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Corazones indomables.

Capítulo 4 Mujer de sueños y pesadillas.

Palabras:1410    |    Actualizado en: 05/11/2023

que era juzgado, considerado un "raro" pero aún así no renunciaba a sus sueños, estaba sumamente concentrado en pulir los detalles de su

típica pinta de "popular" del instituto — hay miren... Carbajal está haci

su cuaderno pero el muchacho lo evito,

a vez más intento recuperar su cuaderno de dibujos pero el muchacho lo tiró a

rdeno la voz femenina, era la recién llegada,

respondió el muchacho riéndose de la mujer, p

el muchacho arrojo al Carbajal una vez contra e

ó una palmada en el trasero, provocando una muy mala reacción por parte de la

demás observaban sorprendidos cómo la muchacha lo había tumbado de un doloroso golpe — ¡¿QUE CARAJOS ESTAN MIRANDO?! — grito

a para ponerse de pie, debía admitir que se sorprendió al sentir el fuerte agarre

do del suelo el cuaderno de dibujos, sacudiéndole el sucio

joven avergonzado, no era normal que una mujer defendiera a un homb

modando su mochila sobre su hombro — soy Helena Bomparkt — extendió su

respondió él, estrec

o de una gran aventura — Eduard no sabía porque pero e

a; lo había notado cuando tenía tan solo 17 años y estaba seguro que ahora debía ser mil veces peor. Debía admitir que conocer a la Helena-rompe-bo

u departamento e ingreso para enseguida tirar las llames en cualquier lugar y sentarse en el

tando por ti — se escuchó una voz masculina, que recién ingresaba

ndió Eduard alzando ligeramente la cabeza para mirar el reloj

ado ese piso; con la finalidad de ayudarlos. Los tres habían llevado una vida difícil, habían comenzado desde abajo, sin palancas, sin familia adinerada, con trabajos de medio tiempo. Esteban provenía de una familia de clase med

ue se había apoderado del lugar, sus amigos lo observaron incrédulos, con los o

o; sin entender que carajos estaba pasando, hace muy pocas horas Eduard estaba muy feli

respondió con pesar, cerr

fue Miguel quien se acercó a su am

explicaciones pero debía hacerlo, sus amigos habían esta

t — respondió finalmente, sus amigo

ano pero somos unos don nadie y ella es una hermosa diosa sensual — Miguel le dió un par de palmadas s

o ver su molestia; en sus planes no estaba casarse y mucho menos con una mujer como Helena. Si por el fuera jamás se casaría con Helena Bomparkt, un

bía tenido la oportunidad de cruzarse con la susodicha en un par de ocasiones y había que admitir que la mujer era una bomba de sensualidad,

ia, que ella se había encargado de hacerle la vida totalmente miserable — ella y yo nos conocemos d

rdar su pasado. ¡Pero carajos!, con Helena presente en su vi

dos creen — acotó dándole un gran sorbo a la cerve

quier hombre — se burlo Miguel, quien estaría más

— aseguro sin más, mientras se dirigía hacía su habitaci

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