La esposa despreciada del rey malvado
meses a
s regios y lustrosos, caían desaliñados en mechones desordenados. La niña ya no lo era y a
os desterrada por su padre no parecían ser suficientes para que ella perdiera por completo la esperanza de vivir
ios del gobierno del padre de ella, esperando con inter
bló un funcionario una vez e
ombre no soportaba verla, pues ella misma era el retrat
piel sobre la ropa de vagabunda. Arabella respiró agitada. En un abrir y cerrar de ojos, se encon
reino de Darkheaven -anunció el rey, poniéndola en
su padre. Alaric del reino Darkheaven había asesinado a su sobrino con tal de ascender al trono. Los rumores decían que era cruel y despiada
raordinaria. En su aislamiento, su mirada expresaba los secretos y anhelos que sus labios no podían pronunciar. Con el destino guian
cia Darkhaven, el aire estaba cargado de incertidumbre y la esperanza flotaba como una luz tenue en la oscuridad que la rodeaba. Se encont
inas verdes cedían paso a oscuros bosques y cielos nublados. En los poblados por los que pasaba, la gente la observaba con mezcla de
destino que se revelaría en sus salones y pasillos. La primera vez que sus ojos encontraron los del rey, Arabella sintió una corrient
je, avanzó hacia el altar con miedo. Las palabras del juramento matrimonial quedaron suspendidas en el aire, mientras sus ojos y los del rey Alaric se enc
supo que su relación con e
ora no podía? Siguió llorando y de un momento a o
sie
.
ca le permitió acercársele... Solo aquella vez, en la que salió perjudicada por su locura momentánea o al me
resonó con un tono helado mientras sus ojos, más cortantes que cuchillas,
alma, manteniendo la compostura a pesar de la mirada despectiva que l
as. Cada gesto, cada movimiento, era una batalla silenciosa en la guerra que se libraba entre sus almas. En las noches
ida -murmuró el rey en una ocasión, y s
Arabella, con un atisbo de resistencia en su voz
castillo en un manto oscuro, el rey Alaric, en apariencia imperturbable
ios de su propia mente, vagaba por los corredores en la penumbra, con los ojos inyectados en un frenesí que contrastaba drásticamente con su semblante níveo.
ribos y el control. Empezó a sudar frío. Debía alejarse de Arabella si no quería cometer alguna locura y lu
e lado y la tomó a la fuerza de la cintura. Arabella abrió los ojos asustada
¿Qué hace? -e
a mirada en sus labios y se lanzó sobre e