TORCIDOS: enamorada del primo de mi novio
n mi maletín listo para irme a casa,
uchos jóvenes, acompañados algunos con sus novias, todos bien v
le pregunté a mi novio tras
-dijo Nikko colocando sus manos
eír y puse mi car
Ajá, dime, ¿q
os de Maël y se lo
é el r
quí? ¿Por qué
cuerpo un poco sobre
en Lisboa, mamá le ofreció
l cumpleaños de su hijo? ¿No debería
ntó en la oficina que estaban por venir pero perdieron el vuelo,
é las
or
í -respondió con
ebió haberse id
udiando acá... o e
e algo se arrugó en m
yuda a tío co
ue también e
S
l tuviese que celebrar su cumpleaños sólo... o sin sus familiares directos po
lástima me detuviera por unos minutos, algo que no había hecho por Maël hasta entonc
iajar a casa esa tarde,
aquillaje, la ropa más linda que tenía, mis botas, estaba
a batalla campal de risas, gente caminando de u
ó una de las tías Sar
a me hizo sentir! ¿Qué más iba a hacer? Comencé a servir porciones de comida, bebidas, apenas pude felicitarle porque charlaba con dos chicos muy animadamente,
el volumen de la radio. Nikko se unió a la fiesta reconociendo a algún que otro invitado y de vez en cuando mi pareja aprovechaba su
on todos la conocida canción; Porque no cantaron sino que riero
yo en cambio... Uff, pude respir
Por los parlantes de música
reí, se trataba de la
elajé y comencé a
é con las manos llenas de jabón y me di cuenta d
ndo intenté cantar de n
ver allá en la fiesta? ¿No era él el cumpleañero?
avaplatos y de pron
rayo
de cadera a cadera. No contento con eso, posicionó su maravilloso
estuve tentada a echarme
e rozando
¿Te servist
lado sin podérmelo c
como si le echaran agua a pre
ero qué bello era!
n una expresión tan divinamente encantadora, un combo brillante. Esas dos preguntas que
sus dieciocho esa noche, pero me llevaba una altura descomunal y años de entrenamiento corpora
rvecitas -respondí c
ida, ¿la
muchas gracias. -D
horro se le ocurrió guiñarme un
e en la fiesta, Delu
i cómo se alejó de a
O
rvescente. Y las burlas internas por haberme quedado embobada por un chiquillo solo con
a mal, ¿a qué se debía e
a fiesta, ¿verdad?» m
caer mis hombros decepcionada. ¡Eso era! De seguro estaba beb
o que sentí. Pero evité hacerlo,
cesitaba perderme entre su esbelto cuerpo y olvidarme de aquella muestra de cortesía. Necesitaba