Ella
enciendo un cigarrillo el atardecer una vez más, seguiré viendo por esta ventana hasta que la rojiza colilla sea la única luz en la habitación, no quiero pensar, no quiero escuchar a nadie solo quier
en mi grupo de amigos de trabajo lo jugamos y esta pregunta inocente salto, entre risas y respuestas estúpidas, ella contestó: no necesito saber ninguno y con un risilla cambió la pregunta. No necesitaba ninguna, porque ella sería la que decidiera ambas, ella decidiría la hora, el lugar, el método, ella se fue con sus términos, si me preguntan eso es genial, no esperó a la muerte si no que la llamó de imprevisto, imagino que si yo fuera la muerte tengo un trabajo que cumplir una lista con nombres que buscar, y de pronto boom trabajo extra alguien que no estaba en su lista, debe ser complicado tratar de complacer a todos, quizás por eso