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Ángel Azul

Capítulo 2 Parte uno: La vida de Cassandra

Palabras:1482    |    Actualizado en: 16/07/2022

Pesadillas

vez que me ocurría, muchas noches me levantaba de mi cama y me iba a la sal

o grité, ni llamé a mis abuelos; fue la primera, de otras ta

a demasiado fuerte y, una vez acostada, me quedaba paralizada; siempre veía una sombra, un hombre que me mi

upaba mi sonambulismo, mucho más desde que me llevaron a un médico amigo y no encontró nada anormal. Por eso, después de aquella noche, cuan

tenía por qué sucederme en el futuro. También empecé a convencerme de que los fantasmas no existían, de que, aunque existieran, no podrían hacerme nada, ellos no pertenecían a este plano y, pese a que podían quedars

intenté contr

o lo

que llegaba a mi habitación, mi cama y sus frazadas se convertían en mi refugio más seguro. Algo tonto, lo

a en la ventana me s

a una excusa para irme. Aun así, casi siempre me quedaba dando vueltas en la cabeza lo que mis compañeros argumentaban. Un compañero aseguraba haber tenido contacto con extraterrestres, que ellos no querían hacernos daño, que querían llevarnos a un plano superior, que no debíamos temer; Marcelo, que había hecho contacto con un muerto mediante la Ouija; Sandra afirmaba que ella venía d

, como mucho, una vez a la semana, aunque debo admitir que el pánico al despertar era el mismo de siempre. Mi miedo era por no entender lo que pasaba. Por más q

taron restarle importancia. Llegó con una tarjeta que decía: “Eres mi razón de vivir”. Aquella noche, durante la fiesta, salí a la terraza a tomar un poco de aire y en el cielo cruzó un meteorito muy llamativo que

estaba convencida de que los extr

teorito -e

e cualquier cosa menos un meteori

en nada de eso -replicó otro de mis co

ué, no quería pensar que eso tuviera relació

romeó Fabián con voz tétrica, él era mi

-Me larg

or, que aquí nos pueden abducir -siguió bromeando-. Vamos, Cassi, que me debes un

oche. Por supuesto, terminamos pinchando , pero él se iba a ir en las vacacio

mí, no fue más que cobardía. No me importaba todo lo que intentaran defenderlo, yo no lo creía. De niña esperaba que él llegara alguna v

Fabián para lla

ón, d

l norte, pero qu

la

oso. Me llevó

namorado de ti desde...

poyé mi cabez

o -repliqué

a es que tú nun

el tiempo junt

ste ser mi polola y e

cuando íbamos en prim

pedí, yo no

í -admití

lvo a pedir, ¿quie

ú te va

mes, es un via

pir

ner el gorro con

ola de toda la vida

u polola de

a mí

co, Fabián

curridiza, Ca

o, un beso en el que sentí su temor a que

conmigo? -me vo

y me colgué de su cuell

oy a ir a tu casa a hablar con tu

n lu

e he esperado

bamos de empe

o de que no haya ningún moscardón rondándote y tu a

s a con

no quiero que “aprovechen mi ausencia para confesar su amor

lo -me

ó con su

ndra Reyes -di

es pareció quedar sobre nuestras cabezas. Mis compañeros volvieron a salir, atraídos por aquel fenómeno, la luminosidad

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