estaba drogado, yo sólo le contesté.

— Ya sabes como son, me extraña que no sepas cómo tratar a las personas de nuestro ámbito. Tendrías que haber dicho “Sí, perdón, la próxima me fijaré mejor” y seguir la noche tranquila, normal, ¿o no?

— La noche era una mierda si no me peleaba. Al menos eso fue un poco divertido, ¿o no? —contestó riendo por lo bajo, e hizo un gesto de dolor cuando el otro le colocó el hielo en la nariz.

— Sí, era una mierda, pero se hizo más mierda aún cuando te peleaste y a mí también me sacaron del lugar y ahora estoy acá poniéndote hielo como si fuera un padre cuidando de su hijo de 5 años. —llamó al chofer de Fox directamente de su teléfono y le dio la dirección.

— Gracias, pero no hace falta. ¿Caminamos? —preguntó levantándose y arreglando su camisa; decidió quitarle el celular y cortar la llamada.

El otro puso sus manos en los bolsillos del pantalón y simplemente lo acompañó.

— Ese idiota me manchó la camisa con su sangre. Su amigo no le contestó. ¿Qué le iba a decir?

Así comenzaron a caminar por las calles despobladas, las paredes pintadas con grafiti, se oían algunas voces a lo lejos, también otros vendían drogas en los callejones y lo observaban de reojo. Fox estaba acostumbrado a todo ello. Él había estado en prisión, y nada se comparaba a eso, nada era tan terrible como eso, porque no sabés cuándo termina tu vida, no sabés cuándo te podés encontrar con la muerte. No podés dormir, ni reír, ni hablar en voz alta, ni confiar en los demás. De repente, alguien se les acercó y amenazó a su amigo con un cuchillo. Su amigo lo tomó del brazo, él sí no sabía cómo se vivía fuera de su burbuja dorada. — Nos tenemos que ir, Wang, nos están siguiendo.

Le susurró a su oído: — ¿Preparado para correr?

De esa manera lo hicieron con rapidez y se escondieron en un callejón, totalmente oscuro, sólo se oían sus respiraciones durante unos segundos, después comenzaron a escuchar ruidos, algo que se movía no muy lejos de ambos. Les entró un escalofrío a ambos hasta que notaron que no era nada más ni nada menos que un hombre acostándose con una mujer, la tenía posicionada contra la pared, sus piernas abiertas, la ropa interior que colgaba de sus muslos y el tipo que movía sus caderas de una manera frenética, tenía el pantalón bajo y únicamente la camisa. Era un típico oficinista moralista de la vida durante el día porque había dejado el traje a un lado, algo sucio y la corbata le colgaba apenas del cuello. La mujer los observó con cautela, sin embargo, ninguno de los dos les dio demasiada importancia, o estaban demasiado drogados o simplemente no les molestaba estar en público. Quizás podrían ser las dos opciones combinadas. Aunque era incómodo estar allí, era la única manera de escapar de aquellas personas, se sentaron alejados de esa pareja, probablemente no era una pareja, probablemente la chica era una prostituta y el tipo engañaba a su mujer o algo así, al menos eso pensaba Fox porque era lo más usual, lo más recurrente. Miró a su amigo de reojo ya que deseaba reírse, pero el otro le cubrió sus labios y negó con su cabeza. — Por tu culpa estoy aquí, imbécil. —profirió su amigo. — Ya podés llamar a mi chofer, él seguro te lleva también a tu casa. —contestó acercando sus manos a los labios porque hacía frío.

