Edik Brandwein
1 Libro Publicado
Libro y Cuento de Edik Brandwein
Le puede gustar
Renace como una mujer deslumbrante
rabb Emberly, una científica destacada de la Federación Imperial, se quitó la vida después de completar una investigación importante.
Renació, y como en su vida pasada, nació en una familia adinerada.
Podría haber llevado una vida próspera y sin preocupaciones. Sin embargo, hubo un intercambio de bebés en el hospital y ella terminó con una familia de campesinos. Más tarde, sus padres adoptivo descubrieron la verdad y la llevaron con su verdadera familia, pero esta ya no la quería, e incluso su malvada hermana adoptiva la despreciaba. Fue acusada injustamente y, al final, murió en prisión.
Pero en su siguiente vida, se negó a seguir siendo una cobarde y juró vengarse de todos los que le hicieron daño. Solo se preocuparía por aquellos que realmente fueran buenos con ella y cerraría los ojos ante su familia cruel.
En su vida pasada, había experimentado la oscuridad y había sido tratada como basura, pero también había estado en la cima del mundo. Esta vez, solo deseaba vivir para sí misma.
Como si se hubiera encendido un interruptor dentro de ella, de repente se convirtió en la mejor en todo lo que se proponía. Ganó el concurso de matemáticas, encabezó los exámenes de ingreso a la universidad y resolvió una pregunta antigua... Más tarde, acumuló innumerables logros en investigación científica. Las personas que una vez la difamaron y menospreciaron lloraron amargamente y le suplicaron una autorización de patente.
Ella solo se burló de ellos. ¡De ninguna manera se las daría!
Ese era un mundo sin esperanza, pero el mundo depositó su fe en ella.
Austin, el heredero de una poderosa familia aristocrática en la capital del imperio, era frío y decisivo. Asustaba a cualquiera que lo mirara. Sin que nadie lo supiera, adoraba a una mujer: Emberly. Nadie sabía que su deseo por ella crecía con cada día que pasaba.
Ella trajo luz a su vida, que originalmente era aburrida y sombría. El plan de divorcio de 100 puntos
Rabbit Durante tres años, documenté la lenta muerte de mi matrimonio en un diario de pasta negra. Era mi plan de divorcio de 100 puntos: por cada vez que mi esposo, Bruno, elegía a su primer amor, Adriana, por encima de mí, yo restaba puntos. Cuando el marcador llegara a cero, me iría.
Los últimos puntos se desvanecieron la noche en que me dejó desangrándome tras un accidente de auto. Tenía ocho semanas de embarazo del hijo por el que tanto habíamos rezado.
En la sala de urgencias, las enfermeras lo llamaban frenéticamente, al cirujano estrella del mismo hospital en el que yo me estaba muriendo.
—Doctor Santos, tenemos a una paciente sin identificar, O negativo, se está desangrando. Está embarazada y estamos a punto de perderlos a ambos. Necesitamos que autorice una transfusión de sangre de emergencia.
Su voz sonó por el altavoz, fría y cortante.
—No puedo. Mi prioridad es la señorita Villarreal. Hagan lo que puedan por la paciente, pero no puedo desviar nada en este momento.
Colgó. Condenó a su propio hijo a la muerte para asegurarse de que su exnovia tuviera recursos disponibles después de un procedimiento menor. De la Desolación a la Novia Multimillonaria
Gavin Mi padre crió a siete huérfanos brillantes para que fueran mis posibles esposos. Durante años, solo tuve ojos para uno de ellos, el frío y distante Damián Ferrer, creyendo que su lejanía era solo un muro que yo tenía que derribar.
Esa creencia se hizo añicos anoche cuando lo encontré en el jardín, besando a su hermanastra, Eva Cárdenas, la frágil chica que mi familia acogió a petición suya, a la que yo había tratado como a mi propia hermana.
Pero el verdadero horror llegó cuando escuché a los otros seis Becarios hablando en la biblioteca.
No estaban compitiendo por mí. Estaban trabajando juntos, orquestando "accidentes" y burlándose de mi devoción "estúpida y ciega" para mantenerme alejada de Damián.
Su lealtad no era para mí, la heredera que tenía sus futuros en sus manos. Era para Eva.
Yo no era una mujer a la que había que conquistar. Era una carga tonta que había que manejar. Los siete hombres con los que crecí, los hombres que le debían todo a mi familia, eran una secta, y ella era su reina.
