La Esposa del Teniente Warren
guerra fría, en la que casi no se hablan salvo lo obligatorio, él, molesto porque Iris no ha querido aceptar, y ella molesta por
aceres, dado que su madre no se siente bien y su papá ha tenido más trabajo de lo usual desde la r
sura, toma la cesta de ropa y sube hasta su habitación para acomodarla. La puerta está
a es la mejor idea? -Rac
atro meses de hipoteca vencida, y si no pago en u
se quiebra en e
parte de los muebles que no usamos, podríamos hace
de los últimos días, podré pagar una de las cuotas, sin embarg
ozar como un niño y
riño, todo va
izarles un techo seguro, entonces, ¿qué clase de hombre soy? -Llora en silencio sin contener las lágrimas -Pasaremos a ser indigentes pron
habitación, frustrada por todo lo que están pasando. Sí sabía que las cosas en casa no estaban tan bien. Estaba consc
le pagarían ni un tercio de lo que se necesitaba mensualmente para cubrir los
l teléfono para llamarlo. Su tarjeta está en la repisa, junto a l
Ho
se eriza solo
tardes,
n su voz -¿A qué debo el placer
a en su casa. De acuerdo con cómo se dieron las cosas en la fiesta, Iris nunca aceptaría su oferta
Le llamo para decirle que.
n mientras se regodea su silla. Finalmente Iris
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a la madre de Iris cuando es
lor crema y una camisa coral, con la mejor de sus sonrisas, se presenta el teniente Warren. Su aspecto, ahora
por aquí? -el padre de Iris le tiende la
a pedir la mano de su hija, est
ris y, una vez más, ella se siente desnuda delante de su presencia, por lo q
a salido una segunda cabeza: su mamá conster
as cambiado de opinión? -el
mportante es que ha aceptado -como siemp
quiebra, al punto de perder su hogar, ni mucho menos, tener que admitir
de opinión -es todo lo que añade,
r, pase y tome asiento
, su madre se retira a la cocina a buscar copas para brindar, dejando a Iris junto a él en el sofá más gra
s, llamándole por su nombre, cosa que ha hecho sin haberle dad
de felpa, con las letras Dior en dorado. Ella abre los ojos como platos
e, al abrir la caja, dejando ver un enorme
es de recelo, mientras que su papá está al estallar de la emoción. Tras ver a su pretendiente, y a pe
ano como un caballero. Si antes se sentía incómoda, ahora que sus labios rozan su pie
copa a cada uno de la bebida espumosa que encontró la
esposa, ¿le importaría que habláramos a solas un
enga, vamos al de
ala. Sus ojos lo dicen todo: sabe que he escuchado la conversación y que su hija h
a, qué vali
nsar en el pesado hombre que será su marido y tener que compartir cama con él es la peor de l