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La Bailarina Del Ceo.

Capítulo 9 Sueños húmedos.

Palabras:1536    |    Actualizado en: 28/04/2024

na de Lila. Es preciosa. Cuando crezca, quiero ser

onita —dijo tocá

crezca, quiero ser así de hermosa... ¿No es he

dijo en

a arropó y luego se dirigió a su estudio, donde tenía una pila de papeles que revisar. Hoy había pasado más tiempo con la niña de lo que había planeado o previsto. Pero al mismo tiempo, la

día —re

era erótica, sexy y seductora. Ella era a

Algunas ponencias se referían a las nuevas propuestas y planes de negocio. Otras fueron las opciones sobre acci

omar una copa. Tomó el frasco de cristal, se sirvió un poco de whisky escocés y regresó a su escritorio. Suspirando profundamente, tomó un sorbo y luego cerró los ojos. L

erta antes de que sonar

lo miró, retirando

hubiera aparecido tan inesperadamente, pero la invitó a entrar. Cuando entró en la casa y pasó junto a él, Sergio se dio

extra seco con dos acei

algo extra para él. Cuando le entregó la copa de martini, ella le dio las gracias con una sonrisa irónica

ebo el placer de es

altado por el abrupto beso, todo lo que pudo hacer fue congelarse. Eva no retrocedió mientras continuaba pasando su lengua por su labio in

mieles. Pasó un momento mientras disfrutaba de la forma en que su beso

vo lleno de necesidad. A medida que sus cuerpos se acercaban, podía sentir su

mordisquearon el hombro y le subieron por el costado del cuello. Sus rodillas se debilitaron y no pudo mantenerse en pie por más tiempo. Ella cedió y se desplomó suavemente al

mbro erecto. Mientras le tomaba con firmeza, abrió la boca y sacó la lengua para lamer su cabeza hinchada. Con una profunda inhalación, colocó su boca

inhaló su miembro repetidamente. Su respiración llegaba en jadeos cortos y gruñó profundamente de placer. Se dio cuenta de qu

edó de pie entre sus piernas, mirando su duro pene. Eva deslizó sus manos

ctamente a través de su núcleo. Sus manos rodearon ambos pechos y los apretaron y amasaron mientras su boca y su lengua adoraban sus pezones hasta convertirlos en rígidas protuberancias mientras ella pasaba sus manos por su suave cabello, tirando de él con cie

sus hombros. En un instante, su boca caliente encontró su humedad y rodeó su pequeña protuberancia de placer. Su lengua lamía los jugos que fluían de su interior. Sus colmillos le rasparon la protuberancia y la chupó aún má

uerte y, mientras su lengua bailaba, él hundió su miembro hinchado en ella. Ella se separó y jadeó por el puro placer de sus embestidas

fu

pi

ueó su cuerpo para responder a sus embestidas y él se estrelló contra ella con fuerza y profundidad. Sergio alcanzó los altos cielos y explot

a vez más, lamiendo los jugos de la punta de su cabeza. Le chupó las últ

ía pasado de negro a rubio y ella tení

do mío—,

rtado y confundido

en su estudio, donde se había quedado dormido con

tenía que llegar a ella pronto. No podía pasar otro día sin saborear sus labios, tomando y devastando su cuerpo. Sabía que nunca habría un

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