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Mi jefe se enamoro de mi

Mi jefe se enamoro de mi

Eva Alejandra

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Capítulo

Alejandra sale embarazada y se ve forzada a irse de su casa, un mes después la madre la espera en la pensión y hace que pierda al bebe. Alejandra va a la casa de la dueña de la pensión y se encuentra con la hija de la señora la cual al escuchar la situación en la que se encontraba Alejandra, le ofreció trabajo siendo dama de compañía y fue entonces cuando conoció a Giuseppe, el mafioso más poderoso del país.

Capítulo 1 1

Alejandra

Salí de mi finca como en un día cualquiera, tenía que ir a buscar a mi hija al colegio, ya era la hora de ir salida y no le gustaba quedarse ahí parada en la puerta del colegio por mucho tiempo, decía que se sentía muy ridícula estando ahí parada. Caminé todo el camino de cemento hasta llegar a mi camioneta y luego me subí.

—Alfredo, nos vamos a buscar a Elena al colegio y apúrense que ya vamos un poco retrasados. —Le dije una vez ya estaba adentro de la camioneta, Alfredo era mi hombre de confianza aparte de ser uno de mis guardaespaldas.

—Si señora, ya mismo nos vamos para allá. —Me respondió y se fue a llamar a los otros guardaespaldas para que manejaran las otras camionetas y luego él se subió en la que yo estaba montada y arranco.

Mi finca estaba un poco lejos de la ciudad, obviamente tenía una granja ahí, había caballos, cochinos, monos, etc. Para lo que más me servía la granja era para camuflar el laboratorio de cocaína y marihuana que tenía en el sótano. A pesar de que era una traficante, todavía no tenía la suficiente cantidad de dinero como para la meta que tenía de matar a Aurora. Muchos pensamientos pasaron por mi mente apenas salí de la finca que ni cuenta me di de que ya habíamos llegado al colegio de Elena.

—Hola mami, se tardaron un poquito en venir a recogerme ¿No? —Dijo Elena después de haberse montado en la camioneta y después de haberme saludado con un beso en la mejilla como de costumbre.

—Si, no le vayas a echar la culpa a los escoltas, fui yo la que tuvo la culpa. Estaba pensando mucho y se me fue el tiempo, pero lo más importante es que ya estás aquí y que tu mami no se olvidó por completo de ti. -Le respondí y luego le di un besito en la frente.

—¿Y en qué tanto pensabas mami? —Me respondió con el ceño fruncido y viéndome fijamente.

-Cosas del trabajo, no te preocupes mi amor. Vamos a la casa de tu bisabuela a comer, nos hizo un almuerzo bien rico. -Le respondí tratando de desviar el tema de en qué estaba pensando.

—Ah bueno mami, está bien. Pues qué bueno que ya por fin te hayas decidido a ir a la casa de mi bisabuela, ya estaba empezando a extrañar mucho su comida. -Me respondió mi hija. Era cierto que me costaba trabajo ir a su casa en la urbanización en la que crecí, siempre que iba recordaba muchísimo mi pasado.

—Pues si mi amor, tú sabes muy bien que no me gusta mucho estar en ese ambiente, estaba pensando en decirle a tu bisabuela que se viniera con nosotras a la casa, aunque sea unos días. ¿Te parece buena idea? -Le respondí.

—Si lo sé, pero todavía no me has dado una explicación de porque no te gusta ir a la urbanización en la que vive mi abuela. Con respecto a lo de mi bisabuela me parece una idea excelente mami, yo me voy a encargar de intentar que acepte irse ya definitivamente a la casa. -Me respondió Elena y después dio gritos cortos de emoción.

—Bueno está bien Elena, yo le digo que se venga para la casa para que pase la noche con nosotras y ya después al día siguiente, tú le dices que la extrañabas mucho y que quieres que se quede unos días más con nosotras en la casa. Recuerda que a ella se le pone el corazón chiquito cuando tú pones tu cara triste, así que, si te dice que no, usas tu carita triste que ella no se va a poder resistir por mucho tiempo. -Le respondí intentando cerrar el tema.

—No me gusta manipular a mí bisabuela. -Me dijo Elena enojada.

—Mi amor, hoy te voy a dar un consejo de vida. A veces cuando quieres conseguir cosas, tienes que hacer cosas que quizás no te gustan del todo. Yo he tenido que hacer muchísimas cosas que no me han gustado para nada, solo para poder conseguir lo que quería. Todavía tengo bastantes cosas que hacer que no me gustan, solo para lograr las cosas que quiero. —Le respondí un poco molesta, Elena era muy inocente y no tenía ni la menor idea de lo que era sacrificarse para conseguir las cosas que quería, simplemente tenía que hacer que su bisabuela accediera a quedarse en la casa.

A mí me hubiese encantado tener una madre que se esforzará por mí y que mis únicas responsabilidades fuesen ir al colegio y convencer a mi bisabuela a qué se quedará en mi casa.

—Ya lo sé mami, sé que te has esforzado mucho a lo largo de toda tu vida para conseguir todo lo que tienes y que todavía te falta, pero entiéndeme mami, yo no sé ser mala como tú. —Fue la respuesta que me pudo dar.

—¿Mala? ¿Mala por saber cómo lograr lo que quiero? —Le grite, la cosa que más me dolía y me molestaba en el mundo era que Elena me dijera cosas feas.

—Ya mamá, no te molestes ¿Sí? —Me respondió con una cara de frustración.

Estaba a punto de responderle, pero me di cuenta de que ya estábamos llegando a la casa de mi abuela. Alfredo se estacionó y después lo demás hombres lo hicieron también, Elena ni siquiera espero a que el escolta le abriera la puerta de la camioneta, ella sola abrió la puerta y se bajó. Mi abuela ya estaba afuera de la casa esperándonos y pudo ver a Elena de muy mal humor entrar a su casa y cerrar la puerta de golpe.

—Hola nieta mía. ¿Que tiene la niña? —Me dijo mi abuela a penas me vio.

—Le venía dando lecciones de vida en la camioneta y pues ya sabes que ella es como muy delicada y no aguanta que uno le siga una o dos cosas del mundo real, pero bueno olvidemos eso que nosotras vinimos fue a comer. -Le respondí y luego caminé al interior de la casa.

—Bueno. —Dijo mi abuela siguiéndome.

Entré a la casa de mi abuela y fui directo al comedor, ese día tenía un hambre horrible y quería comer bastante así perdiera la silueta. Llegué al comedor y gracias a dios estaban los tres platos servidos y también había para repetir.

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