Junier, Príncipe de los Ángeles
onmocionó con la mala nueva. Padre bajó a la Tierra para saber lo que había ocurrido. Cuando confirmó el hecho
hici
lo sabe
gues co
juega, este jueg
inicié
quiso probar quién de
áll
como tú lo ves. ¿Qué harás ahora?
arán que no soy misericordi
s o solo l
on cara de pocos ami
nando este lugar. Tú me acusas de inmisericorde, sin embargo, tú no has hecho más que
guid
o, da lo mismo el nombre -repl
epitió Luzbel-, como sea, menos hi
no otra expresi
l, él es tu ferviente admirador y lo único que espera es
jo favorito, que
l son
s te merecer
vuelta para retirarse cuando fu
so, Luzbel, si no estás conmigo, estás en m
uelta con la so
ía preocupar el que cada vez más "súbditos" se
o contaba con que Luzbel quisiera desenmascararlo, solo que no lo haría con palabras, lo
a no la estaba pasando muy bien, quiso ayudarlos, pero hacerlo, sería mos
rrero y con la espada de Dios en su mano, dispuesto para la lucha; n
serafín con tristeza-, defensor
a desolación, aun cuando su po
bel, pero eso no te bastó, ¿no es verd
ángel caído haciendo alusión al si
ntenció el otro-, el que abandonó su pu
r -ordenó co
N
r qu
ar con Padre, no eres bienvenido, no después de
n ra
ulpa maldijeron a los humano
ba ante ellos todo el tiempo! ¿Quién los tentó en realidad? ¿Yo? ¿O tu P
a probar
manos? ¿No se supone que son perfectos? Al menos l
por ti mismo? -B
Padre te utiliza para sus fines, para enaltecer s
ontemplad
tus herm
por parte
ientes para cansar hasta
quear en mi fide
intenció
n caído en
palabras. Por más eones vividos, y contrario al pensamiento general, su con
xigió Miguel ante el s
es mi hogar,
es expresas
or qué no vien
ara eso e
arás co
or, y contra quien
que tanto se ufana el Dios Todopoderos
es por defender a mis
tienes oportun
deres especiales pa
destr
no hay mejor lugar que este para vivir y que este es tu hoga
a envia
Ti
encanta desterrar a
iene
ivir allí -sen
prepárate
, lo miró socarrón, ni aún con esa poderosa
o pe
los ojos y creó su prop
dejando su postura, estupefacto ante l
ra pelear, hermano -indicó Luzbe
que, en segundos, millares de ángeles ya se encon
el poseía la espada de Dios, no era super
do de Miguel también se preparaban. Hizo aparecer su traje de guerrero, el cual jamás había usado por no necesitarlo. Como Príncipe de los Ángeles, jefe de un gran ejér
uzbel, al ver a su amigo, hirió a Miguel en
s, Junier! No
pelear a
rdenó-, esta pelea con M
l te m
ede ha
no era rival para el serafín, aunque, si era sincero consigo mismo, tampoco sin heridas. Aquella era una guerra épica para él, p
Miguel al público de ángeles cuando se vio perd
tú solo contra mí,
ahora en adelante, Luzbel, La luz de Dios, se t
ó una carcaja
ior, pero no lo eres, no eres más que un esclavo al servicio de un Pad
stes serán desterradas del Cielo. ¡M
e la mitad se pusiera de su parte. Así y todo, la lucha era dura para sus seguidores, no hab
con Satanás sin posibili
emuel, uno de los líderes de su ejército, se distrajo y, entre diez ángeles lo atacaron a la vez, como cobardes. Casi a punto de perder la contienda, uno de sus adv
perado grito que conmocion
papel al toque de la espada del rebelde, aun así, Raguel no se detuvo y le quitó su arma a uno de sus compañeros. Luzbel lo hirió en
e ellos, somos más fuertes y poderosos porque
atalla, aunque a muchos les quedó un sabor