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Donde Todo Comenzo

Capítulo 4 Entre dos mundos

Palabras:975    |    Actualizado en: 21/01/2025

confirmando que había sido contratada, la emoción y el nerviosismo se mezclaron en su pecho. Aunque comenzaría en el puesto d

o de enterrar su imagen, de deshacerse de las promesas

citación, Ernesto, era un hombre me

los altos ejecutivos -le explicó en la primera sesión-. Aquí,

estaba en el último piso; lo único que le impo

ación i

eptible, a moverse sin hacer ruido, a mantener la distancia con los ejecutivos. En todo momento, se sentía observada, presionada. Pero

d del lugar la sorprendió. El vestíbulo era amplio y lujoso, con paredes de mármol y una

mor. Las oficinas de los ejecutivos eran modernas y bien decora

tos directivos -les advirtió Ernesto, señalando una p

o interés por lo que sucedía tras esa puerta. Pero rápidamente apartó eso

rime

tomó el autobús hacia Eminence Group. El edificio parecía aún más imponente de lo que había record

odo estuviera en orden. Aunque la presión era grande, Ana se concentró en su trabajo. Estaba determ

limpieza, al girar una esquina, chocó de lleno con alguien. El impacto fue suficiente para que ambos perdiera

oger los documentos, pero el hombr

él, mirando a Ana con una m

eces mientras recogía los papeles

n accidente -dijo, sin atre

agachó también, pero más rápido que ella, y comenzó a

uidadosa! -ordenó, levantándose

orporaba y comenzaba a caminar rápidamen

rarla-. El supervisor debe venir aqu

a. El hombre ya se alejaba, y ella quedó ah

sto apareció y la

l señor Salvatierra

a of

icina grande con una puerta de madera oscura, similar a la que había visto ant

anos, observando por la ventana. Al oír la entrada

iró de arriba a abajo, como si estuviera evaluando algo má

reguntó finalmente, su

e responder, dispuesta a no dejar

meza, dejando que su apelli

era recibido un golpe en pleno rostro. No dijo nada, p

ín pareció recobrar la compostura. Sin má

rate de no volver a c

a oficina sin decir una palabra más. Cuando la puerta se cerr

n cargado de tensión, que Ana no podía dejar de preg

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