Apenas arribó a su hogar, caminó hasta el baño donde se miró durante unos segundos, la sangre de su nariz se había endurecido y le dolía bastante ahora que la hinchazón era visible. Se limpió y las gotitas de sangre continuaron cayendo de manera más espaciada, luego se bañó porque la camisa estaba sucia. Lo único interesante de eso era que la noche no se había desperdiciado por completo porque al menos sucedieron cosas intensas, que bueno, podrían haber salido peores, pero eso era lo que pensaba Fox y la segunda parte interesante es que vivía solo y no tenía a sus padres molestándolo. No tenía deseos de vivir de manera diferente, no le hacía falta trabajar, no se metía en los negocios de sus padres, éstos estaban a cargo de empresas farmacéuticas, en realidad, tampoco los conocía demasiado bien, quizás un beso de buenas noches de su madre cuando era chico, pero casi siempre estuvo al cuidado de su “nana”, de su niñera, que luego se enteró salía con su padre durante aquella infancia que veía lejana y borrosa. Cuando recibió terapia, la psicóloga le mencionó que probablemente no tenía tantos recuerdos de chico porque le sucedieron cosas tormentosas que no deseaba volverlas parte de su consciente y esa fue la única respuesta que Fox dio durante tantos años. ¿Pero cómo se aislaba del vacío que sentía últimamente? Ese vacío de que no queda nada por hacer o al menos no tenés ganas de hacer nada, ¿cómo vive la gente sin sueños? ¿Cómo se vive el día a día sin una razón o motivación para existir? A diferencia de sus amigos que habían comenzado a meterse en los negocios de sus parientes, él no quería saber nada con eso, y no porque le diera vergüenza u odiara a su familia, no era su interés principal simplemente. Sentía que estaba destinado para algo grande, pero a la vez sabía que esas nada más eran ínfulas de una persona con dinero. Sabía de sus privilegios y posiblemente no podría vivir si no los tuviera.

Con esos pensamientos en su cabeza, se acostó sobre el sofá y dormitó hasta quedarse completamente dormido. Sin embargo, los sueños empezaron, o más bien las pesadillas, todo se tornó oscuro y se encontró en una casa que desconocía totalmente, una casa que tenía toda la apariencia de barrio privado porque por allí suelen tener el mismo diseño y arquitectura. Era lúgubre, gris, había sonido, pero no sabía de dónde provenía, alguien gritaba, pero no sabía por qué, alguien bajaba las escaleras, bocinazos, alguien pedía ayuda. ¿Quién? ¿Quiénes eran? ¿De quiénes se trataba? Él estaba allí, solo, sobre el living, pero parecía estar más bien arrojado en el suelo y veía todo desde un panorama vertical. De repente, una mujer se acercó, se agachó en cuclillas y lo tomó de los hombros, estaba llorando, las lágrimas le caían sobre las mejillas como si fuera una canilla abierta, se relamía los labios hinchados y rojos. Poseía el cabello rubio carré que se balanceaba de un lado a otro. Lo sacudió con fuerza y expresó: — ¡Ayudame, ayudame!

La desesperación parecía más notable aún, seguía llorando, las lágrimas que corrían transigentes y observaba siempre a su costado como si algo o alguien estuviera vigilándola o esperándola. — Buscame, soy Wendy Shoppes, vivo en la calle Mortimer 1567. ¡Por favor ayudame! —decía y parecía cubrir sus propios labios. Sin embargo, de un instante a otro, alguien la tomó del cabello y la arrastró rápidamente hacia un lugar oscuro, únicamente sintió los gritos de la mujer que desapareció.

Fox despertó sudado y su respiración era tan desequilibrada que se ahogó. Su nariz había comenzado a sangrar nuevamente, y tragaba de manera constante el líquido rojo. Anotó como pudo en su celular el nombre de la chica y los datos que le ofreció. ¿Quién era ella? ¿Qué clase de recuerdo se había despertado en sí mismo? ¿Era real? ¿Existía en la vida real o simplemente era un personaje ficticio que se había creado para escapar de sus problemas?

Wendy Shoppes la nueva consigna. La nueva razón para continúe viviendo ya que el día siguiente debería buscar su nombre. No podía decirle que no a alguien que pedía auxilio, aunque no sabía cómo se había metido en su sueño en primer lugar. Tenía su nombre, el rostro, la dirección, sin embargo, nunca la había visto, no la conocía, no le parecía un rostro familiar, aunque efectivamente el acento parecía ser de ahí, no le era extraño a sus oídos. La ansiedad comenzaba a pesarle en el estómago como si fueran mil hormigas que tenía dentro suyo, tuvo que cerrar los ojos con fuerza para poder dormirse nuevamente y no volvió a soñar con la muchacha durante todo lo que restó de la noche.

«I’m killing someone, maybe, you are killing someone, maybe i’m killing you, maybe you’re killing me. We all pretend to be the heroes on the good side»

“Estoy matando a alguien tal vez, vos estás matando a alguien tal vez, tal vez estoy matándote, tal vez me estás matando. Todos pretendemos ser los héroes en el lado bueno.”

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