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Con los ojos del alma

Capítulo 3 2 El asistente

Palabras:1379    |    Actualizado en: 07/02/2023

a llena de vida y de magia y mis amigos me hacían sentir como si nos conociéramo

a hermosura de su cuerpo. Escucharlo hablar era simplemente estupendo. Jamás pensé que adoraría esa clase, el hombre realmente sabía de lo que hablaba, no dudaba ni un segundo y sus expl

el cargo, no porque se cobrara algo —ya que no era así—, sino por el estatus que te brindaba aquello y el peso que tendría en el futuro. Decían que Galván había recomendado

itos para presentarse? —p

romedio de nueve y medio en su materia, y de al menos ocho y medio en las

realizamos y los que pasan las presentaciones en clase a medida que él habla. La verdad es un t

no resistiría tenerlo tan cerca

ieras, porque no te alcanz

el profesor Galván y podía postularme para el siguiente semestre, ya que mis notas siempre habían sido buenas y era excelente alumna. Además,

para presentarme. Entregué los trabajos en fecha y me pasé noches sin dormir leyendo en un semestre más libros de lo que leí en cinco años. Vivía a base de café o energizante para poder

datos y horarios disponibles, los conocimientos de informática que poseíamos y experiencias previas en cargos similares —si hubiere, cosa que no era mi caso—. Por último, había que responder en una hoja en bla

sario y en sentir seguridad sobre lo que había redactado. El tema que elegí para la composición fue

e dejó pensando; era cierto que el romance no parecía ser del estilo del profesor, pero al final, decidí trabajar sobre lo que a mí más m

a que superara los cincuenta años, pero se veía como alguien de cincuenta y cinco, o hasta sesenta quizá. Decían que era la debilidad de Galván, que la quería como a una madr

orita Sonia —salu

ada de algo que estaba completando. Ella sabía los nombres

o asistente del profesor Galván —dije, tendiéndole e

otras similares, que ya se acumulaban en el extremo derecho del escritorio—. Le avisare

rsar con ella un poco más, decirle lo importante que esto se había vuelto para mí

lo lograría

a en el suelo, pensativa. Cuando llegaba a la puerta, sentí un empujón en mi hombro; iba a levantar la cabeza

lván, estaba distraída

atención por dón

con quién hablaba con solo escuchar su voz, sobre t

una agenda que se le había caído por el impacto—.

árselo, pero él también sacudió su brazo y nuestras manos chocaron. Una suave corriente eléctrica a

s, podría jurar que él

pacho, observando mi mano y preguntándome

igos cuestionaron emocionad

fue un poco peor de lo que esperaba. Ese hombre es muy intenso, tiene la capacidad de erizarte todos los bellos del cuerpo con sol

en las películas? —preguntó Roberto, bromeando m

nto!, aquello fue

r —dijo Alejandr

ron al unísono Roberto y Fáti

cabecera, él basaba su vida en a

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