Bajo mis ordenes
Me levanto el lunes a la mañana con más sueño que energía. Veo que son las 9 de la mañana, no se escucha absolutamente nada en la casa y, al entrar a la cocina para tomar el desayuno, encuentro una nota pegada en la heladera con un imán de corazón.
"Esta noche a las 8, primera clase de baile. Te paso a buscar después del trabajo. Alex"
Frunzo el ceño. ¿Cómo que nos anotó de verdad a la clase? ¡Yo pensé que lo había dicho para hacer feliz a su mamá por un momento! No lo puedo creer, si apenas pasaron tres días de la fiesta.
Bufo y niego con la cabeza, que ni crea que voy a ir a ese lugar. Tengo dos pies izquierdos y lo que menos quiero es pasar vergüenza frente a él. Además, en todo caso, ¿de qué me serviría aprender a bailar si ni siquiera nos vamos a casar de verdad? Ahora que lo pienso… ¡vamos a tener que fingir con absolutamente todo!