En las frias tardes de otoño
una sartén, comenzando
? – pregunté
- el
lto, observando atentamen
cocinar? -
mi la comida es co
con un grito. Pronto se apagó la luz y todo quedó oscuro. Sentí que se me salía el corazón del pecho. Las llamas de
stás
aja. – Yo... odio la
naré la cena. - Di
bien. Me encogí de hombros,
ue ese hombre no pensara que me estaba arrojando literalmente sobre él, porque solo tenía miedo... Muc
lda, acurrucándome contra él. Olía increíblemente
mblando. – obser
mucho miedo
ese camino, solo,
no antes del anochecer... La lluvia se i
completamente entregada a ese beso envolvente y enloquecedor. Al principio traté de no devolverle el beso, pero cuando me di cuenta estaba completamente concentrada en sentir su lengua dentro de mi boca, consumiendo mis labios con avaricia. Nunca había recibido un beso así en mi vida. Era un hombre experimentado, diferente a cualquier otro chico que me hubiera tocado alguna vez. Puse mis manos sobre su cabeza, sintiendo su fino cabello en mis
tenido en toda mi vida. Si el acto sexual final fuera mejor que eso, no creo que pudiera soportarlo y morirme de placer. ¿Cómo había pasado tanto tiempo sin sentir esas sensaciones que mi cuerpo podía producir con el mero roce de un hombre? Arqueé mi cuerpo hacia atrás, dejando que su lengua y sus manos jugaran por todo mi cuerpo. De repente se detuvo. No podía verlo en la oscuridad. Estaba completamente desnuda en la cocina de un extraño. Me levantó como si no pesara nada y me cargó a través de la habitación, subiendo las escaleras con mi cuerpo pegado al suyo, llevándome suavemente. Abrió la puerta y me sentó en la cama blanda. Se acostó encima de mí y volvió a besarme diferente a como me besaba antes. Sentí menos codicia... Fue más lento, saboreando mis labios con más calma. Empecé a desabotonar su camisa tranquilamente. Yo no era hábil en estos asuntos, pero al mismo tiempo no quería que pensara que era mi primera vez. Sí... Estaba decidida a entregarme a ese desconocido y perder la virginidad en esa loca noche de puro placer. Soltó mis labios y rasgó su camisa con fuerza. No podía verlo, pero estaba bastante seguro de que se había roto. Rápidamente se quitó los panta
a mía. Dios, ¿qué había sido eso? ¿Podemos repetir? Volteamos nuestros rostros
é fue
un hombre completamente extraño que había conocido hacía poco más de una hora. Yo, Megan Miller, la chica más re
res tú? -
la atropelló.
opellaste... - Mi cuerpo
i mejilla, acarici
es tu
Me
, Meg. Creo que ahora pue
ser...
qué hacer o decir. Ella era completamente inexperta y no que
untó poniéndose de pie y señalando
riéndome, dirigiéndome a la puerta del
enta de esto? ¡Qué estúpido había sido! Metí la cabeza bajo el agua, intentando que ese desliz no eclipsara el maravilloso momento que había vivido. Entonces me preocuparía por eso. Cuando
s puta
y me sonrojé. No puedo creer que eso haya pas
exactamente? pregun
voz débil. – ¿Crees que a
ginidad. ¿Y qué? ¿Por qué le importaba eso?
puerta del dormitorio, regr
os que usas a
puesto que no... ¿Por qué una
ara con las
usas... ¿T
uso. - Confesé
e alguien te mandó... Y que
... - dije confundida. ¿Quién
carse mucho a
Por
que estas
regaste a mí? Ust
a inventar un millón de cosas para ti, pe
con ojos
jor para ti, puedes llevarme ahora. - dije sintiendo ganas de llorar, pero respir
. Observé su cuerpo desnudo, vistiendo solo sus pantalones. Casi quería quitarle la ro
opa? Pregunté en voz baja, si
ces me sentí aún más impotente con ese gesto suyo
iento,
ro ir. -
o es seguro salir por estas carreteras horribles en Noria
nocido. Solo necesito mis piernas.
ue tras de mí. Recogí mi ropa del piso de la cocina y la vestí rápidamente.
hora en prisión falsa?
dejaré s
era exactamente lo qu
No quise ser
me digas me hará
mochila? pregunt
cia la puerta, la abrí y salí sin mirar atrás. Llovía mucho y la calle estaba demasiado o
y salí a la carretera. En poco tiempo esta
s a cas
ede ser una broma. Esa es
me levantó y me puso sobre su
oy a gritar. Y di que
uieras. - el dice. – Realment
enía frío. Ese hombre era fuerte y habilidoso y en unos minutos estaba
hacer
tengo
lo que me di
miné. - ¿Por qué hiciste eso? Y en
o no soy culpable. Eso fue..
er inmaduro ante ese hombre. Lo mi
dvertirte sobre no
n. - el habló. - Vamos, t
mpapado. Si no hubiera querido, no habría t