Esta mañana, entré al despacho de mi padre para tomar una decisión que reduciría su mundo a cenizas. Él sonrió, preguntándome si por fin había conquistado a Damián.
-No, papá -dije, con voz firme-. Me voy a casar con Héctor Bernal. Divorciada y fantástica: demasiado tarde para pedir perdón
rabbit Durante dos años, Caitlin llevó en silencio el anillo de Isaac, intentando ablandar su corazón frío, hasta que el primer amor de su esposo regresó, embarazada. Devastada y ocultando su propio embarazo, Caitlin presentó los papeles del divorcio. Isaac los rompió con desdén y espetó: "¿Ya te cansaste de tus juegos?".
Más tarde, Caitlin regresó triunfalmente al centro de atención, convertida en una diseñadora multimillonaria con admiradores interminables. Con desesperación, Isaac la arrinconó con urgencia, y suplicó: "Amor, dame una oportunidad más". Una Segunda Oportunidad, Un Beso de Amor Verdadero
Gavin La lluvia golpeaba con furia el parabrisas en la carretera a Toluca, igual que un dolor agudo y familiar me retorcía el estómago.
Marco conducía con los nudillos blancos por la tensión, hasta que su teléfono se iluminó: "Isa".
Mi esposo, su eterno y leal perrito faldero, desapareció en un instante.
"Elena, pide un Uber. Isa me necesita", había sentenciado, abandonándome enferma y sola en esa carretera oscura.
Era la novena vez que Marco elegía a su exnovia por encima de mí, su esposa.
El "noveno adiós" de una apuesta cruel que Isa orquestó años atrás: "Nueve veces, Elena. Nueve. Y entonces te largas".
Cada incidente era una herida más profunda: la cena de mi aniversario, mi cirugía de emergencia, el funeral de mi abuela.
Yo solo era su rebote conveniente, su "premio de consolación", un peón en su juego retorcido.
Días después, cuando un accidente de elevador me dejó destrozada en el hospital, Marco acunaba a Isa. Su pánico era solo por ella.
Finalmente lo vi con una claridad escalofriante: él nunca me amó de verdad.
Mi matrimonio era una mentira meticulosamente elaborada, orquestada por Isa desde la universidad.
Mi amor por él, esa esperanza tonta y obstinada, finalmente se agotó, dejando solo un vacío doloroso.
Pero el juego había terminado.
Yo ya había firmado los papeles de divorcio que él, en su descuido, pasó por alto. Estaba lista para mi libertad.
Cuando Isa, más tarde, me tendió una trampa despiadada para humillarme en público, acusándome de agresión, un misterioso desconocido intervino, cambiándolo todo.
Este era el fin de una pesadilla y el comienzo de mi verdadera vida. Tres años, una cruel mentira
Gavin Durante tres años, mi prometido Javier me mantuvo en una clínica de lujo en Suiza, ayudándome a recuperarme del estrés postraumático que destrozó mi vida en mil pedazos. Cuando por fin me aceptaron en el Conservatorio Nacional de Música, compré un boleto de ida a la Ciudad de México, lista para sorprenderlo y empezar nuestro futuro.
Pero mientras firmaba mis papeles de alta, la recepcionista me entregó un certificado oficial de recuperación. Tenía fecha de hacía un año completo.
Me explicó que mi "medicamento" durante los últimos doce meses no había sido más que suplementos vitamínicos. Había estado perfectamente sana, una prisionera cautiva de informes médicos falsificados y mentiras.
Volé a casa y fui directo a su club privado, solo para escucharlo reír con sus amigos. Estaba casado. Lo había estado durante los tres años que estuve encerrada.
—He tenido a Alina bajo control —dijo, con la voz cargada de una diversión cruel—. Unos cuantos informes alterados, el "medicamento" adecuado para mantenerla confundida. Me compró el tiempo que necesitaba para asegurar mi matrimonio con Krystal.
El hombre que juró protegerme, el hombre que yo idolatraba, había orquestado mi encarcelamiento. Mi historia de amor era solo una nota al pie en la suya.
Más tarde esa noche, su madre deslizó un cheque sobre la mesa.
—Toma esto y desaparece —ordenó.
Tres años atrás, le había arrojado un cheque similar a la cara, declarando que mi amor no estaba en venta. Esta vez, lo recogí.
—De acuerdo —dije, con la voz hueca—. Me iré. Después del aniversario de la muerte de mi padre, Javier Franco no volverá a encontrarme jamás.