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Muero por tus besos

Capítulo 2 Agotado

Palabras:1234    |    Actualizado en: 02/05/2024

varias cuadras de distancia de la cafetería. Nunca podía hallar un lugar c

noche para llegar a su negocio, esperando que el clima

ueñas irregularidades o dudas que se le presentaban durante el d

n que los empleados supieran como controlar sencillos inconvenientes. Había notado que su sola presen

rado asumiendo él todos los problemas, incluso, los más tontos, como el hecho de saber

a Martin's, su hermano era quien asistía día y noche al

abilidad y las finanzas y visitaba bancos con la esperanza de

con el más insignificante de los pormenores, en su casa, en cambio, por su constante ausencia, comenzó a desconocer

a su departamento antes de que todos estuviesen dormidos, p

itados, y que su hijo de diecisiete había rechazado el cupo en la universidad porque iba a dedicarse a la mús

la mujer le quitó el habla y hasta le pidió que buscara un sitio donde vivir, porque ella no quería seg

oncederle un mes de licencia a pesar de que ese tiempo incluía la época de Navidad, la más compleja y exigente

hijos, disfrutaba del sol mientras su hermano se hallaba en Bro

lístico, y su abuela materna, el único familiar que les quedaba con vida,

decía a los obsequios para niños. Sus nietos mayores ya estaban grandes par

aba la idea de una paternidad, ni siquiera, el de una relación es

sa de que «pronto iba a morir». Llevaba

ia, más aún, en ese instante de su vida, en que estaba a punto de enloquecer

de su abuela, asegurándole que iría pronto a

ersonas que corrían para subir a uno de los vehículos que recién llegaba, po

oración navideña que se encontraba frente

plástico y con otros materiales desechables, pero obteniendo un acabado artístico al

dad había propiciado un concurso de decoraciones navideñas hechas con m

da ecologista que causaba

a publicidad posible y la propues

so, casi sufrió un microinfarto al ver el papel que habían colocado encima del cartel que sost

¿qué

no al descubrir como unas mujeres, que llegaban en ese momento a la parada de bu

ncuentes -masc

allaban en la parada de bus, incluyendo a las mujeres ofendidas, lo miraron con rechazo creyen

cercanos lo que ocurría, pero la gente se alejó de él c

manera en el bolsillo de su abrigo antes de entr

estuvieran atentos, pero eso lo haría quedar como un

que vuelva

abrigo notificándole de la llegada de decenas de mensajes de su abuela y Theresa apenas lo

á una pesadilla -

y difícil, que, como todas las demás, la atravesaría so

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