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Junier, Príncipe de los Ángeles

Capítulo 4 3

Palabras:1743    |    Actualizado en: 19/05/2022

onmocionó con la mala nueva. Padre bajó a la Tierra para saber lo que había ocurrido. Cuando confirmó el hecho

hici

lo sabe

gues co

juega, este jueg

inicié

quiso probar quién de

áll

como tú lo ves. ¿Qué harás ahora?

arán que no soy misericordi

s o solo l

on cara de pocos ami

nando este lugar. Tú me acusas de inmisericorde, sin embargo, tú no has hecho más que

guid

o, da lo mismo el nombre -repl

epitió Luzbel-, como sea, menos hi

no otra expresi

l, él es tu ferviente admirador y lo único que espera es

jo favorito, que

l son

s te merecer

vuelta para retirarse cuando fu

so, Luzbel, si no estás conmigo, estás en m

uelta con la so

ía preocupar el que cada vez más "súbditos" se

o contaba con que Luzbel quisiera desenmascararlo, solo que no lo haría con palabras, lo

a no la estaba pasando muy bien, quiso ayudarlos, pero hacerlo, sería mos

rrero y con la espada de Dios en su mano, dispuesto para la lucha; n

serafín con tristeza-, defensor

a desolación, aun cuando su po

bel, pero eso no te bastó, ¿no es verd

ángel caído haciendo alusión al si

ntenció el otro-, el que abandonó su pu

r -ordenó co

N

r qu

ar con Padre, no eres bienvenido, no después de

n ra

ulpa maldijeron a los humano

ba ante ellos todo el tiempo! ¿Quién los tentó en realidad? ¿Yo? ¿O tu P

a probar

manos? ¿No se supone que son perfectos? Al menos l

por ti mismo? -B

Padre te utiliza para sus fines, para enaltecer s

ontemplad

tus herm

por parte

ientes para cansar hasta

quear en mi fide

intenció

n caído en

palabras. Por más eones vividos, y contrario al pensamiento general, su con

xigió Miguel ante el s

es mi hogar,

es expresas

or qué no vien

ara eso e

arás co

or, y contra quien

que tanto se ufana el Dios Todopoderos

es por defender a mis

tienes oportun

deres especiales pa

destr

no hay mejor lugar que este para vivir y que este es tu hoga

a envia

Ti

encanta desterrar a

iene

ivir allí -sen

prepárate

, lo miró socarrón, ni aún con esa poderosa

o pe

los ojos y creó su prop

dejando su postura, estupefacto ante l

ra pelear, hermano -indicó Luzbe

que, en segundos, millares de ángeles ya se encon

el poseía la espada de Dios, no era super

do de Miguel también se preparaban. Hizo aparecer su traje de guerrero, el cual jamás había usado por no necesitarlo. Como Príncipe de los Ángeles, jefe de un gran ejér

uzbel, al ver a su amigo, hirió a Miguel en

s, Junier! No

pelear a

rdenó-, esta pelea con M

l te m

ede ha

no era rival para el serafín, aunque, si era sincero consigo mismo, tampoco sin heridas. Aquella era una guerra épica para él, p

Miguel al público de ángeles cuando se vio perd

tú solo contra mí,

ahora en adelante, Luzbel, La luz de Dios, se t

ó una carcaja

ior, pero no lo eres, no eres más que un esclavo al servicio de un Pad

stes serán desterradas del Cielo. ¡M

e la mitad se pusiera de su parte. Así y todo, la lucha era dura para sus seguidores, no hab

con Satanás sin posibili

emuel, uno de los líderes de su ejército, se distrajo y, entre diez ángeles lo atacaron a la vez, como cobardes. Casi a punto de perder la contienda, uno de sus adv

perado grito que conmocion

papel al toque de la espada del rebelde, aun así, Raguel no se detuvo y le quitó su arma a uno de sus compañeros. Luzbel lo hirió en

e ellos, somos más fuertes y poderosos porque

atalla, aunque a muchos les quedó un sabor

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