Asfixia
e todo som
ano es miedo
én valor y
ítu
ués del primero de septie
de cuerda se
por todas partes. El sil
es cayeron
ó en el pasado. Pero, ¿qué su
omo sucede cualquier cosa. ¿Que si lo esperamos? Jamás. Despertamos pensando que sería u
e todo el oxígeno del
es de la ciudad presentaran severos problemas para respirar. Causó desesperación e histeria. Miedo y
e esto, pero sé que con sus últimas fuerzas logró encerrarme en el sótano de nuestra casa, en donde
encontré cadáveres en las calles, en los es
habían
En verdad creí que no quedaba nadie má
uz eléctrica. Los Seis eran un grupo de sobrevivientes. El grupo estaba conformado por personas d
; una persona incapaz de sobrevivir por sí sola. Y aunque no conocía del todo a esas per
e a eso se le po
tras ciudades o países, pero no había programación, tampoco radio, ni mensajes, ni señales, nada. Lo único que
lo mismo: cadáveres. Cuerpos que después de seis meses reposa
vimos seguros de que éramos
po lo confirmamos pue
na vida como si nada hubiera pasado, pero que de noche lloraban a escondidas mi
ue una pesadilla. Ver la ciudad repleta de cadáveres era todavía peor. Y parecía absurdo
e aceptar
s completam
bíamos decidido alojarnos, dedicándome a mirar el cielo mientras me preguntaba
ca entablaba conversación con alguna otra persona del grupo. Hablaba nada más que
tros. También me enseñó cómo era el manejo de nuestra pequeña central eléctrica a base de energía eólica, la que usábamos para seguir teniendo una vida más o menos p
só el pr
egundo, los Seis
oche y al día siguiente encontrábamos sus cuerpos sin vida. ¿Cómo sucedía? Ni siquiera lo s
s dijo fue que la naturaleza presentaba un cambio un tanto alarmante; que el color natural de las plantas se había transformado en un tono opaco, y que las hojas de los árboles ha
primero de o
aseguró de mantenernos cuerdos sin recurrir a las mentiras. Murió el primero
mientos adquiridos durante el tiempo de soledad. El policía más noble que
el dos de
la religión a la que había pertenecido. Sus días consistieron en vociferar que lo sucedido era un castigo
minaban discutiendo.Cuando el ocho de abril murió Marie, la pequeña de quince años y la última que quedaba del grupo junto a mí, me quedé sentada en el piso mirando su cuerpo. Me pregunté si pronto sería mi turno
ebía e
seguir e
y no moría. Ni siquier
erlo. Me vi obligada a aceptar la realidad, y me detuve a pensar si en ver
e quedaba en la tierra, y me exigí comprender que lo que debía hacer era sobrevivir.Poco a poco la depresión comenzó a desvanecerse y a hacerse presente solo
ún lado y llegué a un nuevo pueblo. Escogí la casa más bonita y luego fui al supermercado más grande para abastecerme con los enlatados que aún estuvieran aptos par
utos que aún podían conducirse, junté todo el dinero que había en los bancos -aunqu
e las tardes de aburrimiento incluso me div
s gratis. No exi
cida la paz mundial. Queda
ue ser una desequilibrada no debía ser grave si no había n
rante tres meses mi único pasatiempo fue juntar los cadáveres del pueblo -los que no pesaban tanto- pa
do era tropezar con un cadáver, así que me ocupé de
Ocurrió de un momento a otro: los cadáveres comenzaron a transfo
o como debía de ser. Pero viéndome inhábil para analizar esa rareza como un cient
, mi día era interesante y entretenido, y el hecho de que no hubiese nadie más era beneficioso. Cuando caía por e
. Logré adaptarme al desierto en el que se había convertido el mundo, a pesar de que en el fondo e
odo indicaba que era la única p
abía na
✦
algunos títulos. La mayoría los había leído más de dos veces, pero hacían que mi men
A veces llegaba hasta el pueblo alguna emanación tóxica proveniente de las industrias de las grandes ciudades,
seguían en las mismas posiciones, algunos estrellados contra otros y unos pocos bien estacionados. La tierra sin humanos se había transformado, pero los cambios en tre
ener algo de música que escucha
el deterioro de su estructura. Los rodeaba una enorme y verdosa raíz de aquellas que de forma misteriosa habían comenzado a aparecer
estaba b
podía dar salida al otro lado de la calle. Cuando llegué al final, segura de que encontraría la
que parecía ser la entrada a una
a un lazo de color negro sobre la puerta de entrada, como cuando alguien
quier cosa me asustaría menos. Vamos, era valiente, pero estaba sola en el mundo. Si escuchaba algún ruido sufriría un «infarto diar
encontré a una mujer en el suelo de la habitación principal del segundo piso. El cadáver estaba en muy mal estado. Su piel hinchada y difícil de descifrar había
para f
otos bastante bonitas: una mujer y un niño de unos diez años. Supuse que la mujer era la que estaba
vanecerse en el olvido, así que lo guardé en mi mochila y me disp
. Tan solo quise hacerlo, sin razón alguna, y me di cuenta de que me habí
nta de que era la de un chico. Todo en ella era muy simple. Había ro
urmuré mientras miraba l
torio de madera. Tenía una tapa de cuero negro y un raro símbolo en el lomo,
PERTENECE
i H -dije en voz alta sin
e algunas páginas habían sido arrancadas. Avancé un poco má
anotació
malo va a
muy bien que él siempre estuvo cuerdo. A veces pienso que también sufro de Alzheimer, pero sé que no es así, que eso es imposible al ser tan joven. Hay cosas que no puedo recordar, como si mi mente estuviese en blanco o no tu
a final, y admití que después de tres años era la primera vez que mi interés y mis dudas se despertaban con tanta intensidad.«Algo muy malo va
eccioné cada habitación con la intención de encontrar el cadáver del chico, pero en
s habían muerto tan de repente. No me interesaba demasiado por el tema pues solo me concentraba e
qué su primera línea adver
así que salí de ahí y fu
to de comenzar a