SOY LA PERVERCIÓN DEL JEFE
unta agitado, una vez que nos d
nación, mientras me deslizo hacia delante y
a y clava sus uñas. Lejos de provocarme dolor, solo quiero que vuelva a hacerlo porque lo que siento es agradabl
s, lo
mismo momento en el que el semáforo nos da acceso
observo lo que h
rte donde estuvo mi vagina y reconozco el hilo de fluidos en ella. Podría haberme dado asco sin embargo me excitó como no se ima
piernas y aprieto los muslos, haciendo que la sensación de placer se
para mí —ordena y
conduce cuela su mano lib
ro mis ojos y me dejo llevar por el
desde mí entrada y los dirige directo a mi clí
hacer circulitos sobre el y me estremezco cua
ta para mí Aria
expuestas a un hombre que no sé quién es y me fascina como sus
ismo tiempo en que me pide que entr
enso, so
os hace que la excitación aume
carme, al modo en que logra excita
regalarme placer y que no me importe nada
odos en el que me posee,
trego
la mía. De hecho, no sé si les conté que suelo masturbarme cada noche y no me avergüenzo de admitirlo. Es más, en m
? Me siento estúpida. Porque por muchos años he dejado que los prejuicios me hagan creer qu
te lo pudiera meter,
ás hacia delante y flexione mis rodillas para abrirme u
rme una a la boca y morderla, pero tan solo una fracción de segundos porque no sé cómo hi
e hacer? —inqu
saborearlos, yo me quedo con la boca entreabierta por el gesto que hizo co
fundida y molesta por dejar
ega
e tan pronto dirijo mis ojos al edificio y
dre, 8:05 d
sus “dedos locos” y una vez que los tengo en mi poder, me bajo del vehículo y él se apresura en ir tras
su cuello y dejarme llevar por la ex
rutar este contacto o arruinarte el resto del dí
oveco dentro de mi boca y es la primera vez que me besan de ese modo que me siento invadida, aturdida,
ión agitada, la cola de mi cabello totalmente desalineada y mi falda arrugada—. ¿Ariana? —siento que me llama,
ientras saca de su bolsillo una lapicera, toma mi man
arme y al hacerlo me acomoda la falda, no sin antes susurrarme alg
que alguien de traje ha pasado justo a mi lado y Dios que des
nta —comenta y no puedo decirle nada ¿Soy boluda? Si, lo soy ¿cómo n
minutos tarde y ruego a todos los dioses por que el Licenciado Vega no se
uenos días, soy Cohen Ariana, estudiante de la facultad de derecho, alumna del doctor Galíndez —. La mujer chequea en su compu
¿verdad? —me pregunta mientras no
por favor, ¿se
a palabra? Porque con sus
ovimientos de sus dedos sobre el teclado y mi
pero estoy ll
perando a que la impresora imprima una planilla, la c
—niega con la cabeza y
ar de insultos que me trago para no darle el gusto de seguir riéndo
lo siento, bueno. Ense
a fuego y si las mismas mataran
luego me entrega la credencial con mi nombre y me informa que el Licenciado Vega m
o sentir los nervios mezclarse con la excitación que me dejó Fabian. También, que a maldita recepcionista me mantuvo 10 minutos con ella y ya per
e subió a la boca y mi respiración se volvió ag
ada, excitada
a puerta con vidrio esmerilado y un pequeño cartel de
ría regalarme un orgasmo en su nombre, deci
¡Toc
ro;
olver a
e maldigo
lo he visto, no he estado frente a
ra una
lvo a
¡Toc
ro…
¡Toc
r llegado temprano
citación que les dije
¡Toc
si se enoja, después de todo ¿No
dentro del estudio y antes de que pueda par
in hacer contacto visual conmigo
uando me da la espalda y se
pila de carpetas, las toma entre sus brazos, se gira sob
ser su escritorio con ¿el mío? Y deja caer lo que
eñ
un expediente y lo eleva a la altura de mis ojos y dice—: Archivar —la carpeta impacta sobre el escritorio y me sobresalto por el ruido. No puedo procesar su reacción cuando empieza a repetir la acción unas 8 v
nojó» me dice
da larga e incómoda sin ni