La Doctora del CEO
on esa herida y yo no quiero. - dijo él con tr
a ser un violador o u
s un shock de adrenalina al entrar aquí... tus pupilas estaban dilatadas -señaló antes de que la interrumpiera- tú, en cambio, solo miraste mi busto y trasero después de
vo - lo siento ... ¡No s
e caso omiso al último comentario, no me intere
tienes unos ojos preciosos ...,- señaló mirándome ahora y me medite la posibilidad de cambiar de lado, - ¿es hereditario? -pregunto y supuse que se refería
marcados, su cabello corto de un color castaño muy oscuro. Me senté rápidamente en la cama y estire la mano para tomar el cordoncillo de la lámpara en el techo de la carpa, entonces todo se oscureció y me volví a reco
y dudaba de su capacidad intelectual, ¿Cómo podía sentirme ansiosa solo porque sus rasgos faciales podian consideraese atractivo? Normalmente, si un hombre no tenía un poco de cerebr
viajó nuevamente a él - me acabas de sa
í entrepiernas y hacía años que no me sentía así, me había jurado a mí misma que cuando comenzara a sentir, me dejaría llevar, normalmente me costaba mucho concentrarme en las em
ido muy grosero...
levantó las suyas y acaricio mi cabello sujetándolo entre los dedos mientras tenía también mi rostro, acerque mis labios a los ajenos y me dejé explotar en una ola de placer en mis sentidos, aquel sujeto jugo en mi cavidad bucal, tomo mi lengua como suya y exigió de mí lo que nadie había exigido antes, no pude contener y ni siquiera alcancé a co
labios de improviso, un sentimiento de
té con clara frust
s en la boca sin poder o tratar de evitarlo y él, parecía más que complacido de las respuestas de mi cuerpo. Él se había ladeado y ambos habíamos quedad
después de varios minutos, él
íamos intercambiado un par de palabras, yo aún dudaba de la capacidad mental de aque
ones no lo dude. Aquella noche continuó entre los besos más eróticos de mi vida, su exquisito olor masculi
ras de una sola noche, simplemente no encajaba conmigo, había tenido un solo novio, un solo amante, y en el ámbito sexual había sido... normal, bien, pero aquella noche, sin siquiera haber llegado a completar el acto, había sido la mejo
isfecha, me dormí profun