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Capítulo 1 Volver a dormir

caballero y él tampoco va a recibir nada que sea mío, lo dejo claro. - Ahora voy a apagar este teléfono y volver a dormir. Y no me molestes hasta que te envíe un mensaje para avisarte que ya estoy despierto. Mi

asesor suspira consternado, pero cuelgo la llamada de todos modos y, dejando el celular a un lado de la cama, vuelvo a acurrucarme en la comodidad de mis almohadas. Samuel, ¿quién va a hacer qué? Sonrío y.

cierro los ojos. Sólo si es en mis sueños. O mejor dicho, en sus sueños. Capítulo 1 Mi mano hace clic en el

despertador de la mesita de noche, silenciando el timbre de mis pesadillas. Odio despertarme con estímulos.

Odio tener un horario. Odio que la vida me haya dado responsabilidades sin que yo quiera. ¿Por qué no dejé

que los otros espermatozoides ganaran la carrera? ¡Mierda! Mira lo que recibí como premio del ganador. Me

siento en la cama y me froto la cara, mis ojos todavía no quieren abrirse. Estoy en piloto automático hasta las

once de la mañana. Y sólo me encontrarás 100% conectado cuando sea de noche. ¿Pero a alguien le importa

eso? A la vida no le importa. Y mis perros tampoco. - Oh, joder, amigo Sam - murmuro cuando uno de ellos

salta sobre mí, ya lamiendo mi cara y cuello, casi haciéndome caer. -¡Espera espera! ¡Siéntate, detente, quieto!

- Pruebo las órdenes que el entrenador le aseguró que entendería. Y hasta que pareció entender. Frente al

profesional. Solo. Después de que volvimos a estar solos, el amigo Sam dejó todo lo que había aprendido y desde entonces ha tenido la dicha de interpretarme como payaso y fauta dulce. Rendido, me levanto, mi

amigo obedece y se pone a cuatro patas, quedándose al lado de su amigo que, a diferencia de él, es paciente

y controlado. - Buenos días a ti también - Los acaricio a ambos y me dirijo hacia su zona, que está en la

parte trasera de mi casa – todavía suena raro decirlo. Me siguen y mi amigo Sam se interpone en mi camino

cuando voy a poner la comida en los tazones, pero no voy a estresarme con él por eso. Porque sería estrés en

vano, ya que hace esto todos los días. No me arrepiento. Habiendo conseguido dos perros desde que vine a

vivir sola porque... ¿qué podía hacer? Me acostumbré a vivir en un lugar con ruido y gente. Con mis amigos

tuve eso. Tenía muchas cosas, pero de repente todo desapareció. Se acabó, se acabó. De nada. Era casi.

como dormir y despertar en una realidad diferente. Irreal. Imposible. ¿Nathan trabaja y no tiene tiempo para

nuestras festas nocturnas? Muy mal. ¿Douglas arrepentido, corriendo y humillándose detrás de una mujer?

Aún más equivocado. ¿Ryan a punto de casarse? ¡Habla en serio! ¿Dónde terminaron mis amigos? ¿Dónde

terminé? El perro ladra respondiéndome. - Buena chica - ironizo. - Terminé aquí, contigo. Y somos solo

nosotros. Pero no te quejes, no. Es mejor conmigo que en el refugio. Ella inclina la cabeza hacia un lado,

tratando de entender, pero se da por vencida y vuelve a comer. Aún no le he dado un nombre. No se me

ocurrió ninguno lo sufcientemente adecuado. Es una perra increíble y quiero hacerlo bien al nombrarla.

Regreso a mi habitación y me dirijo al baño, necesito una ducha fría antes de tomar un café sin azúcar.

