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Cayendo por Rebecca

Capítulo 4 4

Palabras:1272    |    Actualizado en: 02/02/2023

ítu

metido en el departamento. Escuché ruidos y me asusté, me precipité en la sala, pero no había nada. Con lentitud ll

r qué se levantaba antes de las di

laba a Rebecca sumergida en mi alacena. Había una pila de latas de produc

marillas. Estancado, vislumbré sus pantorrillas duras que se contraían cuando se estiraba, y los mejores muslos

anchoas que venció hace tres, ni siquiera sé qué demonios comes, pues no hay nada que pueda ingerirse sin

ba a surtirme de comida al supermercado. Se acababa el cereal, iba por cereal; se acababan el pan y la mayonesa, iba por eso. Salía a comer con Jess a restaurantes,

comedor, mi vista cayó en una bolsa plásti

di una mirada, la bolsilla estaba ll

estaba curvada y hacía que su trasero sobresaliera más, ella era tremenda

a? —emitió con una

ariz y volvió a sumergirse en la alacena, me estaba divirti

a compr

traje en

a? —cuestioné totalmente perdi

ente por su cuerpo hasta que llegué a su rostro, su cabello era un matorral café frondoso y salvaje. Me recargué en el respaldo, ella llegó a la mes

uillo depositando la bolsa en la encimera. Enmudecido, contemplé cómo acomodaba las cosas—. Como tú pusiste tus reglas, yo voy a poner las mías. Toda la comida

ría estiré las piernas y le di una m

e plástico que supuse era algún condim

encogí los hombros—. Tengo ingredientes

ía mucho de e

para recomponer el rum

puedo tomar l

con enojo, lancé una risotada cuando conte

or algo, pero me di cuenta de que caminaba en m

asta que su cara estuvo a la altura de la mía, sus brazos se estiraron y sus

volvieron aburridas, monótonas. En el sexo con Jess, aunque al principio fue explo

mar todo de mí, sé que lo hab

e estábamos tan cerca, su nariz casi tocaba la m

risto! Sentí que mis músculos se endurecían, me iba a empalmar, realmente me pondría más

ncima de mí no existió

o casi me corrí al mirar los movimientos de sus lab

tocaron, solo tenía que moverme un poco más para besarla, solo un poco más. Oh, cuánto quería hacerlo, quería saber si er

, pero a esas alturas ya no me

ciopelada hizo que me atragantara, ¿me estaba seduciendo?

e me agitó peligrosamente y mi miembro saltó cuando ella

ocer su sonrisa burlona cuando se hizo hacia atrá

laman cuchillos

no había hecho eso, me había puesto duro y ahora se estaba

una

aron todavía más para mi sorpresa, lejos de aborrecer su actitud, me vi arrollado por una marea de deseo que logró perturbarme. Entrecerré los

r la furia y con una maldi

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