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Corazón gitano

Capítulo 5 5

Palabras:1880    |    Actualizado en: 27/03/2022

ba acostumbrarse a llamarlo Mario, hacía unos meses habían logrado cam-biarse el nombre: ella se

fue a ver a la doc

has e

o si me fuera a llegar la regla, pero no me llega. Los últimos meses mis re

eas, v

N

pruebas, de ser así, tendrías que ver un ginecólog

des-pidió de ella. A la salida, la joven se encontró

ó el doctor con efusivi-dad―.

entido muy bien

reguntó, i

hacerme un

e salga todo bie

baja

sea ingrato, que nos venga a ver de vez en

di

uí estoy. Y doctor, gra-cias, pe

, siempre lo o

años dejamos de ser gitanos y hace var

dejado de ser gitano, pero su esposa no, ella añoraba todavía aquella vida. Y en el cam-p

ó a la consulta de la doc-tora c

―dijo la doctora―, es

―preguntó c

ndrás que decidir si te vas a atender por co

rio nomás, no tengo plata p

staba la posibilidad de qu

enir a buscarme, debe

te. ¿Cómo

ie

entrometa, pero he visto que é

que a él no le gusta hablar de nuestro pasado, qui

r. No es como sacarse la ropa y tirarla a la basura

entía una gallé , ella era gitana y, si no fuera por el amor que sentía por su espo-so, volver

é que para ti no

sienta mal, pero esto no me gusta, no me gusta ser chil

te, sabía que así era y las lágrimas qu

la doctora sonó

oso de la señora

ar. Llegó tu esposo ―

eza y se secó los ojos

¿cómo está? Disculpe, m

oy la buena nueva, est

ra del hombre se al

ue tienen que deci-dir si se van a at

el consultorio nomás

sería lo mejor ―a

a pedir hora al consultorio con la matrona y

de rigor, la pareja dejó

ver a la doctora ―le or

or

jo nacerá limpio d

, su sangre será gita

lo sabremo

uieres

o es uno, nues-tro hijo o hija no tiene

en sus

la doctora, tienes miedo de que ella

omo nosotros. Para nosotr

da, para ella no

as, nadie más nos debe importar, tú

sobre todo en ese momento en el que habían recibido tan buena noticia, llevaban

e habían cambiado de casa y perdido el contacto con los doctores. Los vecinos apenas los trataban, cada uno vivía su vi

os de la mañana. Spiro la llevó en un taxi hasta el hos-pita

do el sentido. Dinka nunca había sido una cobarde, al contrario, ella era la muje

era ―le dijo la enferm

sa a

doctor. Ya le avisa

gos. Sabía que, de haber permanecido en el campamento, no estaría solo. Nunca una mujer estaba sola para parir. Ni un padre tampoco.

énez ―lo llamó una enfer-

Y

por f

su mujer tenía una preeclampsia y que deberían hacer

, ¿dónde teng

l le entregó

anos? ―le pregunt

¿por

rsonas religiosas o de algunas creencias o etnias

ormal, uste-des hagan lo que tengan que

hora debe esp

do ver e

señora no está bien y

in embargo, ese era el destino que había escogido al preferir a Dinka an-tes que a las tontas leyes de s

e rogar por su mujer. Por un segundo sintió que aquello era un castigo por su falta, sin embargo,

ieron entrar al interior d

nacer por lo que tuvimos que operar, pero eso nos llevó a ver que tenía o

o pro

s traen problemas, solo ahora nos pudimos dar cuenta. Quisimos hacerle una mio-mectomía,

é di

podrá tener más h

é hicier

Falopio, el útero esta-ba siend

dó va

Qu

dó va

la durante el primer tiempo, por su-puesto, pero la operación que realizamos ero

e bajó l

ien? ¿Ella

e dormirla para operarla, empeoraba a rat

mi h

Ella es

s a la

vía no era tiempo de nacer, pero

ora, y disculp

es una información

. ¿Y pue

to y vuelva mañana a las diez, estará un colega atendiendo y entregando las informaciones, dejaré la indicación

o dejarla

aunque esté aquí, no puede hacer nada. Mejor vaya a descansar, todavía que

d? Cuídelas

sí, vaya

liz por la llegada de su bebé, pero no, por más que esa doctora dijera que todo esta-ba bi

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