Necesito todo lo posible para despertar mi cuerpo en este momento. Después de unos minutos, salgo de la

ducha y me voy a secar. Bostezo un par de veces mientras la toalla abraza mi cuerpo y, cuando llega el momento de secarme la cara, la tela suave y afelpada me hace sentir más somnoliento. Descarto la toalla a

uno de los gabinetes del baño con un gruñido. ¿Estoy prestando atención a una tela suave? Trabajo de mierda. Con largas zancadas, me dirijo al armario. Me preparo en modo automático, con la intención de llegar

pronto al café. Creo que tendrá un mejor efecto que el que mi amigo Sam salte sobre mí, o incluso que una

ducha fría. Salgo de la habitación todavía arreglando mi corbata y, cuando llego a la cocina, opto por la

cafetera. - Alexa - Activo el asistente virtual -, noticia del día. Mientras escucho, termino de anudarme la

corbata y me tomo el tiempo para cerrar los ojos y darle un poco más de descanso a mis párpados. Pero no

dura mucho, porque escucho que el café empieza a gotear en la taza, despertándome. Espero a que se llene

el recipiente y me lo llevo a la boca, sacando la mitad del líquido con dos sorbos. Me arden los ojos y me duele la garganta, pero no me importa. Es parte del proceso de despertar. Ya casi termino con mi café.

cuando Alexa toma un descanso de informarme la noticia, para avisarme que tengo un mensaje de mi

secretaria. No en vano me dice que una mujer ha entrado en mi habitación y me está esperando. Y ella no

sabe quién es. - Increíble, era justo lo que necesitaba - ironizo. - Buenos días, Samuel Fox. ¡Buenos días!

Voy a despedirme de mis amigos antes de irme, dejando sus ollas llenas de comida y agua, cuatro de ellos

porque beben mucho; así que voy al garaje, me subo a mi coche y me dirijo a GOLDFoxs, mi lugar diario. Estoy

en el ascensor del edifcio, camino a mi ofcina, cuando suena mi celular en el bolsillo de mi pantalón y lo

saco para revisar, poniéndome de mejor humor cuando veo el nombre de mi hermano en la pantalla. Ignoro la

llamada y espero a que se abran las puertas. Cuando esto sucede, lo primero que veo es mi secretaria en su

escritorio. Las gafas redondas hacen que sus ojos parezcan más grandes cuando nota mi llegada. Y esto.

resalta mucho más por su cabello gris recogido. - Buenos días, señor Fox - me saluda mientras salgo del

ascensor. La voz amiga de siempre, hoy tiene un poco de incertidumbre. - No tan bien, no tan bien, ¿verdad?

- Miro mi habitación. La puerta está abierta y todo lo que veo es la cabeza rubia. La mujer está sentada

frente a mi mesa como si fuera una invitada. - ¿Cómo sucedió esto, Leonor? - Vuelvo a mirar a mi

secretaria. -Cómo es que una persona pasa a tu lado y logra... -Me callo. Cualquiera puede hacer esto.

Además de ser demasiado amable, Eleanor no tiene la fuerza física para detener a alguien. No sé si fue

intencional por parte de mi hermano haberla contratado antes de que se fltrara; no sin antes decirme que

este trabajo es todo lo que tiene y que despedirla sería lo mismo que quitarle la vida. Una broma. ¿Quién

consigue que una señora muy mayor sea secretaria? Y, aún así, ¿pide garantías de que no la despedirán? No

lo tomé como algo personal. Mi hermano menor tiende a ser inconveniente y mejor que yo en todo. Y a mi

padre no le gusta mucho. En la mente del anciano, yo, el primogénito, debería ser el ejemplo. Debe ser el que

enseña y no el que enseña. Veo la decepción en su cara cada vez que pasa a ver si realmente estoy.

trabajando. Y, aunque siempre estoy ahí, él todavía tiene dudas y prefere comprobar. ¿Que puedo hacer?

Trabajar no estaba en mis planes, así que todavía estoy aprendiendo. Acostumbrarme a ello, algo que no creo

que suceda nunca. Puede que ya haya mencionado que odia levantarse temprano y tener un horario. Se me

fríe la cabeza sólo de pensarlo. - ¿Quieres que llame a la policía? - pregunta Eleanor y luego ofrece una

explicación: - No quería causar un alboroto en el edifcio, así que esp

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