Demasiado tarde para el arrepentimiento del capo de la mafia
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nó el cielo de la Ciudad de México con drones que deletreab
n el muelle para correr con su
o su vientre con el texto: "Por fin
cima de todo. Yo solo era un lugar
. No lo
nicié el Proto
s papeles del divorcio y borré a
aba que el bebé de Sofía no era suyo -que había traiciona
de furia y gastó su fortuna ince
rio suizo de alta seguridad donde me e
a mí, demacrado
ó por lo que nos hi
e que una vez
, Luciano. ¿Pero el asesinato?
somos e
ítu
e vista
s dedos se aferraban con una fuerza mortal a un bolso de noche incrustado de cristales qu
s líneas rosas: el heredero que mi es
chable con un único borrador
iversari
paz, una hija de los Valverde intercambiada con el Patrón de Patrones. Esperaba un monstruo. En cambio, recibí
ermitido creer.
nte guapo en su esmoquin, las líneas afiladas de su mandíbula y la gracia depredadora de sus movimientos atraían to
la orquesta ahogaba sus voces. Creían que yo solo era la bonita e
aloa. Aprendí la jerga del negocio
rco, agitando su tequila añejo. "Sigue preguntando c
opa de champán con tanta fuerza que temí que
curo que normalmente me debilitaba las
su voz goteando un arrogante derecho de propiedad. "Fre
fí
her
no. Mi propia hermana. La que me pedía prestada mi ropa, la que lloraba en mi hombro p
con una sonrisa lasciva en su rostro.
mi defensa. Parecía un hombre protegiendo un ju
es la Reina. Es la imagen que necesitamos. Sofía es... un capricho. Mantén a
pli
ños de coser sus heridas en medio de la noche con manos temblorosas. Siete años d
de champán. Sa
ánicos. Tenía que salir de esta habi
ros jefes. Me miraban con envidia. Veían los diamantes en mi cuello, el esposo poderos
tal. Caminé hasta la barandilla de piedra y miré la propiedad. Era una fortaleza. Gu
ló al tocar el plástico frí
o dijera ahora, estaría encantado. Me haría girar, me besaría y
iado por un padre que veía la lealtad como un
teléfono
n suicidio; cambiar una jaula por otra.
que había memor
o", su
lado era tranquila, estéril. El Pro
firme a pesar de las lágrimas que qu
ión de seguridad requiere un protocolo f
esito una extracció
laz
o se reía de algo que decía un senador, su mano descansando
ecesito tres días par
s horas. Esté lista. Una vez que pise ese
ir hace diez m
r el teléfono de
seda de mi vestido. Era doctora. Lidiaba con
ás de mí. El aire cambió
or
tes, se sentía como una manta cál
o cerca. Olía a colonia cara, a tabaco
fume d
vom
udriñando mi rostro. Era perceptivo. Era un depredador qu
. Fue la mejor ac
beza", mentí. "La mú
cabello suelto detrás de la oreja. Sus ded
ó. "¿Quién te molestó?
a era so
e. "Solo est
contra la barandilla. Su po
de", dijo, su voz bajando una
o espera
do la distancia que no podía ocultar
la oscuridad filtrándose
sé",
cabeza en el último segundo, así
agua", dije, escabu
sta, dejándolo s
gresiva habí